El ex presidente angoleño José Eduardo Dos Santos, muerto esta semana en España, quiso traicionar a Cuba, negociando secretamente con Estados Unidos, se enriqueció groseramente a costa de un país destruido por la guerra, pero rico en petróleo y diamantes, y murió apoyando a la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), que puede ganar las elecciones presidenciales del mes que viene, opción que ha encendido las alarmas en el cuartel general de Gaesa, con cuantiosos intereses en ese país africano.
Los hijos del fallecido mandatario han conseguido que un juzgado de Barcelona dicte la realización de una autopsia y evite el traslado del cadáver a Luanda, donde Joao Lourenço, sucesor y perseguidor de Dos Santos y su familia, en su ofensiva contra la corrupción, pretende aprovecharse políticamente, con un funeral de estado, cuando las encuestas electorales dan una ventaja a UNITA de casi 21 puntos sobre el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), que ha gobernado ininterrumpidamente durante 47 años.
De confirmarse la victoria del candidato de UNITA, Adalberto Costa Júnior, sería el cambio más importante en el sur de África, pero la salida del MPLA del poder pondría en riesgo los numerosos intereses del complejo militar-empresarial GAESA en Angola, donde controla toda la colaboración, incluida la civil, a través de Antex, S. A.; con el agravante de que el país africano fue la cuna de la expansión internacional del grupo, a través de Tecnoimport, Tecnotex, e Imbondex, que perdió un contrato de 77 millones de dólares estadounidenses, por incumplimiento de plazos para construir una carretera; a inicios del año pasado.
El gobierno cubano siempre ha ocultado el intento de traición de Dos Santos, pese al tiempo transcurrido, pues las negociaciones secretas con Estados Unidos comenzaron en 1987, año inicial de la sangría de Cuito Cuanavale, por errores de soviéticos y angoleños, que el mando cubano debió corregir y afrontar a la carrera; sabiendo que Moscú ya no creía en lágrimas y que debía encontrar un esquema de retirada digna de Angola.
El coronel Antonio José María, entonces secretario de Defensa y Seguridad de la presidencia angoleña, que nunca ocultó su antipatía por Cuba, fue el negociador principal con los norteamericanos, viéndose discretamente con ellos en Cabo Verde, sin que sus asesores cubanos detectaran sus movimientos, pero el teniente coronel Alarcón, miembro de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM), del MINFAR, con fachada de Agregado de prensa de la embajada fue quien descubrió el pastel, a través de un funcionario de la cancillería local, reclutado como agente de La Habana.
Dos Santos, persuadido de que la URSS se iba a bolina, país que conocía bien por haber estudiado en la remota Azerbaiyán, había emprendido conversaciones con los norteamericanos, a los que ofreció de todo, a cambio de que retiraran su apoyo a la UNITA, empezando por "quitarse de encima a los cubanos", recuerda un oficial jubilado, que vivió la historia en primera persona, en su condición de miembro del equipo de seguridad del entonces presidente de Angola.
Tras descubrir el intento de traición de Dos Santos, Fidel Castro ordenó emplazar --por separado- a Antonio José María y al propio presidente; insinuándoles la posibilidad de un golpe de estado, misión asumida por el coronel Julio García, de la Misión Militar Cubana en Angola, que puso contra las cuerdas a los jefes angoleños, "apretándoles los huevos, hasta el final de los acuerdos de paz", asegura el ex oficial cubano.
Castro no comprometió en la advertencia a ninguno de los principales jefes cubanos en Angola para, en caso de que se filtrara la amenaza, negarla y atribuirla -si hiciera falta- a un oficial consternado por la dolorosa traición de un amigo al que se protegió, desde su nominación como relevo de Agostinho Neto.
Una vez que Dos Santos se pudo librar de los cubanos, comenzó su plan para acabar con Jonás Savimbi, líder histórico de UNITA; logrando que los norteamericanos no lo apoyaran en las elecciones, que ganó usando recursos que generaba las ventas petroleras y, cuando Savimbi se negó a acatar los resultados, lo puso fuera de la ley y lo comenzó a perseguir on el apoyo de los mercenarios que salieron de las fuerzas especiales de Sudáfrica; los que mejores conocían a Savimbi y sus estrategias, sostuvo.
