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Donald Trump solicitó al Servicio Secreto de Estados Unidos retirar los controles magnéticos de seguridad para su discurso en la Explanada Nacional de Washington el 6 de enero de 2021, y permitirles a los asistentes entrar armados al área de la manifestación, según reveló este martes una exasesora de alto rango de la Casa Blanca.
De acuerdo con el testimonio brindado por Cassidy Hutchinson bajo juramento ante el Congreso, minutos después de concluir el discurso, los conflictos del presidente estadounidense con el Servicio Secreto se tornaron violentos, pues Trump pretendía seguir con sus partidarios hacia el Capitolio y se abalanzó sobre el timón de la limusina para contradecir a su jefe de seguridad, Robert Engel, quien pretendía retornarlo hacia la Casa Blanca.
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"Soy el maldito [fuc...] presidente, llévenme al Capitolio ahora", gritó un airado Trump, según las referencias de Hutchinson a partir de la información de dos funcionarios de seguridad.
"Señor, tiene que quitar la mano del volante...", respondió Engel, que intentaba persuadirlo.
Y al ver que el vehículo no se encaminaba hacia el Capitolio, donde estaban reunidos los congresistas para validar la elección presidencial de 2020, "el señor Trump sacó entonces su mano libre para arremeter contra Bobby Engel y golpearlo en las clavículas", dijo la exasesora.
Hutchinson era la asistente del jefe de despacho de la Casa Blanca, Mark Meadows, y sus declaraciones por casi dos horas marcaron una jornada explosiva ante el comité especial del Congreso que investiga el asalto al Capitolio.
La audiencia congresional fue convocada de emergencia para este martes en medio de un total hermetismo sobre la identidad del testimoniante. Aún quedan otras dos audiencias pendientes de las seis planificadas sobre los sucesos del 6 de enero.
Su interrogatorio, dirigido por la legisladora republicana Liz Cheney, vicepresidenta del panel investigador, constituye la más contundente evidencia hasta el momento de que Trump y su círculo más cercano de asesores estaban conscientes de la magnitud violenta de los actos desatados tras el discurso en la Elipse de Washington, y no hicieron absolutamente nada para detenerlos.
El panel intercaló el testimonio en vivo de Hutchinson con fragmentos de cuatro declaraciones en vídeo que la exasesora ofreció entre febrero y principios de junio.
Hutchinson, de 26 años, habló pausadamente pero con firmeza sobre los detalles de su interacción con Meadows y otros altos funcionarios de la administración Trump durante los días que precedieron al caos del 6 de enero en Washington.
Pero, además, dejó claro que Meadows estaba preocupado cuatro días antes sobre lo que podría producirse en el Capitolio el día de la manifestación convocada por Trump, y luego la reacción de su jefe al ver los acontecimientos de violencia a través de su teléfono celular.
"Las cosas podrían ponerse muy, muy mal", recordó Hutchinson sobre los comentarios hechos por Meadows desde el 2 de enero de 2021.
La ira de Trump ante las evidencias de que había perdido la elección y los vanos esfuerzos de sus allegados para revertirla era también visible para los funcionarios del entorno presidencial.
Hutchinson recordó, incluso, que Trump lanzó un plato de comida a la pared cuando se enteró que el Departamento de Justicia se negaba a aceptar como válidas sus denuncias de fraude electoral, expandidas también por sus abogados Rudolph Giuliani y John Eastman.
Ocurrió esta vez el 1º de diciembre de 2020 al enterarse de que su entonces fiscal general, William P. Barr, había declarado a la agencia Associated Press que no había pruebas de fraude generalizado como para objetar el triunfo de Biden.
“Recuerdo que escuché un ruido proveniente del pasillo, entonces asomé la cabeza fuera de la oficina”, dijo Hutchinson, que avistó a un ayudante de la Casa Blanca cambiando el mantel de la mesa del comedor.
“Me hizo señas para que entrara y luego señaló hacia el frente de la habitación, cerca de la repisa de la chimenea, donde había ketchup goteando por la pared y había un plato de porcelana destrozado en el piso”, relató la exasistente presidencial.
Hutchinson dijo que había escuchado de primera mano las preocupaciones sobre la posibilidad de que Trump se dirigiera al Capitolio para interrumpir la certificación de las elecciones a favor de Joe Biden.
Fue el asesor presidencial Pat Cipollone quien advirtió de las serias consecuencias de permitir que el presidente fuera esa tarde hacia el Capitolio.
“Si lo hace nos podrán acusar a todos de todos los delitos imaginables, desde obstrucción de la justicia hasta fraude”, contó Hutchinson acerca de la consideración de Cipollone.
