Modesto Agüero Yabor (Guáimaro, Camagüey, 1951) es el último de los mohicanos de aquella narración deportiva cubana, apasionada por el trabajo bien hecho, conocimiento enciclopédico y una dicción española que ya no se enseña en las aulas.
La escuela agramontina de narración deportiva parió maestros del relato muscular como Eddy Martin, Héctor Rodríguez, Rolando Crespo y el propio Modesto, quienes no solo llevaron la magia del oro, plata y bronce a los hogares cubanos, sino que convirtieron las transmisiones radiales; cuando la televisión aún no lo cubría todo, en cuadros de Víctor Manuel o Carlos Enríquez; salpicados por trazos de Jorge Camacho y Guido Llinás.
Una vez jubilado en Cuba, Modesto y su señora viajaron a Madrid para encontrarse con sus hijas y, tras ser profeta en su tierra; se ha hecho con los micrófonos de la Liga Española de Sóftbol, para delicia de peninsulares y canarios porque el sabio aprendió, desde muy joven, que el mosaico oral no implica localismo, sino universalidad; como corresponde a un nacido y criado en tierra constituyente y patriótica, como Guáimaro; donde empezó narrando pitenes con una lata como micrófono, ganándose el apelativo de "loco", entre los vecinos.
Nunca entendió porqué Cuba no televisa los juegos de Grandes Ligas, siendo el deporte más popular; y lo planteó más de una vez en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) pero, como en otros ámbitos, nadie escuchaba.
Alberto Juantorena está ingresado en el IPK habanero, con serios problemas de salud; ¿cómo lo recuerdas?
Como a uno de los grandes atletas cubanos de todos los tiempos. Bicampeón olímpico con enorme mérito porque ganó el oro en 400 metros planos; que es una prueba de velocidad y en 800; que es medio fondo.
Espero y deseo que Alberto sea capaz de derrotar al Covid, el dengue y la hipertensión, que lo aquejan y regrese a su familia, amigos y a la vida, con ¡el corazón!, como narró, desde Montreal '76, Héctor Rodríguez, lamentablemente desaparecido.
¿Porqué en Cuba no se transmite la pelota de Grandes Ligas?
Cuando trabajaba en el ICRT, lo reclamé muchas veces en las reuniones del departamento, aunque sabía que allí no estaba la decisión y además porque cientos de aficionados cubanos me habían expresado su deseo de poder ver las Grandes Ligas (MLB) por la televisión cubana.
Cuba es el único país donde el béisbol es un deporte popular y no se televisan los juegos de la MLB. ¿Cuál es el motivo para no transmitir el mejor béisbol del mundo en un país donde ese es el deporte nacional? Siempre dije que, viendo Grandes Ligas, aprendemos todos; jugadores, técnicos, periodistas y aficionados.
Partidos de la Liga Nacional de Baloncesto estadounidense (NBA, por sus siglas en inglés) se han retrasmitido con unas 24 horas de diferencia con respecto a su emisión en vivo; las más importantes ligas de fútbol se emiten en la televisión cubana ¿Porqué no hacer lo mismo con las Grandes Ligas?
Recientemente, saltó a las redes sociales una discusión tuya con Rodolfo García sobre una jugada apretada en primera base. ¿Tan mal se llevan?
Seguimos siendo amigos y manteniendo buenas relaciones; contrario a lo que mucha gente piensa. Quizá la amplificación de la polémica es parte del espectáculo y la incomprensión que, para llevarse bien, no hace falta que estemos de acuerdo en todo; cada uno tiene su propio carácter y, aquella discusión sobre la jugada en primera, donde Rodolfo mantenía que era out y yo canté quieto, quedó en aquel juego.
El deporte cubano atraviesa una etapa de mayor relevancia por motivos extradeportivos; ¿a qué atribuyes su actual crisis?
El deporte cubano atraviesa un momento muy malo, una crisis evidente en resultados internacionales, que obedece -fundamentalmente- a la crisis económica del país, que ha disminuido la disponibilidad de recursos para la actividad deportiva; incluida la importante cantera de base y, además, ha provocado la emigración de muchas de las principales figuras.
Jubilado en Cuba, llegaste a Madrid y volviste a ponerte delante de un micrófono, narrando la Liga Superior de Sóftbol femenino en España; ¿cómo te las arreglaste para evitar los cubanismos en la narración y emplear un estilo neutro, digamos, que no chirríe en los oyentes españoles?
Sin ningún problema porque en la narración en Cuba no solíamos emplear cubanismos, quizá con la excepción del gran Bobby Salamanca; con aquella genialidades suyas de ¡azúcar! o tres golpes de mocha y lo tiró para la tonga, que correspondieron a un momento determinado. He mantenido mi estilo y los aficionados españoles no se han quejado de mi manera de narrar.
