La Concacaf se estrenó con empate en el torneo universal de Qatar una vez que Estados Unidos firmó la paridad (1x1) con Gales, en un choque de marcado predominio alterno.
La de las barras y estrellas es la escuadra más joven de la cita (25.3 años de edad promedio), de ahí que muchos auguren que su mejor rendimiento debe salir a escena en la próxima Copa, que encima tendrá lugar en Norteamérica. Sin embargo, el equipo ya enseña los colmillos...
Nucleado por una generación de muchachos que militan en el fútbol europeo, el combinado de Gregg Berhalter puso en función la idea central del técnico. Esta es, practicar un juego intenso y ofensivo que le saque provecho a la fortaleza física de sus elementos.
Al minuto 10 ya se sabía que los estadounidenses llegaban en gran forma, a partir de una acción que comenzó con un control de seda de Tim Weah, cuyo centro potente casi se convierte en autogol. Un instante después, el balón cabeceado por Josh Sargent se estrelló contra el poste.
La nueva camada estadounidense se para en el campo con cuatro hombres detrás, un solo contención, dos interiores de buen pie y una línea de ataque encabezada por la estrella del grupo, Christian Pulisic. Pero su permanente intercambio de posiciones complica sobremanera la vida del contrario.
Mientras, Gales es más plano. La tropa de Rob Page prefiere desentenderse de la posesión y esperar agazapada para lanzar los contragolpes, con un diseño estratégico donde casi todo gira en torno a Gareth Bale, secundado por jugadores curtidos como Aaron Ramsey y Ben Davies.
Dicha idea, la misma que llevó a los Dragones a un Mundial 64 años después de su primera y única experiencia de este tipo, no les salió bien en la primera parte. Estados Unidos dominó con una MasterClass de dinamismo, y tanto fue a la fuente el cántaro que se rompió a la altura del minuto 36 una vez que Pulisic filtró un balón por el centro y Weah lo recogió en velocidad para ponerlo dentro de la meta de Wayne Hennessey.
Así salieron rumbo a los vestuarios del descanso, donde los roles se trocaron y el agredido pasó a ser agresor. Gales se recompuso con la entrada del espigado Kieffer Moore, Bale comenzó a pesar más en la cancha, y aunque los norteamericanos no dejaron de generar alguno que otro chance, el control lo ejercieron los británicos. Y tanto, que solo un milagro impidió que igualaran pasada la hora de partido gracias a una soberbia parada de Matt Turner y un testarazo que se fue lamiendo el travesaño.
Fue entonces que Berhalter movió el banco, las piernas frescas devolvieron el equilibrio sobre el pasto, pero al '80 llegó una falta en el área bien buscada y mejor cobrada por Bale, que se multiplica en calidad y ganas cuando se pone la casaca nacional. Juego empatado, y ahora ambos deberán buscarse los boletos a octavos de final en sus respectivos compromisos frente a la espléndida Inglaterra.
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