La participación de Hutchinson en la casi totalidad de las reuniones de Meadows durante el período transcurrido entre la jornada electoral y el traspaso de poderes, le otorga un particular valor como testimoniante en la investigación de los disturbios.
De hecho, muchos pormenores de la actitud de Meadows y la localización posterior de Trump dentro de la Casa Blanca horas después, constituyen piezas invaluables del mosaico que el panel congresional pretende configurar en torno al 6 de enero.
Hutchinson testificó que cuando estaba en el mitin de Trump con sus seguidores recibió una llamada telefónica del líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, cuestionándola por el hecho de que el presidente se proponía ir al Capitolio.
"Me habías dicho toda esta semana que no iba a venir. ¿Por qué me mienten?", recordó Hutchinson respecto a la conversación con McCarthy.
"Le dije que no estaba mintiendo. No le estaba mintiendo, señor. No vamos a ir al Capitolio", le respondió ella.
McCarthy argumentó que acababa de escuchar a Trump decir desde la tarima de la Explanada Nacional que iría al Capitolio, y exigió que la Casa Blanca se mantuviera al margen del evento congresional.
Hutchinson también manifestó que Trump estaba molesto por la revisión que las fuerzas de seguridad habían impuesto a los participantes en el acto para impedir el uso de armas. El presidente quería que el lugar se llenara rápidamente con una multitud de sus seguidores.
Los agentes del orden confiscaron un número considerable de armas a personas que pasaron por los magnetómetros, lo que enfadó a Trump.
"Pensó que la culpa era de los magnetómetros por no dejar entrar a todo el mundo. Pero otra de las razones principales, probablemente la principal, es que él lo quería lleno y estaba enfadado porque no dejábamos pasar a la gente con armas", explicó Hutchinson.
En una conversación que ella escuchó, dijo que el presidente afirmó en esa jornada que "no me importa que tengan armas".
Las palabras de Trump referidas por Hutchinson fueron: "No están aquí para hacerme daño. Dejen entrar a mi gente. Pueden marchar al Capitolio desde aquí. Dejen entrar a la gente, quiten las jodidas revisiones".
Hutchinson dijo que Meadows habló esa tarde con Cipollone para decirle que Trump estaba contento con la marcha de los manifestantes hacia el Capitolio e incluso con las exclamaciones coreadas por ellos pidiendo ahorcar al ex vicepresidente Mike Pence, quien se aprestaba a certificar la elección.
"Ya le has oído, Pat, cree que Mike se lo merece, no cree que estén haciendo nada malo", dijo Meadows, según narró Hutchinson.
Pero la testigo agregó un importante dato sobre la actitud de Trump un día después de la insurrección. El presidente consideró -aseguró ella- que los amotinados no hicieron nada malo y, en cambio, pensaba que "quien hizo algo malo ese día fue Mike Pence por no estar de su lado".
Hutchinson confirmó que tanto Meadows como Giuliani se pusieron en contacto con Trump sobre posibles indultos después del ataque al Capitolio.
Al final de la audiencia, la congresista Cheney dio a conocer dos mensajes intimidatorios, enviados a Hutchinson antes de su crucial testimonio.
Uno de los mensajes alertaba a Hutchinson -proveniente supuestamente del círculo de colaboradores de Trump- de que sabían de su testificación y esperaban se mantuviera "leal". "Sabemos que usted hará las cosas correctas cuando le corresponda testificar", indica la comunicación en un tono de referencia mafiosa.
El comité investigativo describió llamadas telefónicas a testigos, realizadas por aliados de Trump con el presunto fin de intimidar a los testigos.
La audiencia de este martes estuvo precedida por dos hechos que apuntan a un posible caso legal con implicaciones para estechos colaboradores de Trump.
Agentes federales incautaron la semana pasada el teléfono móvil del abogado Eastman, responsabilizado con falsas afirmaciones de que el fraude electoral masivo manchó las elecciones de 2020 y promotor junto a otros republicanos de la idea de bloquear el acceso de Biden a la presidencia.
Charles Burnham, abogado de Eastman, presentó este lunes documentos en un tribunal federal de Nuevo México pidiendo a un juez que ordene la devolución del teléfono móvil a su propietario. El aparato fue incautado en cumplimiento de una orden de registro el mismo día en que agentes federales entregaron citaciones y ejecutaron órdenes de registro en torno a las investigaciones penales sobre el 6 de enero de 2021.
También este lunes, agentes federales realizaron un registro de la casa de Jeffrey Clark, exfuncionario del Departamento de Justicia que Trump consideró nombrar al frente de ese organismo federal considerando que estaba dispuesto a impulsar un plan para declarar inválidos los resultados electorales en algunos estados de la nación.
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