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Autoridades de La Habana dieron a conocer en reciente reunión gubernamental que tan solo el lunes 30 de agosto fueron detectados 786 casos sospechosos de dengue en la capital, ello justo a una semana de la reanudación del curso escolar 2021-2022, previsto para comenzar el próximo 5 de septiembre.
“Hay cuatro graves, ninguno de ellos con peligro para la vida, y se dieron 959 altas, de las cuales 197 corresponden a la atención secundaria, y 762 a la atención primaria”, precisó el diario Tribuna de La Habana citando como fuente declaraciones del doctor Emilio Delgado Iznaga, director provincial de Salud en la capital cubana.
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A inicios de esta semana permanecían ingresados en La Habana 6,771 pacientes, 978 de ellos en hospitales -indicó el directivo- quien precisó que existe disponibilidad de camas para aquellos casos que así lo requieran.
Las autoridades analizaron durante el encuentro las acciones que faltan por realizar previo al inicio del curso escolar y la necesidad de mantener el trabajo de las brigadas autofocales en esas entidades, así como la marcha de la certificación de los planteles escolares para el retorno a las clases.
No es la Habana la única provincia del país que ha experimentado un pronunciado incremento en los casos de dengue en las últimas semanas. Territorios como la Isla de la Juventud, Guantánamo y Cienfuegos se sitúan también entre los más afectados.
A mediados de agosto, el gobierno cubano pidió "mayor acción, responsabilidad y compromiso" al pueblo, a las instituciones y al personal que interviene en la campaña antivectorial para controlar una epidemia que no da indicios de frenarse.
En los últimos meses el dengue ha provocado saturación en los hospitales y ha sido causa del fallecimiento de varios adultos y niños, afectados por la variante hemorrágica de la enfermedad.
La alarma extendida entre la población por el brote actual se contradice con las explicaciones de las autoridades de que la propagación se debe a la “baja percepción del riesgo” entre los cubanos; un argumento que muchos consideran una justificación para evitar asumir la responsabilidad por las carencias que afectan la sanidad pública y en la higiene epidemiológica.
Recientemente se conocía que basureros y derrames de aguas albañales contribuían al aumento de la incidencia del dengue en Guantánamo, y agravaban una situación ya crítica por la carencia de combustible para fumigar, situación que se extiende al resto del país.
A ello se suma que los prolongados y frecuentes apagones impiden la utilización de ventiladores y aires acondicionados, recurso que contribuye a la protección contra la picadura del insecto.
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