El Gobierno cubano dio marcha atrás parcial al tarifazo eléctrico contenido en el paquete neoliberal de enero 2021 porque siente miedo ante un posible estallido de descontento popular, pero la bajada de la luz, sobre el subidón anunciado previamente, hará aún más pobres a los cubanos porque el dinero para cubrir el déficit generado saldrá de las maltrechas cuentas públicas, con un PIB de menos 11% y en medio de la dolarización forzada.
La rectificación gubernamental confirma que el lanzamiento del paquete neoliberal -que data de 1994, sucesivamente actualizado- fue una maniobra de distracción para que los cubanos se pusieran a sacar cuentas y no atendieran a los reclamos del Movimiento San Isidro y el plantón de artistas e intelectuales frente al Ministerio de Cultura.
Nada nuevo bajo el sol, salvo la elección del Día de los Inocentes, en la estrategia del tardocastrismo, atacando a los medios de comunicación alternativos, incluido CiberCuba, un modelo empresarial independiente y exitoso que debía copiar la casta verde oliva y enguayaberada, en vez de mentir reiteradamente.
Los partes de la Contrainteligencia Interna (CII) y del Equipo de Opinión del Pueblo debieron echar chispas con el malestar del pueblo cubano ante el atraco eléctrico que intentó perpetrar el gobierno; de ahí que el presidente Díaz-Canel y el encargado de la tan llevada y traída reforma económica, Marino Murillo, insinuaran que se revisaría a la baja para intentar calmar los ánimos, ya revueltos con la escasez crónica, el hambre de los más vulnerables y la mentira como arma política.
Cuba padece una de las matrices energéticas más ineficientes del mundo, por su extrema dependencia del petróleo y plantas generadoras del siglo pasado, mientras su red eléctrica -antigua e inestable- genera abundantes pérdidas de electricidad camino de viviendas mal iluminadas, empresas y edificios gubernamentales insolventes y provoca impopulares apagones, bajo el pretexto de labores de mantenimiento.
Pero la puesta en escena de ayer fue igual de improvisada y engañosa que las realizadas desde la huelga de hambre de San Isidro, ninguna escuela política concibe que las buenas noticias las den subalternos como Murillo y el ministro de Energía y Minas, Arronte; debieron ser el presidente o el primer ministro quienes anunciaran la regular nueva a los cubanos, pero ambos siguen escondidos y hablando a través de pantallas de televisores y en papeles de Granma.
Ministros y burócratas están para quemarse políticamente y sus jefes para huir del fuego abrasador de la ira popular y dar regulares noticias porque en Cuba hace meses que no hay una buena noticia debido a la gravedad de la crisis económica provocada por la ineficiencia y el miedo comunistas a emprender reformas estructurales urgentes, el apriete de Trump, el impacto del coronavirus que semicerrará el país a partir el próximo 1 de enero, y el desplome de Venezuela.
La rebaja eléctrica anunciada por La Habana, este lunes de inocentes sobre un tarifazo previo que incendió barrios y casas, la pagarán por otra vía los cubanos empobrecidos porque un gobierno solo administra el dinero de todos, especialmente en una dictadura atada a la planificación central, como herramienta generadora y gerente de pobreza para someter políticamente a la masa, que propinó tal corrientazo al gobierno asustadizo, que corrió a simular arrepentimiento y rectificación públicos.
Si alguien duda de las verdaderas intenciones de los gobernantes cubanos, solo debe reparar en que el cortocircuito provocado por el tarifazo eléctrico y la maniobra de este lunes para desenredar los cables, no han implicado la destitución y/o renuncia de ningún responsable económico y energético de la acobardada cúpula tardocastrista.
Cuando un gobierno tiene que rectificar una decisión es porque ha trabajado mal, cuando un ejecutivo tiene que reaccionar de prisa ante el descontento popular es porque no sabe calcular, ni siquiera políticamente los efectos de sus decisiones, cuando un régimen tiene que intentar distraer permanentemente a los ciudadanos es porque carece de legitimidad popular.
Ya conocemos, de sobra, lo malo que son el imperialismo norteamericano, los adversarios políticos de la dictadura y los medios de comunicación alternativos al decrépito tardocastrismo; lo que estamos locos por saber es la bondad del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y la eficacia de su gobierno, pródigo en magia e invenciones para ocultar su fracaso cotidiano más perdurable: Libertad, desayuno, almuerzo y comida.
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