Orfandad de liderazgo en Cuba

Popularidad del "Pagador de promesas" y José Rubiera confirman que los cubanos aguardan propuestas sensatas, realistas y valientes.

El "Pagador de promesas" llegando a Camagüey © Facebook / José Alemán Mesa
El "Pagador de promesas" llegando a Camagüey Foto © Facebook / José Alemán Mesa

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Este artículo es de hace 2 años

La orfandad política es el rasgo predominante en Cuba, donde liderazgos espontáneos como los del meteorólogo José Rubiera, con un perfil de servicio público, y del "Pagador de promesas", Omar Quintero Montes de Oca, generador de adhesiones populares espontáneas, evidencian la crisis general.

La casta verde oliva y enguayaberada está instalada en la decrepitud, la cobardía y la sinrazón políticas; como demostró el delictivo llamado a la guerra civil entre cubanos del atormentado presidente Díaz-Canel, la tarde del 11 de julio.


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La oposición, vilipendiada y hostigada, sigue insistiendo en el diagnóstico y la denuncia, pese a que muchos cubanos reclaman una oferta alternativa de gobierno para saber cómo manejarán los asuntos que incumben a todos como la libertad, el empobrecimiento y la desigualdad, agravados por la hiperinflación y la dependencia del dólar norteamericano, el deterioro de la salud, la educación y las viviendas, el envejecimiento de la población, la violencia machista y la siniestralidad vial y laboral entre otros muchos males acumulados.

El binomio militares-Iglesia católica también ha sido superado por la empecinada realidad cubana, que no reconoce autoridad legítima a ambas nomenklaturas, que comparten intereses e implantación territorial, pero las dos instituciones están mermadas y paralizadas por la gravedad que aflige a la nación.

Otro rasgo de la orfandad cubana es el hábito de nombrar mal los asuntos, predominante en el discurso gubernamental, pero que también alcanza a opositores y medios de comunicación independientes; que no siempre consiguen el tono adecuado para acompañar las ansias de libertad de muchos compatriotas.

Cuando una civilización nombra mal las cosas, muestra temor a asumir lo que es un secreto a voces en casas y calles, y se somete al tacticismo de lo políticamente correcto, agoniza y es inservible para la mayoría; de esa ecuación vienen los cambios verdaderos, que se producen al margen de las academias y doctrinas de pensamiento político, como ocurrió con la propia revolución cubana de 1959.

Rubiera tiene asegurado un sitio en el aprecio de muchos cubanos porque ha sido la señal realista de peligro frente a huracanes y ciclones, que solo desnudan la pobreza inclemente porque destruyen ruinas y malas construcciones.

El "Pagador de promesas" ha conmovido a los cubanos con una cruzada por la salud de su hijo, de Occidente a Oriente, recibiendo solidaridad de mucha gente que apenas tiene nada para compartir porque el gobierno los ha reducido a la condición de mendigos y rehenes del comunismo de compadres; y tras el azote del coronavirus que destrozó el mito de potencia médica, uno de los eslóganes oficiales más persistentes en la mentira oficial.

Una vez desterrados varios de los protagonistas del 27N, 11J y 15N y a la espera de lo que ocurra finalmente con los principales líderes del Movimiento San Isidro, ahora encarcelados, la oposición cubana está obligada a reinventarse para salvar la espuria distancia que la represión totalitaria establece entre ellos y el resto de los dolientes, que son inmensidad.

Los derechos humanos y las denuncias sobre la represión no deben seguir yendo en paralelo a los sufrimientos de la mayoría de los cubanos para alimentarse, curarse, bañarse, vestirse, educarse y trabajar y que aguardan propuestas sensatas, realistas y valientes.

Los cubanos debemos aprender a pensar como país y la oposición, incluida la exiliada, debe comunicarse con el pueblo, que es su público objetivo, para promover la identificación de la ciudadanía con su ideario y acción y cambiar el viejo e injusto orden impuesto y tambaleante.

Si la oposición política, incluida la exiliada, siguen marchando a velocidad desigual a la mayoría de los cubanos, otro 11J sorprenderá por igual a gobierno y opositores porque Cuba ha empeorado en todos los ámbitos, la represión ya moviliza a madres, padres y abuelos que fueron revolucionarios y los caminos del éxodo están agotados por le geopolítica norteamericana y sus cooperadores necesarios en América Latina.

La sociedad cubana ha hecho retroceder a la casta verde oliva y enguayaberada en varias ocasiones, desde finales de 2019, con manifestaciones espontáneas, el aldabonazo del 11J y la devolución de la criminal "Tarea ordenamiento"; ahora solo faltan líderes que canalicen esa energía popular contra el totalitarismo, poniendo a los ciudadanos en el centro de su estrategia política.

Mientras eso no ocurra, la élite comunista seguirá durmiendo con un ojo abierto, pero en palacios y mansiones; creyéndose a salvo del volcán que los abrasará, si no asumen la normal pluralidad de la calle, como política de gobierno.

Renovarse o morir es la consigna que Cuba necesita, incluidos los valerosos y vilipendiados oposición y exilio, que ya tienen claro la gravedad de la crisis estructural, aliviada con dinero emigrado; pero que siguen sin encontrar la fórmula para llegar a esos cubanos ansiosos de libertad, prosperidad y sosiego, hartos de la reiteración de denuncias y diagnósticos, ya superados por la fealdad persistente de sus vidas; cuando solo se vive una vez.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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