Una densa bruma, causada por la presencia de residuos contaminantes en la atmósfera, cubrió el cielo de La Habana este miércoles, según confirmaron varias fuentes.
El fenómeno, provocado por la prevalencia de condiciones meteorológicas como la llamada inversión térmica y la calma relativa del viento, redujo la visibilidad de las edificaciones incluso a cortas distancias, informó el diario Granma.
Especialistas del Centro de Contaminación y Química Atmosférica (Cecont) del Instituto de Meteorología aseguraron que la combinación de la inversión térmica (la temperatura en las altas capas de la atmósfera es menor a la de la superficie) y la calma del viento provocaron que compuestos contaminantes emitidos por diversas fuentes no se dispersen, y permanezcan suspendidos y retenidos en los niveles más bajos de la atmósfera.
Las áreas más afectadas por la contaminación atmosférica, según investigaciones del Cecont, se ubican alrededor de la bahía de La Habana, vinculadas con las emisiones de la refinería Ñico López, la central termoeléctrica de Tallapiedra y el grupo electrógeno de Regla.
La Habana Vieja, 10 de octubre, Cotorro (básicamente por la Antillana de Acero), Centro Habana y San Miguel del Padrón son los municipios capitalinos que peor calidad del aire tienen, sostiene el estudio.
A inicios de este mes la calidad del aire se vio afectada por el incendio de grandes magnitudes que se detonó en la Base de Supertanqueros en Matanzas.
La nube de humo asociado al potente incendio se expandió por toda la costa norte hacia el oeste del país, causando preocupación entre los habaneros que vieron oscurecerse el cielo de la ciudad con nubarrones contaminantes.
Varios reportes en redes sociales alertaron de una lluvia negra presumiblemente cargada de contaminantes, que se detectó en varias zonas de La Habana.
La ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba (CITMA), Elba Rosa Pérez Montoya, reconoció el impacto severo que el incendio había tenido en el medio ambiente, y aunque no aportó datos sobre las mediciones, advirtió de la incidencia de la “nube de humo” en la calidad del aire, que afectó principalmente al norte de Matanzas, Mayabeque y La Habana.
El material particulado de la nube causada por el incendio podía haber estado acidificado por la absorción en su superficie de vapor de agua y gases ácidos, como el dióxido de azufre o los óxidos de nitrógeno, con acción irritante para las vías respiratorias.
Las recomendaciones anunciadas por la ministra incluyeron el uso del nasobuco -especialmente en el caso de personas vulnerables- y la protección de la lluvia, pues con la coloración de la nube de humo, el agua salía oscura.
Sin embargo, autoridades sanitarias de Matanzas recomendaron previamente cerrar puertas y ventanas y usar mascarilla, incluso dentro de las viviendas, para evitar las consecuencias nocivas del humo asociado al voraz incendio que desde el viernes 5 de agosto azotó la zona industrial de esa provincia.
También en meses anteriores, como consecuencia de la llegada del polvo del Sahara a la isla, la calidad del aire se agravó constituyendo un peligro para muchas personas personas. Con el polvo se trasladan bacterias, estafilococos, ácaros, componentes fecales y hongos dañinos para la agricultura y la vida oceánica, especificaron expertos en esa ocasión.
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