El balsero cubano Andy Henry de la Torre Gutiérrez llegó a Miami el pasado martes en su intento número 43 de salida de Cuba, después de 24 días de travesía en busca de un sueño que se convertió en obsesión: darle sentido a su vida.
Siempre dijo que si llegaba a Estados Unidos imprimiría con tinta la fecha en su brazo. Pero el arribo fue el 26 de julio y ahora está reconsiderando el tatuaje.
Su hermana Arianna de la Torre, residente en Florida, había escrito a CiberCuba desesperada por no tener noticias del balsero y envió un video de una de las salidas ilegales de Andy, las cuales fueron publicadas días atrás. Poco después, supo de él.
“Gracias a la noticia que ustedes compartieron muchas personas me ayudaron pues mi hermano había salido de Cuba el día 2 de julio y desde entonces nadie sabía nada él…Hasta que yo me comunico con ustedes y les cuento lo sucedido; el día 27 recibí una llamada del gobierno de Estados Unidos que mi hermano había llegado y que tenía que ir a buscarlo”, relató Arianna.
Andy partió desde Caibarién, Villa Clara, junto a dos amigos en una embarcación rústica. Los tres fueron rescatados por agentes de la Guardia Costera de Estados Unidos cuando se encontraban al borde de la deshidratación. Llevaban 15 días sin comida y sin agua.
Ahora, a sus 40 años, tiene por delante el proceso legal para regularizar su situación migratoria en el país por vía del refugio político, pero el solo hecho de su llegada es un triunfo rotundo de la persistencia. A solo 72 horas de pisar suelo estadounidense y aun con quemaduras extensas en la piel, por el sol, Andy contó su historia a CiberCuba.
¿Cómo fue la travesía?
Pasamos mucho trabajo. Desde que salimos fue de cayo en cayo porque había mucho mal tiempo… Llegó un momento que nos quedamos sin agua, la garganta la teníamos reseca ..Cogíamos agua de lluvia, pero cuando no llovía, tomábamos buchitos de agua de sal en pequeñas proporciones para poder mantener hidratados los riñones. Estábamos deshidratados con la boca seca, no teníamos una gota de agua. Y yo dije ‘si pasa de este día, morimos’.
Fueron días duros. Por la noche soñaba cosas, como que estaba comiendo y cogía [la comida] pero no la tenía en la mano. Ya estábamos alucinando.
¿Qué día llegaste a Estados Unidos?
Llegué un día muy importante, el 26 de julio, una fecha que todos conocemos. Quería ponerme en el brazo el día que yo llegara a Miami, pero cuando vi la fecha, se me quitó la idea. No me gustó ponerme esa fecha. Tendré que ponerme 27 menos uno.
¿Cuántos años llevas intentando salir de Cuba?
Desde 2010 y no he parado. Y dije que si no era esta que fue la 43, tenía que ser la 44, la 45…Mi vida yo se la iba a dedicar a llegar aquí. Ya mi vida en ese país no tenia sentido. Tengo unos cartapasos que pienso que no los tenga nadie y deben ser de medio millón de pesos cubanos en multas. Y eran multas y multas, [estaba] sin trabajo. En una ocasión me metieron ocho meses preso y nunca me dieron el por qué. Me soltaron de repente a los ocho meses y nunca me explicaron por qué yo estuve preso.
¿Te acusaron de algo? ¿Tuviste acceso a un abogado?
No. De hecho, yo no tengo [antecedentes penales], lo único que tengo es multas. Ellos me metieron preso por salida ilegal. Y desgraciadamente yo traje esos papeles para pedir asilo político en varias ocasiones. Se me mojó el pasaporte, se me mojaron los papeles, se me perdió todo eso y nunca los pude recuperar.
¿Las multas estaban relacionadas con las salidas ilegales?
Si, de hecho, en este momento me quede debiéndoles 8 mil pesos…Yo pague una multa de 3 mil, y tenía otra de 4 mil pero [si no las pagas] al mes se te duplican y debes 8 mil, como si 8 mil pesos se buscaran así, de imprimirlos y mandarlos para allá.
¿Sentiste acoso de la Seguridad del Estado?
No me dejaba vivir en paz. En plena pandemia no había trabajo y yo me puse a vender sorbetos. Y ya era multas por todo. Para donde quiera que yo me muevo, es multa conmigo. A mí no me quedaba de otra, yo lo dije: Lo lograba o me moría en el mar… Y así es que ya estoy aquí, gracias a Dios que no me dejó morir ni a mi tripulación.
Somos tres muchachos. Y se nos acabó todo. Estuvimos 15 días sin tomar agua y sin comer nada. La comida, al tercer día ya tu no sientes hambre, pero sin agua si no se puede vivir, se te seca la garganta. Yo le decía a los muchachos, "no hablen", para poder tener energías porque si se pierde la fuerza, ya pierdes todo. Yo no podía perder el conocimiento. Me he tirado 43 veces y conozco el mar, además mi papá es pescador.
La familia también sufrió represalias...
Mi papá fue a la guerra de Etiopía. Pasó mucho trabajo a raíz de que yo empecé a irme, me lo quisieron sacar de la pesca, un hombre que es fundador de la pesca… Al final no pasó nada, pero cada vez que tenía un barco bueno, se lo quitaban porque pensaban que se iba a llevar al hijo. Y yo lo último que haría en la vida sería involucrar a mi papa en una cuestión mía. Nunca le robé nada al Estado. Todo lo hice por mis medios, con cosas que eran mías: tablas mías, madera mía.
Era una balsa totalmente rústica...
Si, de hecho, en esta que vine ni yo mismo me lo creo porque es a vela -aunque todas mis balsas son de vela, nunca pude irme a motor- y es de las que pescan en la orilla, que tiene un viverito y nosotros traíamos hasta peces vivos ahí. Por cierto, comimos pescado crudo.
¿Cómo los rescataron?
La avioneta estuvo ahí, dándonos vueltas toda la tarde y después no vino más. Al otro día la sentí lejos. Ya nosotros estábamos a la deriva, hasta el timón de la balsa se cayó para el agua. Al tercer día fue que volvió a aparecer la avioneta. Estaba lloviendo, tronando, ya lo que venía en el mar era candela y estábamos a punto de irnos para el Golfo porque ya de Islas Marquesa en adelante está el Golfo. Ese día la avioneta tira una cosa para el agua y nosotros con el hambre que teníamos pensamos que era comida o agua, pero era [un dispositivo] para marcar el área. Después apareció una segunda avioneta y se quedaron las dos arriba de nosotros, y después apareció el helicóptero y lo vi bajar al agua y el buzo se lanzó hasta donde estábamos nosotros. Y nos habló. Ya los muchachos estaban mal.
¿Para dónde los llevaron?
Finalmente, el helicóptero nos lleva para el aeropuerto de Cayo Hueso y ya estaban las ambulancias esperándonos y nos pusieron tres sueros y cinco inyecciones a cada uno…Lo más rico de todo fue que pudimos tomar agua y que nos pusieron unas colchas calientes…nosotros teníamos hipotermia también.
¿Qué mensaje quisieras enviar desde "el cariño"?
Quisiera enviar un mensaje a la Seguridad del Estado de Santa Clara porque yo ya los tengo a ellos como si fueran de mi familia [risas]. Ya salieron de mí. A los Guardafronteras de Caibarién, a Vladimir... Y a mis amistades que saben que yo he luchado por esto. Le doy gracias a Dios porque lo logré, y ahora estoy buscando trabajo. Necesito un trabajo.
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