La periodista oficialista Arleen Rodríguez justificó los actos de repudio contra activistas de la sociedad civil en Cuba como una reacción de un pueblo que “también se cansa” del discurso crítico de aquellos, y que “tiene derecho a defender” sus ideas de esa forma incívica.
“No me gustan los actos de repudio. No comulgo con algunas cosas”, empezó diciendo Rodríguez, al tiempo que reconocía que dichos actos no son bien vistos por los “segmentos intelectuales” que consideran “víctimas” a quienes los sufren. Pero…
“Pero… y ¿cómo le llamamos a lo que han hecho durante meses, meses y meses sobre Cuba; lo que han dicho sobre nuestro presidente, sobre el país, sobre nuestro propio canciller?”, preguntó la periodista oficialista en el programa de este lunes de la Mesa Redonda de la televisión cubana.
“¿Cómo calificamos esos actos de odio, lo que le han hecho a Israel Rojas, a Raulito Torres, a la propia Haila en Canadá? La persiguieron y le hicieron ¿un acto de repudio? No, aquello era acoso”, continuó interrogando la tertuliana para llegar a la explicación con la que justificó los “actos de repudio”.
Afirmando haber “visto cosas muy terribles en las redes sociales”, la periodista llegó a la conclusión de que, ante la libertad de expresión que caracteriza a las redes sociales, “lo que pasa es que el pueblo también se cansa, y la gente tiene derecho a defender la revolución”.
Sin un ligero rubor, sin la más mínima duda, la periodista oficialista Arleen Rodríguez equiparó el ejercicio crítico y la libre expresión en las redes sociales con los “actos de repudio” de una turba frente a una persona o a su vivienda y con su familia dentro. Equiparó la violencia de expresiones escritas con la violencia de amenazas e insultos proferidos a viva voz por una masa de esbirros ante personas desprotegidas por las autoridades. Equiparó el mundo virtual con el físico, donde un exaltado con un machete en la mano sobrepasa en violencia a mil tuiteros.
“A veces somos demasiado nobles en nuestra percepción de las cosas y se nos puede olvidar a cuantos de nosotros nos han literalmente linchado en las redes sociales por levantar la voz en defensa de la revolución”, apostilló la periodista.
Para reforzar su argumento, González citó un fragmento de un artículo publicado por Agustín Lage en Cubadebate: “desconfíen siempre de los que protestan sin tener propuestas”. Reduciendo el malestar en Cuba a una cuestión de dos bandos -los que aman y fundan, y los que odian y destruyen (sic)-, la periodista preguntó: “¿Dónde está el programa de esta gente que lo único que quiere es la destrucción?”.
“Entonces no se asusten cuando hay actos de repudio. Cuando la gente ve en riesgo lo que tiene, y saben en qué bando está, lógicamente van a pasar esas cosas”, concluyó Arleen González, repitiendo una vez más que ella, allá en lo más íntimo de sí, no es “de las que cree que sean buenos los actos de repudio”.
No, González no cree que sean buenos los “actos de repudio”, pero los justifica, como el que cree que la pena de muerte no se debería aplicar, pero en según qué casos.
“Ustedes hacen sus actos de repudio en las redes, linchan, humillan, ofenden. Tratan de desmoralizar y descapitalizar ideológicamente a la gente… bueno, tendrán que asumir lo que la gente les responda”, resumió la periodista oficialista.
Este lunes, luego de una jornada marcada por la militarización de las calles de Cuba y la movilización de "civiles" para participar en "actos de repudio" contra activistas y sus moderadores, la plataforma Archipiélago condenó estas prácticas del régimen totalitario cubano para impedir las manifestaciones del 15N.
“Condenamos la instrumentalización de la población cubana por parte de un régimen de oprobio que no hace más que enfrentar a cubano contra cubano. Eso se tiene que acabar. Todos los cubanos tienen los mismos derechos”, indicó este lunes Archipiélago en sus redes sociales.
Al denunciar los actos de repudio sufridos por dos moderadoras de la plataforma, Archipiélago calificó de “detestables” estas prácticas excluyentes y violentas, que no hacen más que promover la división y el odio entre los cubanos, y los aleja del civismo necesario para avanzar hacia una sociedad abierta, inclusiva y democrática.
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