Una redada policial contra ciudadanos cubanos que esperaban una guagua en el habanero Parque de la Fraternidad terminó este domingo con detenciones, golpes, insultos y maltratos por parte de agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) contra la población.
Cercana la hora del toque de queda establecido en los protocolos sanitarios anti coronavirus, efectivos de la PNR que se encontraban en los alrededores del Parque se organizaron para multar a los ciudadanos que allí se encontraban esperando una guagua que no pasó a la hora prevista.
“Anoche, la Policía Nacional Revolucionaria reprimió en el Parque de La Fraternidad. No es noticia pero lo hizo. Multaron a personas mayores, por permanecer en la calle después del horario establecido; los más jóvenes pudieron escapar a la saña de sus perseguidores. Simplemente esas personas de a pie esperaban una guagua que nunca apareció. Pero eso no lo tuvo en cuenta la policía, ellos no están para resolver los problemas del transporte”, comentó el periodista cubano Jorge Carpio en Facebook.
Según su pormenorizado relato, los policías actuaron con alevosía, sin importarles las causas por las que esos ciudadanos permanecían en el Parque de la Fraternidad, un sitio en el que tienen parada muchos autobuses de la capital. “En la medida que se aproximaba la hora miraban el reloj, desesperados por cumplir la orden encomendada. A las nueve en punto salieron a reprimir”, indicó el periodista.
“Recordé los perros de la granja de Orwell, a una ciudadanía hambreada que esperaba ansiosa un transporte para llegar a casa. Pero los policías no tuvieron compasión, se dispersaron por el parque, tonfa en mano, y capturaron satisfechos a sus presas amedrentadas”, describió Carpio refiriéndose a la novela del escritor británico George Orwell, ‘Rebelión en la granja’, en la que los perros simbolizan a la NKVD, la policía secreta de la Unión Soviética en tiempos de Stalin.
Comparando la crueldad de los esbirros de Stalin (representado por el cerdo Napoleón en la novela de Orwell) con los agentes de la PNR de Díaz-Canel, el periodista observó cómo estos se comportaron de forma violenta contra la población.
“Los que pidieron explicación no fueron escuchados y los que alzaron la voz fueron conducidos a un camión y llevados para la unidad. Allí no sé qué sucedió aunque lo intuyo”, dijo el periodista. “Se escuchaban los gritos y los golpes de los represores a quienes se oponían. Gritos denigrantes y golpes duros”.
La violencia llegó al punto de no tener consideración con una mujer mayor, jubilada, que pedía clemencia. El hecho de que no hubiera pasado la guagua a tiempo y que la señora fuera “cargada de bultos”, no conmovió a los represores. “¡Si no tiene dinero para pagar la multa, que se la paguen sus hijos, señora!”, le gritaron los policías, según el relato del periodista.
“Por supuesto, en tiempos de dictadura la policía no está para proteger a los ciudadanos. Lo sé. Su función es velar por los intereses del Estado; y sobre todo, proteger a los mandantes que no esperan guaguas en el Parque de La Fraternidad, ni hacen colas para llevarle algo de comer a la boca de sus hijos”, denunció.
Asimismo, el periodista aprovechó para recordar la muerte del joven Hansel Ernesto Hernández Galiano a causa del disparo de un policía en el barrio habanero de Guanabacoa. Ocurrido a finales de junio de 2020, el suceso fue silenciado por las autoridades y por unos familiares que, coaccionados o voluntariamente, respaldaron la versión oficial y criticaron a los medios de prensa independientes que se habían hecho eco de la noticia.
Luego de la noticia del asesinato del joven, artistas, activistas y miembros de la sociedad civil cubana convocaron a manifestaciones pacíficas en todo el país para exigir justicia y oponerse a la violencia policial en la Isla, pero fueron reprimidas y abortadas por la Seguridad del Estado.
Según datos recopilados por periodista independiente Laritza Diversent, directora ejecutiva de Cubalex, ese 30 de junio más de 80 personas permanecieron en arresto domiciliario y casi 50 fueron detenidas por la Policía.
La exhibición de músculo represivo exhibida entonces aplacó los ánimos revueltos de una sociedad cansada de los abusos y la impunidad policial. Aunque miembros de la sociedad civil cubana alzaron su voz para denunciar el asesinato de Hansel, la sociedad cubana en general hizo lo que Carpio describe como “un silencio bochornoso”.
“Los órganos represivos cubanos siguen arremetiendo, y cuando la víctima aguanta los golpes en silencio el maltratador se ensaña, embiste con más fuerza, todo el mundo lo sabe”, concluyó el periodista.
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