Los Presupuestos del próximo año ahondarán los graves problemas de los cubanos, provocados por una caída del 11% del PIB, con un notable desabastecimiento de alimentos, medicinas y otros artículos de primera necesidad, en medio de una dolarización forzada por la asfixia económica y un déficit fiscal récord.
Curiosamente, la ministra de Finanzas y Precios de Cuba, Meisi Bolaños Weiss, ha calificado de “sociales” unas cuentas que harán aún más pobres a los cubanos, todo un ejemplo de la mala gestión castrista de la economía.
El año que está a punto de acabar ha sido un ejercicio económico perdido; la estimación del ministro de Economía de un -11% de variación de PIB sitúa a la economía cubana al borde del colapso y sin previsiones de recuperación a medio plazo.
Y, cuando creíamos que había llegado el momento del rigor y la excepcionalidad, al Gobierno comunista cubano no se le ocurre otra cosa que incrementar los gastos, sin plantear los ahorros alternativos, y lo hace, en un primer momento, nada más y nada menos que en mil 300 millones de pesos, justificados para afrontar la crisis del COVID-19.
Más gasto y déficit en el peor momento. ¿Es eso social? Alrededor de diez mil millones de pesos más han desbordado el déficit a lo largo de 2020, el 10% del PIB teniendo en cuenta la contracción económica reconocida por el gobierno.
Pero en vez de trabajar duro en reducir gastos ineficientes y superfluos, el diseño del presupuesto para 2021 mantiene la misma tónica de expansión fiscal, y lejos de lo que afirman las autoridades, no está a la altura de dar respuesta a las necesidades del que va a ser el primer año de la implementación del ordenamiento monetario y financiero en Cuba, que exige otro diseño presupuestario bien distinto. Si, desde luego, más social.
El presupuesto ha sido reconvertido para hacer crecer otra vez su tamaño y lo más probable es que quede en papel mojado a lo largo de ejercicio, conforme se empiecen a aplicar las distintas reformas asociadas a la Tarea ordenamiento. Simplemente, sostener precios con subsidios en la canasta básica va a ser especialmente problemático para el presupuesto, pero igualmente complicada será la aplicación de la Reforma general de salarios y pensiones, el incremento de las prestaciones monetarias de la asistencia social o la eliminación de los subsidios excesivos y gratuidades indebidas.
Quien mucho abarca, poco aprieta. En realidad, el presupuesto del estado está sobredimensionado para el tamaño y capacidades de la economía y eso precisamente es lo que frena el crecimiento de Cuba y la prosperidad de sus ciudadanos
Una de las reformas estructurales que necesita la economía es precisamente decidir cuánto pastel será público y cuánto privado, y en tanto no se alcance ese objetivo, Cuba no revertirá su tendencia suicida en la economía.
El Gobierno quiere que los gobiernos locales, que habitualmente cierran sus ejercicios fiscales con superavit, gasten más en las actividades socioculturales y en la prestación de los servicios básicos a la población. Mayores gastos que acabarán tensando la gestión local y creando desigualdades territoriales en función de los recursos tributarios que se dispongan en cada zona.
Por otra parte, las medidas aprobadas para los emprendedores privados se quedan muy cortas para atender las necesidades de este colectivo, gravemente afectado por la pandemia del COVID-19 y especialmente vulnerable a la llamada Tarea ordenamiento que comienza el 1 de enero.
Con los ajustes monetarios, en 2021 el presupuesto espera obtener unos ingresos brutos de 291 mil 259 millones de pesos; de ellos, los ingresos tributarios de las distintas figuras que recaen sobre la población apenas representan el 39%, en tanto que las contribuciones vinculadas a los resultados empresariales suponen un 61% del total.
Las empresas siguen siendo la principal fuente de ingresos del régimen cubano, que el próximo año deben aportar más de 87 mil 376 millones de pesos, cifra que conviene recordar porque el estado destina a subsidiar las empresas, 48 mil 530 millones de pesos, incluyendo los ajustes por la eliminación de subsidios excesivos y gratuidades indebidas.
El estado detrae de las empresas casi el doble de lo que destina a las mismas, cosa que no había ocurrido en las cuentas de presupuesto hasta la fecha. Ya se verá qué efectos tiene sobre la vida de las empresas y sus precios.
De igual modo, el presupuesto proyecta gastos totales por un importe de 374 mil 846 millones de pesos de los que “los programas sociales de la Revolución” recibirán 243 mil 788 millones de pesos, el 65% del total, que incluyen la financiación de los gastos de personal y tributos asociados por los nuevos salarios incrementados en este sector, que ascienden a más de 87 mil 500 millones de pesos (la misma cantidad que el estado obtiene de sus empresas), las pensiones y las prestaciones de la Asistencia Social, los programas sociales y los servicios básicos de la población y el funcionamiento de la administración pública.
En concreto, la seguridad social recibe 33 mil 139 millones de pesos con un déficit de 11 mil 550 millones de pesos, que será financiado por la cuenta del presupuesto y que viene a mostrar las debilidades que tiene el sistema que protege a los jubilados y los colectivos más vulnerables en Cuba.
La salud pública y la asistencia social reciben 67 mil 041 millones de pesos (28% del presupuesto); la educación 57 mil 777 millones de pesos, (24% del presupuesto), pero tampoco se puede calificar de carácter social este presupuesto, toda vez que el grado de satisfacción de los cubanos, que pagan con sus impuestos, es bastante deficiente por el deterioro experimentado en los servicios de educación y salud, incluida la escasez de medicinas.
