Cuando yo empezaba mi carrera periodística en la tele, a inicios de la década de los 80, uno de los primeros deportes que cubrí y que estuvo conmigo casi hasta el final, fue la gimnasia, tanto la artística como la rítmica.
Era la época del equipo de oro de la gimnástica(m) con Casimiro Suárez, Jesús Rivera, Félix Aguilera, Israel Sánchez, José Carlos Fraga, Raúl Menéndez, entre otros. Y junto a esa estelar pléyade de talentosos jóvenes se hallaban grandes entrenadores, como el profesor Antonio Juan, un “joven” que a sus 78 años está pletórico de vida, de hacer, de decir, de no olvidar.
Nacido en julio de 1944, Antonio Juan, exgimnasta, entrenador y juez, con 16 años como técnico de las selecciones nacionales cubanas juveniles y de mayores, y muy activo desde 1994 en Estados Unidos, se mantiene como entrenador en el JCC (Centro comunitario judío) de Aventura, Florida.
En 1962 actuó por vez primera como árbitro y mantuvo su condición de juez internacional por 11 ciclos olímpicos desde México 68 hasta Londres 2012…
Desde su llegada a EE.UU., donde reside en Miami Gardens, pertenece a la comunidad de jueces de este deporte.
Experimentado orador, conferencista, árbitro, entrenador y gimnasta. ¿Cuál es su legado? Pues aún entrena y mantiene su condición de juez.
Podríamos escribir un libro, o mejor, una enciclopedia, pero seré breve. Desde que llegué a Estados Unidos, comencé a participar y obtener buenos resultados en los cursos nacionales para jueces, en los cuales fui muy considerado por el comité técnico a nivel del estado de la Florida y por la Federación a nivel nacional.
Ya en enero de 1995, a sólo cuatro meses de estar aquí, fui invitado a participar como juez neutral en una competencia Estados Unidos-Francia en Miami, que fue la antesala de muchas más. Se me hicieron habituales la Copa Americana y encuentros bilaterales entre gimnastas de Estados Unidos y de otras naciones como China y Rumanía.
¿Usted fungía como árbitro cubano?
Sí, la FIG (Federación Internacional de Gimnasia) me reconocía como cubano pues hasta 1999 no obtuve mi ciudadanía estadounidense.
¿Tengo entendido que tuvo algún que otro percance con esa situación?
¿Percance? Para mí fue un hecho indignante, muy bajo: en 1999 soy de nuevo invitado como juez neutral a la Copa América que se efectuó en Orlando, Florida, y listo ya para realizar mi trabajo, apenas unos días antes recibo una llamada de Ron Gallimor de la Federación USA que un “tal” William García, presidente de la Federación cubana, impugnó mi participación y amenazó con denunciar mi presencia a la FIG (Federación Internacional) por temor a que le diera malas calificaciones a Erick López.
¿Quién podría creer semejante cosa de mí? En fin… No pude asistir y ¿quieres una anécdota? Erick López ganó esa competencia y su premio fue de 10,000 dólares. ¿Para dónde fue ese premio? Para los bolsillos de Erick y su entrenador seguro que no. Yo soy un profesional y además cubano. Que esté en contra abiertamente de aquel sistema oprobioso no me quita mi condición de cubano.
Yo soy un profesional y además cubano. Que esté en contra abiertamente de aquel sistema oprobioso no me quita mi condición de cubano.
¿Qué pasó a partir de 1999 que ya obtuvo su ciudadanía estadounidense?
A partir de 1999 fui reconocido como juez de Estados Unidos e, incluso, como Vault NAL (national apparatus leader) que significa algo así como responsable nacional del aparato de caballo de salto. Desde 1995 he calificado todos los campeonatos estatales de la Florida, más de 20 campeonatos regionales y varios campeonatos nacionales y he sido invitado a competencias internacionales en Brasil, Guatemala, Panamá, Costa Rica.
Igualmente he impartido cursos de arbitraje e instrucción del programa juvenil de EE.UU. a Ecuador, Panamá, Nicaragua, El Salvador, y en 2020 fui exaltado al SGJA Hall of Fame, (salón de la fama de la Asociación de jueces de gimnástica del Sur-Este) que es el máximo reconocimiento que puede recibir un juez.
Hábleme de cuando yo empezaba a reportar la gimnástica y usted entrenaba a muchos de los grandes que formaron la hornada de campeones en los años 80.
Yo empecé a trabajar en abril de 1964 en el internado Hogar Gramma en el reparto Naútico, que albergaba a niños de la desaparecida Casa de Beneficencia y Maternidad.
Ahí entrené a un grupo encabezado por el hoy titular del Comité Olímpico Cubano Roberto León Richard, grupo que arrasó en los Juegos Escolares de 1967, lo que les dio el derecho a ingresar en la Escuela Nacional de Gimnástica, sita entonces en Belascoín 803 y que abrió sus puertas en 1968.
Tuve la oportunidad de preparar atletas tanto de la preselección juvenil como de mayores y de cosechar importantes éxitos. En 1977 fui enviado a Alemania (por ser el único que hablaba alemán) a la Universidad deportiva DHFK (similar al Fajardo), donde me gradué con Honores en un máster de Biomecánica, lo que me dio el derecho a hacer la candidatura directa.