El comienzo de esta etapa como narrador deportivo fue extenuante porque tuve el honor que cubanos residentes en Canarias, me invitaran a narrar la final de su liga de sóftbol masculina y fueron tres juegos en un día; el reglamento establece que se proclama campeón el equipo que gane dos juegos y, me puse fatal, porque un equipo ganó el primero y el otro el segundo, así que hubo que disputar el tercero. Terminé muerto, pero no tengo cómo agradecer a esos cubanos su confianza, atenciones y que me abrieran las puertas de la narración deportiva en España.
Además de la narración del sóftbol femenino español, también tienes espacios en Youtube y Facebook, cuenta de esas experiencias.
Colaboro con el espacio Backstage deportivo, del Canal de la Familia Cubana en Youtube, con quien he programado un grupo de entrevistas con deportistas cubanos que viven y compiten en varios países del mundo, y creo es importante contar sus trayectorias deportivas y sus vidas; como demuestra la gran acogida que está teniendo entre aficionados y público en general.
En Facebook tengo un espacio más orientado a evocar viejas glorias deportivas cubanas, donde van apareciendo figuras que dieron lo mejor de si para el deporte y competencias donde destacaron nuestros compatriotas.
La escuela de narración deportiva cubana sentó cátedra, desde los míticos Felo Ramirez, Portuondo Calá, Bobby Salamanca o Rubén Rodríguez; entre otros; ¿cuáles fueron sus rasgos más identificativos y cómo se llegó al nivel de excelencia alcanzado hasta tu época?
Efectivamente, Cuba ha tenido una gran tradición en la narración deportiva y grandes estrellas como Felo Ramírez, Bobby Salamanca o René Navarro; además de los ya mencionados. Creo que los rasgos distintivo de la manera cubana de narrar fue su capacidad para describir lo que ocurría sobre el terreno, el ring o la pista y el nivel escolar y cultural de sus narradores, que enriqueció su vocabulario y promovió la facilidad de palabra, evidenciada en cada narración.
De Camagüey, llegas a La Habana y te haces un hueco en el afecto sonoro de los aficionados cubanos al deporte. ¿Cómo lo conseguiste, cuáles fueron tus peores y mejores momentos en la profesión?
Cuando llego a La Habana, ya todas las plazas estaban tomadas. Me interesaba mucho el béisbol, pero estaban Eddy y Héctor; me interesaba el boxeo, donde narraban Rolando Crespo y Miguel Ángel Iglesias, y me dediqué a aprovechar oportunidades, hasta que la lamentable desaparición física de Eddy, posibilitó que hiciera pareja en la pelota con Héctor, otro de los grandes de la narración deportiva cubana; con quien cumplí uno de mis sueños profesionales, narrar por televisión.
Mis primeros viajes al extranjero fueron con el boxeo, alternando micrófonos con Rolando Crespo o Miguel Ángel Iglesias; pero el lamentable fallecimiento de este último, posibilitó que me quedara en el equipo habitual del pugilismo; consiguiendo narrar dos de los deportes más populares en Cuba.
Estoy muy satisfecho con mi carrera profesional porque narré ocho olimpiadas; empezando por la de 1980 en Moscú, y no pude llegar a los diez juegos olímpicos porque Cuba no asistió a las de Los Ángeles (1984) ni a Seúl (1988). Solo René Navarro y yo tenemos el récord de haber narrado ocho citas olímpicas.
De los malos momentos, recuerdo siempre mi primer viaje al extranjero. Fuimos Miguel Ángel Iglesias y yo a Rumanía, para cubrir en Radio Rebelde, el torneo de boxeo "Cinturón de Oro" (1976). Grabábamos las peleas y después, en la habitación del hotel, aguardábamos a la llamada desde La Habana, para enviar las grabaciones.
Me tocó narrar la pelea de Adolfo Horta contra el norcoreano Yong Jo Gu y cuando llegamos a la habitación, Miguel Ángel revisó y me dice que no se había grabado; pensé que, si en mi primer viaje había cometido ese error, no me mandarían nunca más a cubrir una competencia de deportitas cubanos en el extranjero. Corrimos hacia la sede del evento y grabamos otras dos peleas de coreanos, como si fuera la de Yong con Horta; aprovechando los sonidos de la campana y el ruido ambiente, y la mandamos a La Habana, donde nadie se percató del problema que habíamos tenido.
Y de los buenos momentos, recuerdo que siendo muy joven, pero estando ya en la radio de mi provincia, aproveché un viaje del equipo Camagüey en el Latinoamericano y me fui con ellos a La Habana, donde el pícher Oscar Romero abrió el juego por los agramontinos y, ya en el estadio, subí a la cabina de trasmisión donde estaba Rubén Rodríguez, que narraba el juego diciendo ¡Romero está durísimo, que duro está Romero! A mi me sorprendió su frase y le digo, Maestro, perdone, pero hoy Oscarito no está tirando tan duro, como otras veces, en que lo he visto pichear. Y me suelta: Joven, ¿y quién está hablando de velocidad aquí?...
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