Yunior García pone en jaque al tardocastrismo y en vilo a Cuba

La dictadura tendrá que decidir cómo afronta el reto Yunior y tiene tres opciones: Negar la autorización y aguantar las críticas internacionales y cubanas, autorizar las marchas ciudadanas y sentar las bases del entendimiento entre cubanos o autorizarlas, pero ordenando a sicarios infiltrarlas y cometer actos violentos para intentar deslegitimarlas.


Este artículo es de hace 3 años

Yunior García Aguilera, un dramaturgo talentoso y de modales exquisitos, tiene en jaque al tardocastrismo por su cuidadosa estrategia cívica y política, que combina el diálogo sosegado con Silvio Rodríguez -desnudando al inservible y represivo Ministerio de Cultura- con reclamos por la democracia, amparados en la propia Constitución comunista de 2019, que ahora puso en tres y dos al presidente Díaz-Canel.

Yunior García promueve una manifestación pacífica el próximo 20 de noviembre, para la que ha pedido los preceptivos permisos a las autoridades competentes, aprovechando que, cinco días antes, el gobierno levantará la veda turística impuesta por la pandemia de coronavirus y que Díaz-Canel reclamó "unidad en la diversidad" ante la reciente cumbre de CELAC, en México.


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La dictadura tendrá que decidir cómo afronta el reto Yunior y tiene tres opciones: Negar la autorización y aguantar las críticas internacionales y cubanas, autorizar las marchas ciudadanas y sentar las bases del entendimiento entre cubanos o autorizarlas, pero ordenando a sicarios infiltrarlas y cometer actos violentos para intentar deslegitimarlas.

En el primer caso, ordenará un enjuague jurídico al canalla José Luis Toledo Santander, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales del obediente parlamento, destructor de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, donde persiguió a Julio Fernández Bulté y su hijo, y conspirador contra el finado Juan Escalona Reguera, Homero Acosta y Esteban Lazo; por sus ambiciones de ser Fiscal General y luego presidente de la Asamblea Nacional.

Oficiales de la Contrainteligencia Interna andan recorriendo barrios a lomos de Suzuki, intentando persuadir e intimidar a quienes han firmado la solicitud de permisos para la marcha, presionando incluso a sus familiares, apelando a la Patria y toda esa simplonería argumental de los mancilladores de la nación.

Algunos represores y burócratas propondrán convocar contramarchas revolucionarias, pero el vacío de La Piragua, desaconseja andar midiendo fuerzas, y teniendo en cuenta que el turismo -como el dinero- es lo más cobarde del mundo, una imagen de coronavirus galopante y tensiones callejeras ahuyentan a los viajeros, como esos rusos traidores que se han ido a República Dominicana.

Con la segunda variante, el gobierno se anotaría un gol político, bajando la tensión acumulada desde la represión del 11J y cumpliendo con su propia Carta Magna, pensada originalmente para que sirviera de base a una reforma política de mayor calado, pero Raúl Castro paró los cambios constitucionales, migratorios y económicos, por broncas con el entrometido Fidel y asustado por el impacto de Barack Obama, especialmente entre los cubanos más empobrecidos.

Los reformistas que simulan en la cumbre y aledaños del tardocastrismo apuestan por esta opción porque saben que el horno no está para galleticas, y que el clima sociopolítico cubano es de alto voltaje por hambre de comida y medicamentos, desgarros emocionales del coronavirus y los crónicos apagones por anemia petrolera y vejez de la matriz electroenergética, que no alumbra ni es nacional.

La tercera vía es la preferida por los dinosaurios pirómanos, incluidos generales y coroneles prosirios con mando en plazas, convencidos de que los fuegos se apagan con gasolina y persuadidos que los cubanos son tontos y van a creerse el montaje propagandístico que implica tan riesgosa operación subversiva; que tampoco sería novedad, pues Fidel Castro la puso en práctica en 1980, contra los cubanos que se refugiaron en la Embajada de Perú y huyeron del paraíso proletario por Mariel.

Mientras llega el desenlace, los cubanos van enterándose por los altoparlantes de la dictadura, incluidos gusañeros a salvo de la Oficoda y las bajadas de cataos, que Yunior García es la peor persona del mundo, mal agradecido porque habría recibido 21 mil dólares del ICAIC y paga con la marcha que mantiene en vilo a Cuba y en jaque al tardocastrismo.

La Contrainteligencia anda cada día más errática o pícara porque consentir que los burócratas culturales financien a adversarios es una falla injustificable, especialmente en tiempos de vacas flacas, donde cada centavo de dólar que no caiga en las arcas de la gandía GAESA debía destinarse a proyectos revolucionarios como las tripas alimentarias de Sobrino, las piñas de contén del espía bobo y cederista y los "asaltos" de Díaz-Canel a barrios empobrecidos.

Ya sabíamos que -desde 1959 y hasta que aguante- los cubanos estamos en deuda eterna con la revolución y, maldiciendo a nuestros padres y abuelos, porque -en vez de llevarnos a colegios y clínicas privadas, de las tantas que abundan en el comunismo de compadres- cometieron la torpeza de educarnos y curarnos en el sistema estatal socialista.

Oyendo a los papaloteros almibarados del tardocastrismo, parece que los cubanos siempre tendríamos que estar enfermos, estudiando y agradeciendo; y no creer a los gusanos mentirosos que atribuyen a los estados la obligación de velar por la educación, la salud y la prosperidad de los ciudadanos, como dijo el compañero Díaz-Canel ante Naciones Unidas.

Menos mal que Yunior García es un joven sano, inteligente y fuerte, criado por la revolución, que no escatimó medios para hacer otro hombre nuevo, pero el prefirió ser un cubano que no simula; y evitarse el riesgo del sargento Mario Terán, asesino del Che, que lo llevaron a operar de la vista a La Habana, para que viera lo bueno que era Evo Morales.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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