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El escritor cubano Pablo Armando Fernández falleció este miércoles en La Habana a los 91 años, informaron medios oficiales.
Aunque la causa del deceso no fue anunciada en las notas de prensa, fuentes familiares revelaron que el escritor fue víctima de la COVID.
Autor de obras como "Los niños se despiden", Premio Casa de las Américas 1968; "Golpe de dados", o la primogénita "Salterio y lamentaciones", Fernández nació en el Central Delicias, en la antigua provincia de Oriente, el 2 de marzo de 1930.
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Cursó la primera enseñanza en su pueblo natal y luego se trasladó a Estados Unidos. Estudió en la Washington Irving High School de Nueva York hasta 1947. También matriculó algunos cursos en la Columbia University de Nueva York.
En Estados Unidos residió entre 1943 y 1959. Con el triunfo de la Revolución regresó a Cuba donde desarrolló una intensa vida cultural.
Fue subdirector del periódico Lunes de Revolución, secretario de redacción de la revista Casa de las Américas, jefe de publicaciones de la Comisión Nacional de Cuba en la UNESCO, miembro del Consejo Editorial de la Academia de Ciencias de Cuba, secretario del Centro Cubano del PEN Club Internacional y director de la revista UNION. También fue miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua y correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española.
Participó como jurado del Premio Casa de las Américas, del Festival de Cine Latinoamericano de La Habana y en el del Premio Miguel de Cervantes (1992). Viajó por países de Europa, Asia, África, América y Oceanía, asistiendo a numerosos encuentros de escritores y ferias del libro. Su labor académica, como conferencista, lo condujo a decenas de universidades, tanto de Estados Unidos como de Canadá, México, Panamá, Venezuela, Colombia, Puerto Rico, Barbados,República Dominicana.
En Reino Unido se desempeñó durante tres años como consejero cultural, desde 1962 a 1965.
Habitual oficialista, Pablo Armando navegó en las procelosas aguas de la cultura cubana de los años 70, hasta obtener varias prebendas institucionales.
Sin embargo, en 1991, tras firmar (sin leerla, según dijo) la llamada Carta de los Diez que pedía cambios en el país, y que provocó la expulsión de su amigo, el escritor Manuel Díaz Martínez de la Unión de Escritores, criticó tímidamente la censura.
En mayo de 1994, participó por en el famoso encuentro de escritores cubanos en Estocolmo, un intento (fracasado) de diálogo sobre la democratización en la isla.
Años después, tras haber sido engullido por el oficialismo, aseguró: "La idea del socialismo sigue siendo fascinante y se debe seguir intentando".
Su obra, que incluye numerosos libros de poesía (20 en total), tres novelas, un volumen de relatos y uno de ensayos, ha sido traducida a diferentes idiomas. En 1996 el Ministerio de Cultura de Cuba le otorgó, por la importancia de su obra, el Premio Nacional de Literatura.
El gobierno le dedicó la Feria del Libro de 2003.
Al dar la noticia de su muerte y ofrecer las condolencias a sus familiares, el Ministro cubano de Cultura, Alpidio Alonso, Alpidio Alonso, lo llamó "uno de nuestros escritores más queridos".
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