En el cementerio de Ciego de Ávila se ven estampas nada edificantes que laceran la dignidad de las personas, vivos y difuntos.
La exhumación de un cadáver en Cuba es responsabilidad de los familiares según el reglamento de los camposantos, pero ello no exonera a autoridades y responsables de las escenas de “féretros desvencijados en las calles interiores de los cementerios, incluso huesos”.
La situación la denunció este lunes el periódico Invasor en el caso del cementerio avilés, pero es frecuente en muchos camposantos de la Isla, según se ha visto en quejas de usuarios en redes sociales.
El tema es sensible y -más allá de la cultura y los ritos funerarios de los cubanos- exige una respuesta de las instituciones encargadas de la salud pública, y los responsables de los servicios funerarios del país
No es tolerable ver esas escenas que atentan contra la dignidad en los cementerios de Cuba. Tampoco en el de Ciego de Ávila, según el citado medio oficialista que preguntó a Yudenia Valdés Rodríguez, subdirectora provincial de Higiene y Necrología de Servicios Comunales, por qué se veían esas “imágenes grotescas”, que hablan tan mal del cuidado de los camposantos “y de nosotros, en definitiva”.
Al no estar institucionalizado el servicio, con frecuencia se ven esas escenas de “féretros desvencijados en las calles… incluso huesos”, reconoció Valdés Rodríguez, para quien el reglamento, que deja “la exhumación como responsabilidad de los familiares”, dificulta el control sobre procesos como el de la exhumación.
¿Y si se cobrara el servicio -preguntó Invasor-, tal cual se hace con el servicio de incineración o con las de coronas florales? “Hay dolientes que prefieren hacerlo ellos mismos, y también están quienes no podrían pagarlo”, señaló la funcionaria. “Y eso se respeta, por supuesto; no deberían ser opciones excluyentes”, añadió.
La exhumación en nichos estatales de Cuba es obligatoria cada dos años, en las tumbas y panteones lo deciden los familiares. Sin embargo, “lo que está en discusión aquí no es únicamente quién, sino cómo”, planteó Invasor.
“¿Por qué no habilitar un pequeño local, con condiciones mínimas para los procedimientos a realizar, haya o no un cobro mediante? ¿Por qué debemos seguir compartiendo escenas dolosas, rudimentarias y antihigiénicas? ¿Por qué no ofrecer la posibilidad de que terceras personas, los sepultureros, por ejemplo, hagan el trabajo con el que están familiarizados, legalmente?”, preguntó el medio oficialista.
En relación con la última cuestión, el propio medio reconoció que se trata de una práctica usual en el gremio. “En la práctica, son ellos quienes lo asumen muchas veces a pedido (y con regalías en especie o dinero) de los familiares. O sea, casi estamos proponiendo la invención del agua tibia”, afirmó.
Se trata de que “el proceso sea digno en todo momento” y de no “sufrir un mal servicio necrológico”, señaló el artículo de Invasor, cuya autora consideró que “no es digna la manera en que hoy se exhuman los cadáveres en nuestros cementerios. No es saludable emocionalmente exponerse así a los recuerdos; no hace bien”.
Por ello expresó su deseo de que el nuevo cementerio de la ciudad, construido por el apremio del incremento del número de muertes debido a la COVID-19 (339 enterramientos en 17 días, solo en la cabecera provincial), ponga en funcionamiento las nuevas instalaciones “para las despedidas de duelo y la exhumación” lo más pronto posible.
“Ojalá estén listas para 2023, cuando esta provincia se asomará a cifras desconocidas y revivirá la aguda punzada que dejó ese agosto aciago”, indicó Invasor, poniendo el foco sobre la cantidad de exhumaciones que podrían ocurrir dos años después del mortal efecto de la pandemia en la provincia.
“Si no se organiza desde ahora, tendremos otro ‘pico’: el de ataúdes al aire libre; la más penosa estampa después de la muerte misma”, advirtió el medio.
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