Cuando solo tenía tres años, a Dairon Reyes le regalaron un balón de fútbol. Su padre quería verle seguir sus pasos en las canchas, y al pequeño lo sedujo de inmediato aquello de utilizar los pies como si fueran manos. Pasó el tiempo, el niño se hizo grande y cruzó el mar, pero su amor por el fútbol nunca se apagó. Hoy no faltan algunos que lo llaman ‘El Messi cubano’.
“Yo no sé de dónde salió ese calificativo”, le confiesa el muchacho a Cibercuba. “Creo que hay otros jugadores de la Isla con mayor trayectoria a los que se ajustaría más el sobrenombre. A mí me gusta ir creando mi propia historia. He conseguido cosas importantes, pero apenas estoy comenzando. Lo de Messi es lindo y uno se siente halagado, pero yo prefiero ser Dairon Reyes”.
A sus 19 años, este mediapunta nacido y criado en Arroyo Naranjo trata de abrirse paso en la organización del Inter de Miami, donde su talento deslumbra a tirios y troyanos a fuerza de destreza, goles y asistencias.
“En la cancha salgo a divertirme”, cuenta. “Soy participativo y habilidoso, me muestro, trato de buscar los espacios... Tal vez me cuesta ayudar más en lo defensivo porque los jugadores ofensivos cubanos no somos muy dados a ese tipo de sacrificio y el fútbol actual exige eso, por eso me trato de esforzar más en ese punto. Pero en sentido general creo que aporto alegría, buen toque y ayudo a llevar los tiempos del partido”.
Dairon carga el fútbol en los genes. No solo su padre, sino también su hermano mayor y sus primos jugaron en equipos habaneros. Tal vez por eso a él jamás le interesó ningún otro deporte, ni siquiera el béisbol, y por eso a los cinco años ya lo habían inscrito en las categorías inferiores de su municipio natal. Allí no tardó en dejar su huella, y en una de esas puso un récord de 49 anotaciones en ocho partidos.
El suyo fue uno de esos casos de ascenso meteórico. Se le hizo costumbre jugar contra futbolistas de mayor edad, y cuando en Cuba todos empezaban a alabar sus virtudes, su papá se lo llevó a Estados Unidos en 2019. Allá entrenó, entrenó, y el Inter no tardó en echarle el ojo.
“El Inter ha sido un gran paso en mi carrera. El profesionalismo te ayuda a superarte cada día, hay muchas facilidades en el centro de entrenamiento, puedes analizar cada partido para ver qué errores cometes y cómo puedes mejorar... Además, la competencia por los puestos titulares es muy dura y te obliga a trabajar intensamente, pero en una buena convivencia con el objetivo común de dar el salto al primer equipo”.
De momento, todo marcha viento en popa. Se trata de un joven con las ideas muy claras, entusiasmado con los progresos que experimenta en el Inter y con sus participaciones en la absoluta de Cuba. Dice que una no excluye a la otra, que “cada cual representa lo suyo porque la selección es la tierra donde naciste y el club es donde trabajas y te superas”.
Tan bien está saliendo todo, tanto ha crecido su calidad en los terrenos, que hace poco dejó impresionados a varios elementos de la albiceleste cuando estos visitaron Miami para efectuar un amistoso contra Honduras. Dairon jugó contra ellos un partido informal, y fue de escándalo.
“Creo que el partido contra Argentina fue el mejor de mi vida, no solo porque allí estaban jugadores de clase mundial sino porque ese día me salió todo. Tanto que Pablo Aimar -miembro del cuerpo técnico de la selección- se acercó a mí y tuvimos una magnífica conversación. Paulo Dybala llegó a decirme que yo parecía brasileño en la cancha, y Ángel Correa afirmó que me había visto antes en las redes sociales de Antoine Griezmann, con quien tengo amistad. Le estoy muy agradecido a la vida por darme la oportunidad de jugar ese partido y poder hacerlo tan bien”.
Tras aquellos elogios, el cubano ha retomado su preparación con las energías duplicadas. Hasta dónde podrá llegar nadie lo sabe, pero él tiene la certeza de que “falta mucho Dairon por ver”, de que “lo mejor está por venir”, y de que “hay que enfocarse en el hoy”.
“Soy feliz jugando al fútbol”, asegura.
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