Sin embargo, al regresar a Cuba el Departamento de Docencia me informó que no; más tarde supe que un par de entrenadores de los varios que me hicieron mucho daño y de los cuales prefiero no mencionar nombres, habían solicitado que yo fuera eliminado por 'gusano' ¿puedes creerlo? Nunca tuve la oportunidad de hacer el doctorado que me había ganado.
¡Ah! Pero sí… ¡tras regresar en 1979, fui designado como jefe de cátedra de ESPA nacional, continuando como entrenador de los seleccionados juvenil y de mayores! Para eso no era 'gusano'. Trabajé con figuras como Richard, Thomás Kessel, Israel Sánchez, Irving Torres, Julián de Armas y Félix Aguilera, entre muchos.
¿Y sabes lo que pasaba? Mis alumnos cosechaban relevantes triunfos y, cada vez que uno sobresalía, me lo quitaban y lo pasaban a otro preparador, hasta que en 1985, cuando me lo hicieron con Aguilera, a quien había hecho campeón nacional, me cansé.
Renuncié al equipo nacional, a la escuela y me fui a trabajar al CVD García Moré que quedaba a unas cuadras de mi casa. Ahí estuve hasta que en 1994 logré felizmente emigrar a EE.UU.
También, además de entrenar, usted compaginaba otras tareas.
Claro, yo siempre he sido un hombre activo; aún lo soy, y había que buscar el sustento de la familia. Por eso alternaba mi trabajo como entrenador con el de profesor de alemán en una escuela nocturna y a partir de 1987 como pianista en el restaurante del círculo social Cristino Naranjo.
De donde fue expulsado.
Pues sí. Me botaron en mayo del 91 porque había venido un mes a Miami a visitar a mi madre. ¡Increíble pero cierto! Después logré tocar en el hotel Copacabana y en el restaurante Fiesta de la marina Hemingway.
En el hotel Copacabana tocaba el piano gratis por una mísera oportunidad de un café, un trago y un sándwich para llevar a casa para la merienda de mi hijo y recibir una propina en dólares que, como estaba prohibido, tenía que entregarlo para cambiarlo por pesos cubanos. En el restaurante Fiesta igualmente trabajaba gratis, sólo por la propina y un plato de comida.
El rostro del profesor Antonio Juan, a través de nuestra videoconferencia, se tensa. Hasta este punto, su mirada era cálida, sonriente. Ahora se torna sombría… ¡y no es para menos!
Seguimos caminando senderos ásperos en esta conversación profe. Hace mucho que no entrena en Cuba; sin embargo, está al tanto de lo que allí acontece, la nueva Escuela Nacional edificada sobre un pantano en 1991 y su desastre en todos los sentidos: aparataje deficiente, entrenadores expulsados (los casos de Carlos Ruíz y su esposa Yareimi, jefes de ambas selecciones nacionales y por brillar, los eliminaron); la huida constante de atletas de todas las disciplinas como lucha, atletismo, boxeo, kárate, béisbol, etc. ¿Qué opina?
Imagínate, no hay mucho nuevo que aportar a lo que todos sabemos, aquí y allá. Específicamente sobre la actual situación de la gimnasia cubana puedo decirte que de la potencia que fue Cuba en otros tiempos no queda nada más que el recuerdo.
Sobre la actual situación de la gimnasia cubana puedo decirte que de la potencia que fue Cuba en otros tiempos no queda nada más que el recuerdo
Se construyeron tres gimnasios en una zona pantanosa y actualmente solo uno de los tres está funcionando. La gran mayoría de los buenos entrenadores estamos en el extranjero y a los que quedaron allá puede sucederles en cualquier momento lo que a Carlos y su esposa, a quienes eliminaron (no sé exactamente la causa) pero no dudo que sea por el consabido "quítate tú para ponerme yo".
Surgió un brillante Manrique Larduet, precisamente entrenado por Carlos Rafael Gil, y no supieron aprovecharlo; ahora busca su bienestar en Italia. Tanto a Carlos como a Manrique los conocí hace unos años en una competencia en Costa Rica y pensé que la gimnástica cubana estaba resurgiendo, pero eso duró lo que un merengue en la puerta de una escuela.
Se siente vergüenza ajena al hablar de la actual gimnasia cubana hundida en ese mismo pantano donde construyeron sus nuevos gimnasios. Somos muchos los que tuvimos la visión de emprender el camino del exilio y triunfar en tierra ajena; por mencionar a algunos: Emilio Sagré, Antonio Vázquez (EPD), Carlos Calvo, Félix Roche, Damián Meriño, Fernando Véliz, Octavio Domínguez, Enrique Bravo, Ricardo Dilow, Casimiro Suárez, Félix Aguilera y muchísimos más que harían muy extensa esta lista, además de similar cantidad en la rama femenina.
En otros deportes sucede lo mismo. ¿Para qué hablar? Y cada vez que ven una brecha por donde salir, muchos lo van a hacer, no tengas dudas. Es un escape sin freno.
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