El destacado escritor nicaragüense Sergio Ramírez considera como “una posibilidad real” nunca volver a su país natal ya que el régimen de Daniel Ortega tiene “los tornillos bien afianzados”.
“Claro, el que queda dentro se queda callado, porque se vive bajo las reglas brutales de la represión. ¿Qué haría yo dentro de Nicaragua, rodeado de policías y amenazados de decir cualquier palabra? En estas circunstancias es más natural el exilio, no la prisión interna que significa estar callado. O está en la cárcel, porque yo seguramente estaría en la cárcel”, comentó a la agencia española EFE este lunes el octogenario escritor que participa por estos días en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, México.
Ramírez, quien fuera miembro del sandinismo y estuvo encarcelado durante la dictadura de Somoza, se ha convertido en uno de los más prominentes críticos de la Nicaragua de Ortega.
“Resignación no es la palabra correcta, pero tomo como real la posibilidad de no volver a Nicaragua. No quiero engañarme a mí mismo, tengo 80 años. No es que Daniel Ortega esté cayendo mañana, tiene los tornillos muy bien afianzados”, agregó el Premio Cervantes 2017.
El autor de Margarita, está linda la mar, que fue de 1984 a 1990 vicepresidente de Nicaragua, como compañero de Daniel Ortega, cree que el ahora dictador “tiene un liderazgo tácito de Centroamérica, nadie se atreve a enfrentarlo. A El Salvador, Guatemala, Nicaragua, los une la violencia contra los derechos humanos, nadie puede lanzarle la piedra al tejado del otro”.
“Veo a Guatemala con una derecha muy agresiva. Con una izquierda bastante floja en Honduras. Un criptopresidente en El Salvador. Y un gran miedo de todos ellos hacia Ortega”, opina sobre la hora actual de la región.
El régimen de Ortega a la vez que profundizaba en su deriva represiva y autocrática se ganó el repudio de muchos líderes históricos del sandinismo. Algunos, como la legendaria exguerrillera Dora María Téllez permanecen encarcelados.
Sergio Ramírez reside actualmente en los EE. UU. e imparte clases en la Universidad de Princeton.
Se acogió al exilio luego de que, como parte de una persecución política, la fiscalía del país centroamericano lo acusara de “lavado de dinero, bienes y activos; menoscabo a la integridad nacional, y provocación, proposición y conspiración”.
“La dictadura de la familia Ortega me ha acusado a través de su propia fiscalía, y ante sus propios jueces, de los mismos delitos de incitación al odio y la violencia, menoscabo de la integridad nacional, y otros que no he tenido tiempo de leer, acusaciones por las que se encuentran presos en las mazmorras de la misma familia muchos nicaragüenses dignos y valientes”, declaró Ramírez en respuesta a la acusación.
En 2018, al recibir el premio Cervantes, Ramírez dedicó su discurso “a los nicaragüenses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando, sin más armas que sus ideales, porque Nicaragua vuelva a ser República”.
El pasado año, fue una de las 300 personalidades que firmó una carta que exigía al régimen cubano cesar de inmediato los abusos contra los artistas en la isla.
El régimen debería respetar la libertad de expresión, liberar a los artistas que han sido detenidos arbitrariamente, desistir de cargos penales abusivos y permitir que quienes están en el exilio puedan regresar a su país, señalaba la misiva.
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