Tardocastrismo náufrago y zombie

Desperdiciar la generosidad de Barack Obama, limpiar los aparatos militares y políticos, primero de fidelistas y luego de personas capaces y sustituirlos por fanáticos y estómagos agradecidos es el legado de Raúl Castro al tardocastrismo, fracasando en sus tres principales reformas: Constitución, Económica y Migratoria.

Díaz-Canel y Raúl Castro en acto del 17 de julio en La Habana © Radio Cubana
Díaz-Canel y Raúl Castro en acto del 17 de julio en La Habana Foto © Radio Cubana

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Este artículo es de hace 3 años

El tardocastrismo naufragó con el tsunami cubano del 11J y actúa como zombie político ante los ciudadanos, a los que pretende manipular y engañar con migajas como timbiriches de garaje; mientras arremete contra Joe Biden, que lo dejó claro desde el primer round: El problema lo tienen ustedes, muévanse.

La primera táctica es de viejo manual de la Tercera Internacional comunista, nunca discutir el fondo de los problemas, sino desacreditar al adversario y desviar el foco; de ahí los insultos de mercenarios y otros epítetos, los esfuerzos baldíos de la ineficaz Contrainteligencia para intentar construir una leyenda que vincule las protestas con la CIA y la oposición y elevar a categoría de general los pocos hechos vandálicos ocurridos durante el 11J.


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¿Ha enviado el presidente cubano condolencias a la familia de Diubis Laurencio Tejeda, muerto durante las protestas y calificado de delincuente por el Ministerio del Interior, para asombro de la ciudadanía y sus propios vecinos, que reaccionaron desmintiendo la versión oficial.

La segunda táctica es también antigua y consiste en seguir posponiendo reformas estructurales de la economía para detener el crecimiento imparable de la pobreza y desigualdad, aprovechar el capital humano y fomentar la clase media; e intentar ganar tiempo con migajas que ya no resolverán el drama cubano porque hay más hambrientos que contentos.

Desperdiciar la generosidad de Barack Obama, limpiar los aparatos militares y políticos, primero de fidelistas y luego de personas capaces y sustituirlos por fanáticos y estómagos agradecidos es el legado de Raúl Castro al tardocastrismo, fracasando en sus tres principales reformas: Constitución, Económica y Migratoria.

La clave del éxito político consiste en adaptar la acción gubernamental a las razonables demandas de los gobernados y no al revés, como pretendió el castrismo y ahora insisten sus herederos, deslegitimados e incapacitados para leer Cuba con ojos de futuro y generosidad de estadista.

Al presidente, al primer ministro, al presidente de GAESA y al resto del Buró Político ya no les creen ni en sus casas y lejos de tender puentes siguen ofuscados en el plan de machete y bicho de buey, criminalizando a adversarios y angustiando a miles de padres y abuelos por la suerte de sus descendientes encarcelados y/o juzgados sumariamente; en vez de convocar a la oposición democrática interna y externa, incluidos esos a los que Díaz-Canel llama peyorativamente centristas y no levantarse de la mesa hasta que no alumbren una Cuba diferente.

La única opción que tiene el tardocastrismo es democratizar o morir matando, sabiendo que en la noche de San Bartolomé fallecerán adversarios y empobrecidos, pero también morirá la casta verde oliva y enguayaberada, que son los que más tienen que perder en Cuba porque el resto, incluidos militantes del partido comunista y veteranos de la revolución, solo causarían baja de la Oficoda y de sus centros de trabajo y chequeras con magros sueldos y retiros.

De Fidel seguro, a los yanquis dales duro; Cuba ha pasado a Díaz-Canel singao, un insulto que sintetiza la percepción popular de los acomplejados dirigentes tardocastristas, como un patético Bruno Rodríguez, reclamando a la Casa Blanca lo que no se atreve a exigir en el Buró Político, aunque tuviera que dar un manotazo en la mesa y jugando al despiste de diferenciar al pueblo norteamericano de su gobierno, pese a que fue elegido por el voto democráticos de millones de norteamericanos.

¿Cuántos votos sacaría el canciller si tuviera que competir en unas elecciones democráticas por el municipio de Diez de Octubre, donde la mayoría de los ciudadanos no lo habrá visto en su vida? Tristísimo que, a sus 63 años, tenga que seguir haciendo de bobo solemne para las relaciones exteriores y mascullando idioteces.

El tardocastrismo afronta la más grave y profunda crisis de Cuba con sus principales personeros abrasados políticamente, como quedó evidenciado en San Antonio de los Baños y Palma Soriano, donde cubanos empobrecidos y nacidos dentro de la revolución, abofetearon políticamente a Díaz-Canel y Ramiro Valdés; ¿qué mas pruebas necesitan para reaccionar de una vez? ¿Dónde se escondieron los Valdés Mesa, Marrero Cruz, López-Calleja y demás pancistas?

Los apagones y el coronavirus, citados por el gobierno como causas del descontento popular, siguen jodiendo, a la mayoría de los cubanos, a ritmos trepidantes porque la matriz energética y la potencia médica están exhaustas hasta el extremo de provocar apagones de hasta 12 horas y andar forrajeando jeringuillas por el cruel capitalismo, incluido Estados Unidos.

En vez de malgastar electricidad con absurdos y mentirosos Hacemos Cuba y Mesas redondas, el tardocastrismo terminal debería pedir perdón a los cubanos y convocarlos a construir una nación vivible sin represores, sin discursos totalitarios, para favorecer que los pobres de la tierra vivan con la tranquilidad que alimentarse y curarse no sea angustioso a precios neoliberales, que el peso no siga avasallado por el dólar norteamericano, que una guagua limpia pasará a su hora para llevarlo y traerlo del trabajo al que acuda a producir y no a tener que robar para sobremorir, que la pila tenga siempre agua, que el chucho de la luz alumbre, que sus hijos y nietos no tengan que emigrar, a riesgo de morir.

Cualquier persona sensata entiende la importancia crucial de detener y revertir el deterioro de Cuba; ¿cómo es posible que los dirigentes comunistas, a los que suponemos virtuosos e inteligentes, hagan gala de tanta cobardía y torpeza, leyendo el mapa sociopolítico al revés y provocando tanta ruina, desolación e ira?

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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