“La violencia es el último recurso del incompetente”.
Isaac Asimov
Terminó el día 15 de noviembre y el resultado, no por predecible, ha sido menos importante: la dictadura no dejó marchar a los cubanos en Cuba.
Hemos visto marchas en todo el mundo, desde Miami hasta Islandia, en algunas se reunieron un puñado de cubanos y en otras participaron cientos. En todas se pudo ver una cosa: fueron marchas pacíficas. En todas ellas, se pudo apreciar a las autoridades de cada país cuidando la marcha, garantizando la seguridad de los protestantes y que todo transcurriera correctamente. En todas ellas, los gobiernos locales dieron autorización para que se llevaran a cabo. En todas ellas, los cubanos pudieron manifestarse sin miedo a la represión o a represalias. En todas ellas, vimos lo que no pudimos ver en Cuba.
En Cuba ningún cubano pudo marchar libremente. El día 14 se impidió salir de su casa a Yunior García, la cara más visible de Archipiélago, quien había anunciado que iba a marchar solo. Su casa fue bloqueada, se les impidió el paso a personas en los alrededores de su vivienda, se organizó un acto de repudio en su edificio y hasta las ventanas de su apartamento fueron tapadas para impedir que mostrara un cartel.
El día 15 amaneció con actos de repudio frente a la mayoría de las casas de los miembros de Archipiélago. Saily González, los familiares de Andy García Lorenzo o la sede de UNPACU en Cienfuegos sufrieron la violencia de unas hordas embravecidas, que cuesta creer estén formadas por los propios cubanos.
En actos muy acordes con la frase del tirano Díaz-Canel, “somos continuidad”, volvimos a escuchar las consignas “Pin pon fuera, abajo la gusanera”, “Esta calle es de Fidel” y otras traídas de un pasado reciente, cuando los mítines de repudio eran cosa cotidiana. Cubalex registró 168 actos de hostigamiento contra la sociedad civil cubana entre el 13, 14 y 15 de noviembre.
Los pocos que se atrevieron a salir fueron reprimidos y arrestados de manera inmediata. Los hermanos de la familia opositora Miranda Leyva fueron llevados violentamente en lo que pareció un secuestro mafioso; Carolina Barrero, arrestada al salir de su casa; los activistas Berta Soler y Ángel Moya, detenidos al salir a marchar... y así muchos otros.
Hemos visto violencia en las calles de Cuba, ejercida por tropas de la dictadura, policías, esbirros, paramilitares, brigadas de “respuesta rápida”. Hemos visto cómo militarizaron las ciudades.
La “continuidad” confirma que el régimen no ha cambiado, el régimen siempre fue así de violento, o peor, ahora que saben que actúan bajo la mirada del mundo, han tratado, quizás, de “medirse” porque saben que hay un celular en cualquier esquina. Antes actuaban completamente en la sombra. Sus acciones criminales quedaban sin documentar, impunes. Y aún así, lo que hemos visto el 15N nos pone los pelos de punta.
El 15N el régimen que quiere venderse como democrático, pacífico y amante de la paz, mostró a todos su verdadera cara: intransigente, retrógrada, vulgar, violenta, despreciable, y lo hizo ante la mirada atenta de todo el mundo.
Era obvio que la dictadura no iba a caer el 15 de noviembre. La transición a la democracia en Cuba no va a ser cosa de un día, pero ayer se dio un paso más. Lo que empezó con el Movimiento San Isidro no es cosa de un solo cubano, ni de un grupo específico. Las iniciativas han fluido de manera natural de unos a otros, del MSI al 27N, de estos a Archipiélago, de Luis Manuel Otero a Yunior García, pasando por otros tantos nombres que ya es imposible listar en un simple párrafo… y vendrán otros.
Vendrán otros con nuevos proyectos, nuevas ideas, nuevas formas de protesta. El régimen los seguirá llamando mercenarios, pero eso ya no se lo cree nadie. Si una cosa hemos visto es que los “mercenarios de la CIA” no viven con ningún lujo, son personas humildes, de pueblo, con viviendas que reflejan la realidad del país, a medio construir, depauperadas, sin pintura; algunos viven en condiciones precarias. Si fueran mercenarios, ¿dónde han metido los millones que han recibido? ¿Tienen cuentas en Suiza mientras viven así?
Los que sí tienen cuentas en Suiza son los tiranos que oprimen al pueblo cubano. Ellos residen en mansiones con piscinas en Miramar, Siboney y El Laguito, viajan en BMW, aviones privados y yates de lujo. Ellos viven una vida de millonarios mientras los cubanos mueren por falta de atención médica.
El régimen tendrá que recurrir cada día más a la violencia, porque “la violencia es el último recurso del incompetente”. Y esos son los tiranos que hoy gobiernan nuestra isla: una panda de incompetentes sin escrúpulos.
El día 15 de Noviembre los cubanos se pudieron manifestar en todo el mundo menos en Cuba. ¿Ha quedado claro?
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