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El aislamiento de los niños para evitar contagios de coronavirus favorece el maltrato infantil y pone en riesgo la salud mental de ese grupo de población, alertaron especalistas cubanos.
Así lo indica un estudio que analiza los efectos negativos en el bienestar y desarrollo de los menores de edad en las condiciones de confinamiento.
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De forma general, la pandemia representa un impacto trascendental para la salud mental, algo “poco abordado por su relativa invisibilidad”, de acuerdo con los especialistas María de la Concepción Galiano, Ramón Felipe Prado y Reinaldo Gaspar Mustelier, quienes publicaron su análisis del tema en la Revista Cubana de Pediatría.
Los citados investigadores consideran que las actuales circunstancias comprometen "especialmente a las personas más vulnerables, entre las que se encuentra la población infantil y juvenil”.
Especialistas en psiquiatría y neurología advierten que “las experiencias adversas vividas durante las etapas de desarrollo ocupan un lugar crítico en la conformación de la salud mental”.
Añaden, igualmente, que no todas las respuestas psicológicas pueden calificarse como enfermedades, pues la mayoría son reacciones normales ante una situación que no lo es.
En el estudio cubano, más del 60 por ciento de los menores estudiados manifestó exceso de apego familiar y horario de sueño alterado durante las condiciones de confinamiento y restricción de movimiento.
Otros revelaron voluntarismo (57 %), conducta rebelde y desafiante (43 %), sobre todo en niños de 3 años y mayores de 12, algo considerado normal durante las dos etapas de crisis del desarrollo, en opinión de los expertos.
También se refirió “irritación, alteración y llantos frecuentes en el 41,8 por ciento de los casos. Los malestares menos frecuentes fueron dificultad para concentrarse (27.5 %), apetito exagerado (24.7 %), miedos (20.3 %) y agresividad (18.3 %), entre otros”, según reseña la agencia IPS.
Los investigadores cubanos señalaron también la posibilidad del “incremento notable del maltrato infantil por violencia física, emocional y sexual”.
Al respecto, aludieron al documento técnico de la Alianza para la Protección de la Infancia en Acción Humanitaria, que apunta causas y formas de maltrato.
Entre las potenciales causas se encuentran la negligencia y disminución de los cuidados, "el estrés psicosocial de las personas encargadas del cuidado, el aumento del tiempo de exposición a las pantallas de los dispositivos electrónicos con contenido de riesgo, así como la disminución del acceso a redes de apoyo protectoras intra- y extrafamiliares".
Las citadas condiciones pueden generar abuso y violencia doméstica e interpersonal, contacto con practicantes de ciberacoso, mensajes con contenido sexual, además de acoso y abuso sexual a través de las redes sociales, lesiones e intoxicación, entre otros.
Los autores resaltan en sus consideraciones finales el papel que desempeña la familia como “el factor protector por excelencia de infantes y adolescentes”, en tanto plantean que adultos responsables y estables son capaces de ofrecer el apoyo necesario, establecer rutinas y hábitos saludables.
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