El director del proyecto comunitario Ópera de la Calle lamentó el éxodo que sufre entre miembros de su compañía, de los que dijo que se marchan de Cuba “pensando en luchar por la vida”.
“Se marchan pensando en trabajar, en luchar por la vida, en poder comer sin que sea un martirio, en soñar, aunque los sueños no se cumplan, pero nadie les prohíbe soñar”, indicó Ulises Aquino Guerra en sus redes sociales.
En una publicación de tono pesaroso, el fundador y director general de la agrupación calificó las partidas de sus integrantes como “golpetazos en la cabeza”.
“Maestro Uly, te llamo para decirte que nos vamos mañana... Han sido muchas llamadas, demasiadas llamadas... Cada integrante de mi Compañía que se marcha se lleva consigo muchos años míos, y de ellos... Cada una de esas llamadas son un golpetazo en la cabeza”, confesó.
El destacado barítono y director teatral reconoció que cada una de esas decisiones de emigrar “dejan un hueco que será muy difícil de llenar”.
“Lo peor es que no van pensando en ‘God Talent’, ni en ‘La Voz’”, confesó el también empresario y promotor cultural, subrayando que las motivaciones de los integrantes de su agrupación son más de sobrevivencia, de “luchar por la vida y poder comer sin que sea un martirio”.
En una reflexión sobre estas motivaciones, el músico señaló que “ahí radica el gran problema”. Según su opinión, “hace mucho que este [país] no es el sueño de muchas generaciones, más bien se ha convertido en la paranoia de los jóvenes y la pesadilla de los viejos”
“Solo los muy tercos como yo, seguimos pensando que otra Cuba es posible”, concluyó un artista incómodo para las instituciones por sus ideas y proyectos de defensa del patrimonio cultural cubano con propuestas heterodoxas en el panorama lírico.
Fundada el 28 de abril de 2006, la Ópera de la Calle es un proyecto artístico comunitario que llegó a contar con unos 80 miembros y con una ópera infantil integrada por 120 niños con los cuales realizaban espectáculos conjuntos.
Según Ecured, la compañía contaba con diversas fuentes de ingreso; la parte artística era subvencionada por el Estado, a través del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, y otra área de ingresos correspondía a su autonomía como empresa.
"¡Qué tristeza Ulises, creo que todos estamos pasando por esta pesadilla, así pasa con mis alumnos, mis vecinos, mis amigos... unos se despiden y otros no. Dejan un vacío desgarrador, dejan su carrera muchos en el último año, para trabajar en sabe Dios qué, pero que les permite vivir con decencia. Es muy muy triste, ojalá yo pudiera ser tan optimista como tú, pero no lo logro", comentó un usuario en la publicación.
Otro reconoció quedarse sin palabras ante la crisis migratoria que asola la isla. "Sin palabras Uli, sufrimos el éxodo en carne propia y es un dolor perenne y, a su vez, como está la situación, más vale tener nietos virtuales. Aquí solo podía brindarles amor. Y el resto de sus necesidades elementales, ¿cómo resolverlas?".
En agosto de 2012, el gobierno de la capital canceló las licencias de Aquino Guerra para operar el restaurante El Cabildo, sede de la compañía, donde presentaba su espectáculo musical y danzario, con una mezcla de ópera, zarzuela, rock y ritmos cubanos.
Según dijo el barítono, la medida fue en sentido contrario a la reforma económica que anunciaban las autoridades del régimen y se explicaba por “la resistencia de los sectores burocráticos más aberrantes de nuestra sociedad”.
“El arte tiene un valor intangible y espiritual pero también contable. Todo el arte que se produzca tiene que ser comercial, el mercado que se busque es otra cosa. Las más grandes obras de la Humanidad tienen un valor porque es necesario”, declaraba en ese infausto año.
Para Aquino Guerra, el “arte no es ningún espacio libre de materialidad ni mucho menos. Estamos obligados a tener un valor contable, si no, se arruinan las naciones o no se hace arte. Para poder soportar el peso del valor social y la disposición a lo comunitario hemos tenido que desarrollar una labor comercial y demostrar objetivamente que el arte tiene ese deber”.
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