Fallecen de coronavirus dos eminentes médicos cubanos

“Tenemos que informar de dos grandes pérdidas para la Salud Pública cubana y para sus familias. Los profesores Héctor Terry Molinet, de mucha experiencia como epidemiólogo; y el profesor Ricardo González, reconocido psiquiatra dedicado a las adicciones”, dijo el Dr. Francisco Durán.


Este artículo es de hace 3 años

Los reconocidos médicos cubanos Ricardo González Menéndez y Héctor Terry Molinet fallecieron este viernes a causa de complicaciones derivadas de haber contraído el coronavirus en Cuba.

“Tenemos que informar el fallecimiento de dos médicos, dos grandes pérdidas para la Salud Pública cubana y para sus familias. Los profesores Héctor Terry Molinet, de mucha experiencia en el área de sanitarista, como epidemiólogo; y el profesor Ricardo González, psiquiatra reconocido, dedicado a las adicciones”, dijo el Dr. Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (MINSAP).


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Nacido en Pinar del Río el 15 de enero de 1936, el Dr. Ricardo Ángel González Menéndez fue un destacado psiquiatra, médico y ensayista cubano. Doctor en Ciencias, doctor en Medicina, especialista de II Grado en Psiquiatría, doctor en Ciencias Médicas, profesor consultante y titular de Psiquiatría del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, el profesor González Menéndez fungió además como presidente de la Comisión Nacional de Ética Médica.

“La marihuana es una droga dura que se incluye junto al alcohol y otras, entre las primeras sustancias psicoactivas capaces de transformar notablemente el comportamiento humano”, declaró en 2015 el Dr. González Menéndez al valorar la tendencia actual a “ese fantasma” de la legalización de la marihuana, la droga ilegal más consumida en el mun­do entero, según Granma.

El profesor, con más de 30 años de experiencia en el tratamiento y deshabituación de pacientes adictos señaló que es urgente derribar mitos, con realidades que son ciencia constituida. Hay suficientes informaciones científicas actualizadas sobre el desencadenamiento de esquizofrenia, deterioro cognitivo, acción cancerígena y violencia sorpresiva de la marihuana, indicó entonces González Menéndez.

Por su parte, el Dr. Héctor Terry Molinet formó parte de la primera graduación de médicos que obtuvieron su título después de 1959, luego de haber empezado la carrera durante el período de gobierno del dictador Fulgencio Batista. A la fecha, ostentaba la condición de miembro de honor de la Sociedad Cubana de Salud Pública (SOCUSAP).

Como miembro del Directorio Revolucionario, el Dr. Terry Molinet se unió a la lucha insurreccional contra el director y fue compañero de jóvenes como José Antonio Echeverría y los conocidos como mártires de Humboldt 7: los combatientes Fructuoso Rodríguez, José Machado Rodríguez, Juan Pedro Carbó Serviá y Joe Westbrook.

Tristemente conocido por el episodio de la neuritis óptica, el Dr Terry Molinet fue destituido por el dictador Fidel Castro en abril de 1993, cuando declaró públicamente que dicha enfermedad obedecía a carencias alimentarias de una población que, por aquellos años, se adentraba en la grave crisis económica conocida como “período especial”.

Pese a sus méritos históricos como luchador antibatistiano y epidemiólogo de reconocido prestigio, como demostró en su acertada estrategia contra la epidemia de dengue en 1983, el Dr. Terry Molinet tuvo “la desgracia de sobrevivir a su infierno personal provocado por el dictador Fidel Castro Ruz que, en un arranque de rabia, decidió borrarlo del mapa político y sanitario del país”, según señaló en este medio el periodista Carlos Cabrera a comienzos de 2020.

Según reseñó en un artículo, “la primavera de 1993 fue el fin de Terry Molinet como viceministro de Salud Pública a cargo de la Higiene y Epidemiología, tras afirmar delante del propio Castro, en una reunión de cuadros y funcionarios médicos, que la epidemia de Neuritis óptica obedecía a las carencias alimentarias de los cubanos y no a dos "agentes químicos de origen desconocido".

Utilizando esta hipótesis nunca demostrada, la propaganda oficial apuntaba al eterno culpable, Estados Unidos, para justificar su propia incompetencia. La anécdota del Dr. Terry Molinet fue una más en la larga lista de arbitrariedades de la cúpula del régimen cubano.

Sin ir más lejos, en 2019, el MINSAP prohibía a los médicos cubanos decir que estaban afrontando un brote de cólera, proveniente de Haití, e impusieron la nomenclatura EDA (Enfermedad Diarreica Aguda).

Luego de su defenestración como viceministro, el Dr. Terry terminó sus días laborales entre la atención a los combatientes de la revolución en La Habana e ilusionado con conseguir financiación extranjera para lanzar un programa de balneoterapia, restaurando los balnearios que la “gesta revolucionaria” en la que participó, había destruido previamente.

La aparición del SIDA en Cuba también encontró al Dr. Terry Molinet ejerciendo como viceministro de Salud Pública, a cargo de la Higiene y Epidemiología. “El SIDA es un tema terriblemente apasionante, llegó a ocupar el 90% de mi trabajo como viceministro de Salud Pública”, afirmó en una entrevista en marzo de 2020.

“Solo me preocupaba cumplir el compromiso de honor hecho para que el VIH no se convirtiera en un problema de salud. Realmente, el surgimiento de la enfermedad cambió el curso de la historia de la humanidad, nos cambió a todos”, afirmó este doctor que participó en la reunión convocada en 1983 por la Organización Panamericana de la Salud para combatir el flagelo, y en la cual se defendió como representante de Cuba de las especulaciones de que dicha enfermedad había sido “exportada” de África por los soldados cubanos destinados en Angola.

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