El nuevo escándalo del mundo del arte cubano tiene como diana al artista conceptual Wilfredo Prieto, que esta semana colgó en su cuenta de Facebook un cartel en el que pide al presidente norteamericano Jose Biden el fin del embargo comercial contra la isla.
Tanto la pose como el cartón en el que está escrito el reclamo parecen imitar los del cubano Luis Robles, actualmente en prisión por plantarse en el boulevard San Rafael, de La Habana, con un letrero en el que pedía "Libertad" y "No + Represión".
Las críticas y los memes no se han hecho esperar. Y van desde quienes califican el cartel de Prieto de una falta de sensibilidad hasta quienes lo juzgan como un ejemplo flagrante de hipocresía y oportunismo.
Un artículo de la periodista independiente Mónica Baró, publicado en la revista El Estornudo, defiende el derecho de Prieto a expresarse pero también le reprocha que "al menos en los últimos tres años no ha compartido en su perfil de Facebook ninguna denuncia sobre la represión en Cuba", y se pregunta si con su gesto el artista "no estará también cuestionando las causas de Luis Manuel Otero, Tania Bruguera y las de todos esos artistas que en los últimos días han estado sometidos en la isla a una violencia más intensa que lo usual, asociada, según se ha dicho, a la celebración del VIII Congreso del Partido Comunista".
"Lo más importante -dice Baró- es la diferencia entre un artista que se manifestó en redes sociales en contra del embargo de Estados Unidos hacia Cuba y un ciudadano común que se manifestó en un espacio público en contra de la represión desplegada por el Estado. Ambos ejercieron un derecho, pero el primero disfruta ahora de su libertad: puede entrar y salir de su casa y de Cuba sin que la Seguridad del Estado se lo impida y cuenta con un taller cultural en un espacio magnífico para realizar diversas actividades. El segundo está encarcelado, sufre malos tratos desde diciembre de 2020 y su destino pudiera ser siete años tras las rejas. El primero no perdió nada en el ejercicio de su derecho; al contrario, puede ganar mucho. El segundo perdió su libertad."
"No podemos decir que los carteles de Wilfredo Prieto y Luis Robles son iguales. La diferencia está no en los mensajes sino en las consecuencias: oponerse al embargo, sin asumir una posición crítica frente al poder político en Cuba, te confiere privilegios, mientras que asumir una posición crítica frente a ese poder político, aun cuando te opongas al embargo, atenta contra tus propios derechos", concluye Baró.
Por su parte, la "artivista" cubana Tania Bruguera también se refirió al cartel de Prieto en términos irónicos y colgó un post con el video del reciente allanamiento de la vivienda de Luis Manuel Otero y sede del Movimiento San Isidro bajo la frase: "Wilfre (Wilfredo Prieto) hablemos".
Más directa ha sido la artista y activista Camila Lobón.
"Lo que pasa es que cuando a Wilfredo o a cualquiera le metan el hierro (que no es ponerle un comentario cuestionador en las redes), sino ser violentado por el estado por expresar lo que sea que crea mientras no incite al odio o la violencia contra otro, yo lo voy a defender. Porque la violación del derecho a las libertades de expresión, cívicas y políticas no tiene lugar en un debate entre ciudadanos que en igualdad de condiciones se cuestionan éticamente unos a otros. Ocurre cuando un gobierno condiciona y sanciona constitucionalmente, por razones ideológicas, derechos universales y pone todo un aparato militar represivo en función de impedir su ejercicio a los ciudadanos, de demolerlos, escribió Lobón en su cuenta de Facebook.
"Y yo me pregunto, esta es una realidad que alguien puede negar, que de verdad nos podemos dar el lujo de seguir negando? Porque no se trata de los 10 a los que nos ponen patrullas, se trata de toda una sociedad destruida, ¿alguien aún no lo ve?", añadió.
En el pasado, Prieto ya ha protagonizado otras polémicas, y no sólo sobre la naturaleza conceptual y provocadora de sus obras. En la actualidad, es uno de los pocos artistas importantes de la isla, además de Alexis (Kcho) Rodríguez, que nunca ha hecho la menor crítica al gobierno. Como premio, según varias fuentes, recibe un trato privilegiado que incluye los permisos oficiales para su casa-estudio-taller, la libertad de viajar y vender sin restricciones y el visto bueno del gobierno a proyectos como el de su reciente obra Viaje infinito, una carretera de cemento ecológico en forma de signo de infinito, recientemente construida en Sancti Spiritus.
La obra conceptual de Prieto, que empezó marcada por una ironía desacralizadora, se ha ido volviendo una especie de adorno elegante y convenientemente apolítico mientras que la prensa y la critica de arte oficialista miman al artista, opinan sus críticos.
Sin duda, su nuevo cartel le traerá, además de los memes, el beneplácito de las autoridades culturales del régimen. Pero mientras tanto, las redes sociales cubanas se dedican a reciclar su extemporáneo reclamo con una mezcla de rabia y humor.
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