Los gastos planificados en administración pública, reciben 45 mil 100 millones de pesos, con los que se podría empezar a realizar ajustes relevantes; como podría hacerse en la cultura y el deporte, a los que se destinan 11 mil 214 millones de pesos, siendo un ámbito ideal para los ajustes de gastos, dando una mayor participación al sector privado en la oferta.
Finalmente, no tiene justificación alguna que para las actividades de ciencia e innovación solo se destinen mil 740 millones de pesos, a gran distancia del discurso oficial y los artículos científicos de Díaz-Canel en la prensa oficialista.
Como tampoco puede justificarse que para la asistencia social, la reserva en los presupuestos municipales ascienda a solo 716 millones de pesos (6% del déficit de la Seguridad Social), con los que se pretende asistir a familias y personas vulnerables.
Para las tan necesarias y urgentes inversiones y transferencias de capital se destinan 62 mil 463 millones de pesos (16% del presupuesto), una cantidad insuficiente para atender los graves déficits de infraestructuras que tiene Cuba.
Mientras que para subsidiar la
https://www.cibercuba.com/noticias/2020-12-25-u1-e208040-s27061-oscar-casanella-nochebuena-cubanos-hicieron-largas-colas y otros artículos de primera necesidad se destinan 26 mil 613 millones de pesos, que deberán aliviar el impacto de la devaluación del peso y la subida de precios en los bolsillos de los cubanos; aunque se indica que se trata de un aporte transitorio, dentro de los más de 48 mil millones y medio de pesos destinados al llamado sector no presupuestado.
También se subsidiarán, parcialmente, las tarifas de los servicios de electricidad en aproximadamente 18 mil millones de pesos, los servicios de transporte urbano de pasajeros, aéreos nacionales, por catamarán y la transportación por ferrocarril, entre otros.
La producción de alimentos se subsidia con mil 672 millones de pesos, una parte del precio de acopio por las producciones de arroz, maíz seco, huevo fresco, tomate para la industria y el café cereza, al efecto de financiar la diferencia existente entre el precio producirlo en el país y el de referencia en el mercado externo. El porqué de los subsidios a estos productos y servicios (1), y no otros, constituye una incógnita.
También el presupuesto prevé la creación de una reserva monetaria que asciende a 18 mil millones de pesos para el apoyo financiero temporal que puedan necesitar empresas que, en el punto de partida de la tarea ordenamiento monetario y financiero, no puedan cubrir con sus ingresos el incremento de los costos, resultando un balance negativo en su gestión económica. Esta ayuda exige que trabajen intensamente por generar acciones y programas que reviertan, lo antes posible, esta situación.
El déficit fiscal contemplado en el presupuesto para el próximo año es de 86 mil 744 millones pesos, alrededor del 12% del PIB, que las autoridades reconocen que “es alto y deteriora su relación con el producto interno bruto a precios corrientes”.
Para atender tan elevado déficit,, la demanda financiera del presupuesto en 2021, ascenderá a 132.542,2 millones pesos, el 26% del PIB, una cantidad integrada por el déficit fiscal proyectado, más 45.798 millones de pesos para la amortización de deudas con vencimiento en 2021, entre las que se encuentran los financiamientos al sistema bancario por operaciones que asume en el ordenamiento monetario y financiero, que se consideran demanda de financiamiento.
Por tanto, no resulta extraño que la ministra de Finanzas y Precios dijese en la Asamblea Nacional que “urge la necesidad de mejorar este resultado, manteniendo un riguroso control del gasto público, no malgastando y haciendo un uso eficiente de los recursos materiales y financieros asignados”. Ella misma nos da la razón.
En cualquier país democrático, con una cámara parlamentaria plural y responsable, estos presupuestos deberían ser devueltos al gobierno para su reformulación. Son insostenibles, inadecuados al momento, reflejan los profundos desajustes estructurales de la economía cubana y no van a servir para hacer frente a las tensiones de la tarea ordenamiento.
La ministra debe ser consciente que para sostener con el presupuesto “las conquistas que engrandecen la hermosa obra de nuestra Revolución Socialista” no basta con dar instrucciones a los administradores de la estricta disciplina contable y financiera que deben seguir para garantizar la toma de decisiones; ni de lograr una mayor eficacia en el cobro de los tributos, ni siquiera, como dice ella, “actuando como país en cada entidad de base, incrementando la exigencia de los órganos y organismos en todas las instancias de dirección”.
Para conservar algo, hay que crecer, hay que incrementar lo que es productivo y genera rendimientos a escala y frenar aquello que es improductivo, ineficiente y está mal gestionado. No tiene que ir muy lejos: su presupuesto es un buen ejemplo. Ya le advertimos con tiempo, su diseño y ejecución no va a servir para evitar el aumento de precios.
(1) También se subsidian las entregas específicas a los niños como parte de la canasta familiar normada; las dietas médicas que se otorgan a las embarazadas; de retrovirosis, para fórmula basal y por enfermedades crónicas de la infancia; los productos de la canastilla, los servicios de óptica y calzado ortopédico profiláctico, los medicamentos controlados, que se expenden a las personas que padecen de enfermedades crónicas y otros medicamentos que lo complementan, así como los productos del programa de Medicina Natural y Tradicional.
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