El temple del guardameta Unai Simón -tan criticado por su fallo flagrante de unos días atrás- le sacó las castañas del fuego a España y la clasificó para las semifinales de la Eurocopa con un triunfo agónico en penales sobre Suiza.
No importa que los suizos vinieran de vencer al mismísimo campeón del mundo, Francia: el favorito, por historia y por momento de forma, se llamaba España, que en el duelo particular acumulaba 16 triunfos, cinco empates y un solo revés, y en sus dos últimas salidas le había recetado un global de 10 goles a Eslovaquia y Croacia.
Después de la sufrida aunque espectacular victoria sobre Croacia, Luis Enrique decidió devolver a Pau Torres al once inicial en detrimento de Eric García, en tanto Jordi Alba regresó al lateral zurdo por José Luis Gayá, que acabó con molestias el juego ante Croacia.
En el bando suizo, mientras tanto, la ausencia del sancionado Granit Xhaka –capitán y alma del equipo– dejaba el brazalete en manos de Xherdan Shaqiri, y ponía en Denis Zakaria la tremenda responsabilidad de suplirlo en el césped de San Petersburgo.
Apenas habían transcurrido ocho minutos de contienda y ya la mala suerte se cebaba en Zakaria, quien desvió un disparo de Alba y vio cómo la pelota se incrustaba en las redes ante la resignación del guardameta Sommer.
Por cierto, este fue el décimo autogol de la EURO, uno más de los que se produjeron en las 15 ediciones anteriores juntas.
A partir del desafortunado momento, los helvéticos debieron reajustar el libreto defensivo con que habían salido al campo, adelantaron líneas y empezaron a incomodar a España en la salida. Sin embargo, nada de eso movió la pizarra en la primera parte, aunque justo es decir que Suiza forzó numerosos tiros de esquina y logró un par de cabezazos desviados.
Para el complementario, la dirección ibérica sustituyó a Pablo Sarabia por Dani Olmo y, al poco rato, a Morata por Gerard Moreno. La idea del equipo era la misma: al perder el balón, intensidad para recuperarlo; al tenerlo, circulación de vértigo.
Pero Suiza siempre da mucha guerra –pregúntenselo a Les Bleus– y su flexibilidad táctica le permitió amordazar al rival hasta el punto de no permitirle un ataque de peligro desde el episodio del gol en propia puerta. Y así lo hizo hasta que al 68’, un error de los centrales españoles fue duramente castigado por Shaqiri.
Había partido nuevo, y Suiza olió la sangre. Se lanzó entonces en busca de la decisión, pero una rigurosa tarjeta roja a Remo Freuler (m.77) volvió a obligar a cambios en el guion del DT Vladimir Petkovic. A La Roja le quedaba un cuarto de hora para hacer valer la superioridad numérica, mas su escasez de ideas –centros y más centros– facilitaba una y otra vez el trabajo de la defensa suiza.
De manera que hubo prórroga, y en el arranque España empezó a sacar chispas gracias a las internadas de Marcos Llorente –que entró por Koke– y enseguida hubo un pase perfecto de Pedri que Gerard Moreno, increíblemente, desperdició ante la puerta. La sobrecarga física le pasaba evidente factura a Suiza, que le apostaba su vida y esperanzas a la eficiencia de Sommer ante otro trallazo de Alba, un remate exigente de Moreno, un obús de Oyarzábal, un buen disparo de Olmo...
La Roja necesitaba evitar los penales. Sus cobradores arrastraban cinco fallos seguidos (dos en esta Euro), y hace un tiempo el propio Sommer le había detenido dos en un mismo partido a Sergio Ramos. Los esfuerzos eran denodados, los helvéticos vivían un calvario, pero la lata no volvía a abrirse. Y así se llegó a la temida lotería que tan propicia le había sido a Suiza contra Francia, pero esta vez la historia torció el rumbo y Unai Simón supo defender con uñas y dientes a los suyos en una tanda donde paró dos disparos y vio cómo otro más volaba sobre su arco.
España, pues, a semis, contra el que gane entre Bélgica e Italia.
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