“Reconocemos que, en sus elecciones presidenciales, el pueblo de EE.UU. ha optado por un nuevo rumbo. Creemos en la posibilidad de una relación bilateral constructiva y respetuosa de las diferencias”, ha dicho Díaz-Canel.
Iroel Sánchez, devenido analista político de Granma, asegura que unas palabras de Kamala Harris a la agencia EFE en vísperas de la votación del 3 de noviembre, son "esperanzadoras". (Palabras, por cierto, en las que Harris se refiere a la "represión del régimen" y asegura que "Joe Biden también exigirá la liberación de los presos políticos y hará de los derechos humanos una pieza central en la relación diplomática".)
Un viejo economista cubano, Juan Triana Cordoví, que lleva por lo menos 10 años soltando teorías y consejos mientras la economía cubana se cae a pedazos, le acaba de confesar al corresponsal de El País que hay que aprovechar a Biden, y sobre todo, a Kamala, para negociar un nuevo "obamato" para Cuba.
En eso coincide con Iroel, que tiene la cara dura de asegurar que las reformas económicas que el gobierno está a punto de implementar son "sugerencias" de Obama.
Esto dijo exactamente: "Sus sugerencias económicas en su seductor e injerencista discurso en el Gran Teatro de La Habana –eliminación de la doble moneda, facilitar la apertura de negocios privados y la relación de estos con la inversión extranjera– están contenidas, precedidas por el fortalecimiento de la empresa estatal, que es la base de los servicios sociales que disfrutan los cubanos, en las transformaciones que se pondrán en marcha a partir de solucionar el nudo gordiano que es la unificación monetaria y cambiaria con la llamada tarea ordenamiento, que incluye también la eliminación de subsidios generalizados y una reforma salarial y de precios".
De la apertura política, el verdadero meollo de aquel discurso de Obama, Iroel no dice ni una palabra.
Supongo que, cuando la llamada "Tarea Ordenamiento" fracase, y una inflación galopante vuelva a dejar a los cubanos con hambre y sin orden, siempre podrá echarle la culpa al ex presidente norteamericano. Esa es la manera en la que siempre piensan los proxenetas.
Lo de Triana, hombre cercano al MININT y enésimo avatar de esa figura tan cubana que es el "experto" que habla con parejo empaque de lo que sabe y de lo que no sabe, nos permite intuir hacia dónde van los intereses del Palacio de la Revolución: soltar un poco la mano con el exilio cubano (en cosas como abrir un consulado en Miami, cambiar las prórrogas de los pasaportes o, incluso, permitir la inversión de algunos emigrados en la isla) a cambio de que vuelvan a fluir el turismo y los dólares.
Lo del famoso "bloqueo", ya lo sabemos, es simbólico: se trata de volver a jugar la misma carta que ya se utilizó con la administración de Obama: dejar que los americanos crean que esa "apertura" económica a cargo de GAESA y sus secuaces traerá en algún momento la libertad política para los cubanos.
El problema es que aquí hay dos ideas del tiempo.
Cuentan los periodistas que en marzo del 2016, durante su visita a Cuba, en un juego de exhibición entre los Tampa Bay Rays y la selección cubana, Obama y Raúl Castro conversaron sobre la lentitud del ritmo de juego del béisbol.
Como Castro II se quejaba de que un partido de pelota resulta demasiado largo, Obama se permitió señalarle que Estados Unidos (o al menos, su principal liga de béisbol) ya estaba trabajando en eso. Raúl Castro sonrió y le dijo: "Ustedes lo arreglan todo, pero nosotros tenemos la paciencia".
La anécdota muestra dos diversas consideraciones del tiempo, dos mundos que corren paralelos y que nunca llegarán a tocarse porque hay demasiados prejuicios y diferencias acumuladas.
Tocará a los cubanoamericanos en el Congreso de EE.UU. mantener a la administración de Biden-Harris a salvo de la tentación de reeditar lo que ya fracasó una vez: el régimen de Raúl y Díaz-Canel, incluso en sus momentos de decadencia, sólo puede ofrecer ese tiempo en el que tiene congelados a sus ciudadanos.
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