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El evento "Discriminación en Cuba: La realidad desde sus artistas y activistas", celebrado este lunes entre activistas de la sociedad civil cubana y la presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Margarette May Macaulay, devino en una crítica al discurso igualitario que ha formado parte de la ideología oficial del régimen por más de 60 años.
Convocado por Monitor Legislativo Cubano (MLC) y el Movimiento San Isidro (MSI), el encuentro se celebró telemáticamente y contó con la participación de Juan Antonio Madrazo Luna, coordinador del Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR), Aimara Peña, directora de la organización Somos Nueva Cuba, y Madelyn Rodríguez, de la Consejería Jurídica de Cuba.
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El artista y representante del Movimiento San Isidro, Luis Manuel Otero Alcántara, envió su mensaje a través de un video grabado, ya que se encontraba sin servicio de internet al momento de realizarse el conversatorio, que estuvo moderado por Elena Larrinaga, presidenta de la Red Femenina de Cuba y del Observatorio Cubano sobre Derechos Humanos (OCDH).
“Muchos estados firman y ratifican tratados internacionales, pero después sus leyes no reflejan esos compromisos. No basta con firmar y ratificar, los gobiernos deben implementar leyes para cumplir con sus compromisos”, afirmó la presidenta de la CIDH, aclarando que Cuba es uno de esos estados con legislación insuficiente para abordar los diferentes tipos de discriminación.
May Macaulay, quien ha sido testigo del racismo en el sector turístico cubano, resaltó la importancia del compromiso de los estados mediante la firma y ratificación de instrumentos internacionales, pero hizo especial hincapié en la trasposición de esos compromisos a desarrollos legislativos nacionales, sólidos e inclusivos.
La también relatora sobre los Derechos de las Mujeres, sobre los Derechos de las Personas Afrodescendientes y contra la Discriminación Racial, escuchó de los participantes un análisis amplio y consistente sobre la falta de oportunidades de poblaciones marginadas, el racismo, la indefensión de los activistas y la problemática de mujeres trabajadoras en el mundo rural.
En relación con el racismo, el activista Madrazo Luna explicó que el discurso hegemónico de la llamada “revolución cubana” ha dejado “severas marcas en el cuerpo tatuado de la nación y en particular en el sujeto afrodescendiente”.
“En ese proceso de construcción de patria, el pensamiento surgido desde el cimarronaje afrodescendiente ha estado ausente de las narrativas oficiales y condenado a la soledad, el ostracismo y la muerte civil. La historia social y política de los afrodescendientes continúa invisibilizada”, sostuvo el coordinador del CIR
En su ponencia, titulada "Desde la trinchera de la piel", Madrazo Luna mencionó la larga tradición de activismo de los afrodescendientes durante la república que, desde diversas posturas ideológicas, buscaba empoderar a esta población. Una tradición que fue cooptada por el discurso igualitario de una “revolución que exigía no pedir nada como negro, sino como cubano”.
“Desde la frontera de la igualdad se construyeron barreras y pactos de silencio en torno a la problemática racial”, explicó Madrazo Luna, para quien “la formulación de políticas públicas es un desafío en la actualidad, ya que el estado ha querido capitalizar el debate, intentando anular la participación de otras voces de la sociedad civil”.
“La revolución siempre ha querido imponer el discurso de que hicieron lo que nadie por los negros”, sostuvo. Una idea que compartió la moderadora, Elena Larrinaga, al afirmar que “la cruzada de la igualdad en nombre de ideología marxista no reconoció la diversidad”.
Para el artista y referente del MSI, Luis Manuel Otero Alcántara, en Cuba se estigmatizó hablar de la existencia de racismo, algo que parecía haber eliminado la revolución “por decreto”. Las preocupaciones o denuncias en este ámbito se asociaron a comportamientos contrarrevolucionarios, dijo.
Otero Alcántara hizo hincapié en la necesidad de diseñar políticas públicas que promuevan una verdadera igualdad de oportunidades, resaltando la importancia de la educación y el acceso a recursos materiales y culturales que beneficien a las poblaciones más vulnerables y los barrios donde se concentran bolsas de pobreza y exclusión entre pobladores marginales.
Aunque en Cuba la educación es gratis, “hay que pagar maestros particulares que preparan a los niños para entrar en las escuelas de arte”, señaló el líder del MSI. "En un país cuya élite gobernante es predominantemente de raza caucásica, las personas que pueden educar mejor a sus hijos son las que reciben remesas o trabajan en el turismo, en su mayoría de piel blanca, lo cual contradice el discurso de la igualdad racial, así como el de la igualdad de oportunidades".
Por su parte, la directora de la organización Somos Nueva Cuba, Aimara Peña denunció que son las mujeres quienes más sufren discriminación dentro del campesinado cubano, resultando las más empobrecidas y con menos posibilidades de acceso a la educación técnica y superior. “Tienen dos y hasta tres trabajos, están al cuidado de los hijos pequeños y han resultado las más afectadas por las políticas de la llamada ‘tarea ordenamiento’”, consideró.
La falta de independencia económica de las mujeres de poblaciones rurales con respecto a sus maridos fue resaltada por la Red Femenina de Cuba, cuya presidenta relacionó con los índices de violencia de género. Para Larrinaga, todo ello es la consecuencia de que el régimen cubano haya construido una sociedad de corte patriarcal.
Por último, la activista Madelyn Rodríguez, de la Consejería Jurídica de Cuba, se encargó de ofrecer el punto de vista jurídico sobre las políticas de igualdad, resaltando el concepto de indefensión legal. Según su análisis, esta situación de indefensión se produce con frecuencia entre los activistas y disidentes a los que violan sus derechos aquellos mismos que supuestamente deben defenderlos, provocando una situación discriminatoria entre los ciudadanos en función de su activismo e ideas políticas.
Al igual que hiciera el cantante Yotuel en su intervención ante el Parlamento Europeo, Larrinaga comparó el Gobierno cubano con un marido maltratador y consideró de vital importancia que la sociedad civil active todos los mecanismos posibles para denunciar la discriminación y las violaciones de derechos humanos en Cuba.
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