Hasta noviembre de 2021 un total de 17,603 cubanos se arriesgaron a cruzar la Selva del Darién con el propósito de llegar a Estados Unidos y escapar de la difícil situación social, económica y política que atraviesa la isla.
A pesar de las limitaciones fronterizas que impuso la pandemia de COVID-19, la crisis migratoria en Cuba reflejó cifras alarmantes.
Las autoridades del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) de Panamá refirieron que los migrantes de la Mayor de las Antillas que cruzaron uno de los corredores migratorios más peligrosos del mundo solo son superados por los haitianos, en tanto, en el tercer lugar de la lista aparece Venezuela.
Según datos de esta institución panameña, durante el año que está por concluir más de 130,000 personas cruzaron esa zona que comunica a Panamá con Colombia, para llegar primero a México y luego seguir hasta Estados Unidos o Canadá.
Santiago Paz, Jefe de Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Panamá, destacó la peligrosidad de esa ruta migratoria que también es escenario para incontables operaciones de narcotráfico, por lo que se ha ganado el apelativo de “El camino de la muerte”.
Los migrantes que por allí cruzan se exponen a las bandas del crimen organizado que operan en la zona, además de que allí las condiciones climáticas resultan extremas y siempre están al acecho de animales salvajes.
Durante los primeros nueve meses de 2021, la Organización de Naciones Unidas contabilizó tres veces más inmigrantes que en 2016, cuando se estableció un récord de 30,000 personas. Las condiciones sociales determinadas por la pandemia condicionaron también este aumento de la migración irregular.
Dentro de los sucesos más trágicos en la Selva del Darién sobresale la muerte de un niño cubano, que tuvo que ser enterrado allí por su padre. Días antes la madre también perdió la vida mientras cruzaba desde Colombia.
Recientemente la Organización Humanitaria Internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) informó que quienes se adentran en esa ruta, presentan luego síntomas de sufrimiento y fatiga mental. Esta ONG declaró que son frecuentes también los casos de depresión, autolesión e incluso suicidio.
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