Dirigente del Ministerio de Agricultura cubano deja en evidencia a Alpidio Alonso, el del manotazo

La dictadura comunista ha perdido la hegemonía del discurso y tendrá que elegir entre aceptar la creciente pluralidad cubana o aferrarse a municiones gastadas como mítines de repudio y otras maniobras de perdedores a la defensiva.

Cubanos protectores de animales protestan en La Habana © 14 y medio
Cubanos protectores de animales protestan en La Habana Foto © 14 y medio

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El director jurídico del Ministerio de Agricultura, Orlando Díaz Rodríguez, mostró reflejos políticos y evitó que la protesta de cubanos que demandaban una Ley de Bienestar Animal, ante su organismo, derivara en otro plante frente a las autoridades.

La nota de color verde olivo la puso la Seguridad del Estado, que trató de impedir el trabajo a periodistas independientes y apostó una guagua en las inmediaciones; pero la agilidad del funcionario dejó en evidencia a Alpidio Alonso Grau y al presidente Miguel Díaz-Canel y el primer ministro Manuel Marrero Cruz, que lo mantienen en su cargo de ministro.


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La valentía cívica de la sociedad cubana, incluidos los grupos de intereses específicos, no debe ser objeto de agresión y represión como ocurrió el 27 de enero frente al Ministerio de Cultura. El gobierno tardocastrista debe asumir el diálogo como herramienta de trabajo definitiva, ordenar a los segurosos que dejen en paz a quienes demandan derechos y recolocarlos en tareas priorizadas como la producción agroalimentaria y la protección sanitaria.

Cuba ha madurado como nación que va asumiendo y reclamando derechos ciudadanos y la táctica gubernamental de convertir una demanda en oposición política es un argumento gastado que desconoce el viejo principio político de que donde no haya una solución, debe haber -al menos- una explicación; como intentó Díaz Rodríguez reuniéndose con representantes de los cubanos descontentos con el ritmo de la reforma legal en el ámbito de la protección animal.

La dictadura comunista ha perdido la hegemonía del discurso y tendrá que elegir -que siempre es angustioso- entre aceptar la creciente pluralidad cubana o aferrarse a municiones gastadas como mítines de repudio y otras maniobras de perdedores a la defensiva, que ensalzaron y ensalzan canciones a favor del totalitarismo, desde Y en eso llegó Fidel hasta Con Cuba no te metas y que agredían y agreden a una parte de los cubanos y ahora se les ha atragantado Patria y Vida.

El incremento de la pobreza y desigualdad ha generado mayor desgaste del gobierno y un acrecentamiento de la desafección popular, unidos a la imperiosa necesidad de la dictadura de llegar a un acuerdo de mínimos con Biden para que afloje la corbata Trump que asfixia a la improductiva economía cubana. Por tanto, lo más inconveniente para La Habana sería aparecer ante la Casa Blanca repartiendo manotazos a cubanos cívicos y valientes, incluidos los animalistas, artistas e intelectuales y demás activistas que no suscriben la plataforma ideológica del partido comunista.

Contrario a lo que piensan muchos cubanos, especialmente el régimen comunista de compadres, dialogar no implica concesión alguna ni compartir todos los argumentos del interlocutor; pero es la vía menos lesiva para Cuba y, especialmente, para la casta verde oliva y enguayaberada que debe evitar intentar apagar fuegos con gasolina como hizo el torpe Alonso Grau y su tropita de burócratas enardecidos por la baba sin quimbombó.

La reunión de este viernes en el Ministerio de Agricultura entre funcionarios y ciudadanos debe marcar el rumbo de Cuba, para suplantar la sordera y el desprecio interesado de los gobernantes por un clima de entendimiento en favor de muchos y en detrimento de todos esos nostálgicos del bicho de buey y el plan de machete.

Si la cita resultara una maniobra dilatoria y un engaño, peor será para la dictadura de discursos vacíos y trampas retardatorias de quienes siguen sin aceptar que ya no tienen todo el poder y deberán asumir compartirlo o que los cubanos se lo arrebaten, hartos de tantos desprecios y atropellos.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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