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La complicada situación epidemiológica provocada en Cuba por el coronavirus ha llevado a las autoridades a reforzar las medidas de control, involucrando en esta estrategia al Ministerio del Interior (MININT) que, entre otras tareas, se ocupará de intensificar el patrullaje en el interior de los barrios.
Tras la reunión del gobernante Miguel Díaz-Canel con científicos y expertos encargados de hacer frente a la propagación de la COVID-19, las autoridades decidieron reforzar las medidas de control con el objetivo de incrementar la percepción del riesgo y la responsabilidad individual, así como una “mayor toma de conciencia” sobre la gravedad de la situación.
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En este sentido, según Cubadebate, las autoridades decidieron involucrar a toda la administración pública del país, dando orientaciones a los diferentes ministerios, entre ellos el MININT, encargado de velar por la seguridad del Estado y gestionar el funcionamiento de los cuerpos represivos y la aplicación de medidas coercitivas.
En el caso del MININT, en la reunión se le encargó “mantener el patrullaje en avenidas principales e intensificarlo hacia el interior de los barrios para garantizar el orden interior y el cumplimiento de las medidas de aislamiento”.
La decisión se despliega en un contexto en el que coincide el aumento de casos en municipios como Habana Vieja en la capital, con el brote de manifestaciones de carácter crítico y contestatario por parte de una población abrumada por la escasez de alimentos, el desabastecimiento de farmacias y el deterioro generalizado de sus condiciones de vida.
Asimismo, la dirigencia del país encargó al MININT “aplicar con rigor las sanciones y multas a los padres y/o tutores que permitan la presencia de niños en las calles, no uso del nasobuco e incumplimiento de las medidas de distanciamiento social”.
“La presencia de niños en las calles” como factor de riesgo resulta una consideración llamativa y una curiosa coincidencia con los acontecimientos sociales que se han vivido en los últimos días en la capital. La fiesta organizada por el Movimiento San Isidro en su sede para los niños del barrio, o la protesta de los vecinos ante la detención arbitraria del rapero Maykel Osorbo, en la cual uno de los vecinos se interpone entre el artista y la policía llevando un niño en sus brazos, constituyen precedentes que contextualizan las actuales disposiciones.
Por último, el MININT será el encargado de “garantizar el cumplimiento del cierre de fronteras entre territorios en los que se haya establecido medida de cuarentena por la situación epidemiológica”. Para el cumplimiento de todas estas medidas, el MININT desplegará todas sus capacidades, incluyendo sus fuerzas especiales además de la policía.
El control de la propagación del virus a través de medidas restrictivas es una constante en la mayoría de las sociedades afectadas por la pandemia. Sin embargo la militarización y judicialización de la sociedad en situaciones de emergencia difiere mucho entre sociedades abiertas y democráticas y regímenes dictatoriales y totalitarios.
A finales de marzo, Estados Unidos señaló a Cuba y Venezuela como países que han intensificado la represión contra la disidencia interna aprovechando el pretexto de la pandemia de coronavirus.
“Venezuela y Cuba son dos de los más de 30 gobiernos que han utilizado la pandemia de COVID-19 para justificar, amenazar o castigar a quienes los critican”, advirtió Julie Chung, subsecretaria interina de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado.
La diplomática estadounidense sustentó su crítica citando el informe de Human Right Watch (HRW) “El Covid-19 desencadena una ola de abusos contra la libertad de expresión”.
“Las autoridades cubanas están utilizando las reglas contra el COVID-19 para expandir sus herramientas represivas contra los disidentes”, dijo entonces José Miguel Vivanco, director para las Américas de HRW. “Esto es parte de un patrón más amplio en el que las autoridades cubanas usan cualquier excusa para reprimir sistemáticamente la disidencia”.
El desalojo de la sede del Movimiento San Isidro utilizando el pretexto de la situación epidemiológica, o las elevadas multas por “propagación de epidemia” que imponen a los activistas fueron algunos de los ejemplos más elocuentes que señalaron del uso de la pandemia para reprimir.
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