Yvis Abadin asegura que su hijo no lanzó la piedra que rompió un cristal de la patrulla que estaba en la calle Villegas, en La Habana Vieja, la noche del 12 de julio. La piedra voló desde un edificio cercano al sitio donde su hijo Michael estaba sentado conversando junto a otro adolescente. La patrulla estaba a unos 60 metros de ambos. Ella lo sabe porque habló con al menos seis testigos del hecho, y aunque ninguno supo decirle quién arrojó la piedra, todos coincidieron en que su hijo era inocente.
El arresto, de hecho, tuvo lugar una hora después de la pedrada, es decir, que su hijo habría permanecido sentado en el mismo lugar como si nada hubiera pasado. “Como todo el que no tiene delito, él no vio maldad –dice la madre–. Michael siempre ha sido un niño estudioso, muy preparado, siempre ha sido un ejemplo de niño”. Y tampoco mostró resistencia cuando varias personas vestidas de civil se presentaron ante él y su amigo y exigieron sus documentos.
Patricia Cepeda, quien fue profesora de Michael en el colegio español de La Habana donde cursara sus estudios, declaró a CiberCuba que Michael es "un chico tímido, tranquilo, amistoso, que nunca estaba metido en problemas, y mantenía buenas relaciones con sus compañeros y profesores".
"Era muy cariñoso y protector con su madre, porque sabía que era único hijo y sus padres eran ya mayores", dijo.
Al otro adolescente no se lo llevaron porque su familia habría salido en su defensa alegando que era menor de edad. “Pero claro, como no estaba Mike a la vista mía, se quedó desamparado, y ellos se lo llevaron”, precisó Abadin, en entrevista con CiberCuba.
Aseguró que, hasta ahora, nadie ha ido por la zona a escuchar lo que tienen para decir los vecinos. Desde el 12 de julio, Michael Carey, un joven de 19 años que es ciudadano cubano y canadiense, porque su padre es canadiense, se encuentra privado de libertad y bajo un proceso de investigación.
No ha sido sometido a un juicio, su madre ni siquiera sabe cuándo se realizará el juicio o si se realizará. El abogado de su caso solo le dice lo mismo que dicen otros abogados de personas detenidas tras las protestas antigubernamentales del 11 de julio: que todo seguirá así “hasta que el fiscal decida”.
Hace más de dos meses que Yvis no ve a Mike. La última vez que lo vio fue el mismo día de la detención. No les han permitido verse. Además, antes de saber dónde estaba su hijo, transcurrieron unas 72 horas de total incertidumbre.
El aviso de su paradero le llegó por una llamada telefónica de una instructora de la estación policial ubicada en Picota 209, en La Habana Vieja. La instructora, recuerda Yvis, le informó que Michael estaba detenido por atentado y se encontraba bajo investigación; que habían hecho “la prueba del olor” con la piedra lanzada a la patrulla y el resultado había sido positivo; que podía ir a llevarle cigarros y aseo, nada más.
Yvis cuenta que la oficial también agregó que allí sabían que el muchacho y ella eran “unos desafectos a la sociedad”, expresión que puede entenderse como “contrarios al gobierno” o “contrarrevolucionarios”, y que eso les perjudicaba.
Casi diez días permaneció Michael en Picota 209 antes de ser trasladado, el 21 de julio, a la prisión de jóvenes de occidente de El Guatao, en La Habana. Ahí es donde se encuentra actualmente. Cada 15 días, los miércoles, su madre va a llevarle algo, lo que puede.
Yvis, de 49 años, es ama de casa. Dice que siempre se ha dedicado a sacar adelante a su hijo y que vivían de una manutención que recibían del padre de Michael, que reside en Canadá. Sin embargo, desde finales de abril, cuando ocurrió el incendió en su casa, perdió la comunicación con el padre.
En el incendio lo perdieron prácticamente todo. No quedó ni un solo equipo electrodoméstico. Los cristales de las ventanas se reventaron y las paredes quedaron negras y dañadas. Todavía hoy Yvis no sabe decir la causa. Cuenta que estaba ella junto a su hijo en una habitación mirando la televisión y, de pronto, cuando salieron a la sala, el sofá estaba en llamas. Desde entonces, no hay electricidad en la vivienda.
Con Michael en la cárcel, la situación familiar se ha resentido aún más, aunque sin dudas lo peor es no tener noticias suyas luego de saber, hace unas dos semanas, que tenía en el cuerpo y en los ojos una tonalidad amarilla.
De acuerdo con las estadísticas construidas por activistas y expertas de la organización independiente Cubalex, más de mil personas han sido detenidas por haber participado de alguna forma en las protestas antigubernamentales de mediados de julio. De ellas, 536 permanecen privadas de libertad, mientras que 466 han sido excarceladas.
Entre los cientos que hoy siguen en prisión, hay ocho menores de 18 años, cinco jóvenes con 18 años cumplidos, siete con 19, ocho de 20, y 17 con 21 años. Ahí en esas cuentas, está Michael Carey, posiblemente enfermo.
"Mi hijo es lo más grande de mi vida y no tan solo lo cuido sino que no descansaré hasta verlo libre y con buena salud", concluyó la madre.
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