Dos Santos parecía que "estaba preso" en Futungo de Belas, por donde solía pasear y tenía un complejo deportivo; los temas de estado los despachaba con los que trabajaban en las secretarías, emplazadas en el propio recinto y, si tenía que entrevistarse con algún ministro o embajador extranjero, eran ellos quienes se desplazaban, apuntó.
A Futungo se accede por dos carreteras, una que bordea la costa y otra, más tierra adentro y que enlazaba también, con jefatura de la MMCA y la llamada Casa 1, residencia del jefe de la misión militar cubana; que propuso esa ubicación porque podía contar con la protección del Batallón Presidencial, cuyos jefes, mandos e integrantes eran, mayoritariamente, negros cubanos; y porque contaba con los efectivos militares cubanos desplegados en la sede de la misión militar cubana.
Si Dos Santos quería desplazarse a Luanda para algo extraordinario o porque tenía necesidad de viajar, cosa que hacía poco, se bloqueaba por completo la carretera de la costa con el Batallón Presidencial y siempre el jefe de su escolta era un militar cubano designado para su protección, como el teniente coronel Burgos, miembro de la Seguridad Personal de Fidel Castro, que fue el primer jefe de escolta de Agostinho Neto y el coronel Bueno, con igual responsabilidad con su sucesor en la presidencia de Angola; a Bueno lo sustituyó el teniente coronel René, que procedía de la DAAFAR, detalló.
La seguridad cubana de Dos Santos tuvo que lidiar con la existencia de dos mujeres, la rusa Tatiana Kukanova, a la que Dos Santos conoció mientras estudiaba en Azerbaiyán y madre de su hija mayor, Isabel; educada en Gran Bretaña y considerada una de las mujeres más ricas de África, y la angoleña Filomena Sousa, joven negra, procedente de la estructura juvenil del MPLA y con la que se casó, tras divorciarse de la blanca Kukanova para poder ser presidente, en una reedición del caso Lucio Lara, que no pudo relevar a Neto por ser mulato.
En la carretera de la costa vivían, en casas diferentes, Sousa, con su hijo, que compartían espacio con la madre del presidente, Jacinta José Paulino, nacida en Santo Tomé y Príncipe y, en otra la rusa con la única hija de ambos, Isabel, que solía navegar, casi a diario, en un yate que abordaba en el embarcadero de las FAPLA, ubicado en el mar interior de la Illa, una península que ahora alberga a varios hoteles frente al Atlántico.
Hasta su reciente fallecimiento en Barcelona, José Eduardo Dos Santos había reconocido a ocho hijos de cuatro mujeres: Isabel, la mayor, nacida en 1973, fruto de su matrimonio con la rusa Kukanova; José Filomeno, hijo de Filomena Sousa. Welwitschia José (Tchizé) y su hermano José Eduardo Paulino (Coreon Dú) frutos de una relación con Maria Luísa Perdigão Abrantes; con Maria Bernarda Gourgel ("Dadinha") produjo un hijo más:tuvo a Joess y; de su último matrimonio, con la azafata presidencial Ana Paula Cristovão Lemos, en 1992, nacieron Eduane Danilo, Joseane y Eduardo Breno.
Varias fuentes angoleñas vinculan a Cristovão con los planes del actual presidente Joao Loureço para capitalizar políticamente la muerte de Dos Santos, al que quiere homenajear con un funeral de estado, pero algunos de los hijos anteriores se oponen y están batallando legalmente para que sea enterrado en España, tras conocer los resultados de la autopsia, que podrían desembocar en una acusación contra el gobierno angoleño que, en agosto, debe medirse en las urnas con la UNITA, principal enemigo histórico del MPLA y ahora adversario político que lidera las encuestas.
La Habana reaccionó decretando un día de duelo oficial y sendos twitters del presidente Miguel Díaz-Canel y el canciller Bruno Rodríguez Parilla; pero la procesión va por dentro y, en GAESA, ya empiezan a calcular el efecto Luanda, si UNITA derrota a un aliado complicado, con veleidades traicioneras, pero muy rentable política y económicamente.
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