No sin sufrimiento, Francia sacó el ticket para defender su título mundial al doblegar 2x0 a Marruecos, que encajó virilmente un gol de vestuario y puso en jaque a Les Bleus hasta el minuto 80 del partido.
Fue el encuentro del monarca vigente y el súbdito en rebeldía, cuyo entrenador lo había definido como "el Rocky Balboa del Mundial". Una Francia que casi todos anotaron como posible finalista, y un Marruecos que se saltó el libreto y empezó a hacer cosas como salidas de un cuento de Ray Bradbury.
Desde que Harry Kane marró el penal que habría empatado el cotejo de cuartos versus Inglaterra, Les Bleus fueron conscientes de que su nivel de juego estaba siendo acompañado por la buena fortuna, esa amiga imprescindible. De su lado estaba el jugador más desequilibrante del planeta (Kylian Mbappé), un delantero tan resolutivo como Olivier Giroud y un director de orquesta que se crece con la camiseta nacional, Antoine Griezmann.
Del otro lado, los Leones del Atlas se presentaban orgullosos hasta los lindes de la vanidad tras haberse colado en una instancia en la que nunca había estado una selección de África. Eran la selección con más nacionalizados en la cita qatarí (14), y en su nómina había varios elementos oriundos de Francia, entre ellos el técnico Walid Regragui.
En cuanto a alineaciones, Didier Deschamps suplió las bajas de Dayot Upamecano y Adrien Rabiot por Ibrahima Konate y Youssouf Fofana; en tanto el bando magrebí decidió salir con tres centrales, si bien tuvo que renunciar minutos antes del inicio a uno de sus titulares, Nayef Aguerd.
Con su lineup de lujo roto, Marruecos soportó el primer gol adversario en el Mundial tan temprano como a los cinco minutos de partido. Solo había permitido una diana en propia puerta hasta estas alturas, pero hoy se bebió el trago amargo luego de un golpe acrobático de Theo Hernández que castigó uno de sus pocos errores defensivos en el campeonato.
Eso sí, Marruecos no rebló. Por el contrario, pasó de inmediato al Plan B y amenazó el arco de Hugo Lloris a través de un disparo lejano de Azzedine Ounahi -quizás la gran revelación de este Mundial- y una combinación infructuosa entre Sofiane Boufal y Hakim Ziyech.
Muy disminuido pese al tremendo esfuerzo realizado, el capitán Romain Saiss debió dejar el campo al '21 una vez que sus molestias en el tren inferior casi acabaran en el segundo gol francés con el trallazo al poste de Giroud. Las noticias no podían ser peores para los norafricanos, que milagrosamente salieron ilesos de una doble oportunidad gala al '36 (Mbappé remató muy forzado y Giroud falló lo inverosímil).
La respuesta de los guerreros -que lo son, indiscutiblemente- no se hizo esperar, y arribó por la vía de la espectacularidad cuando Jawad El Yamiq mandó al palo una chilena tras el cobro de un corner.
Al retorno de los camerinos, Marruecos embotelló a los galos y gozó de repetidas ocasiones, unas veces derivadas de los espacios que se abrían en el centro; otras, del trabajo por bandas, sobre todo por un sector derecho donde se juntaban tres jugadores del calibre de Achraf Hakimi, Ounahi y Ziyech. Pero siempre faltó el remate a la cabaña, y a Francia -tan voraz, tan poderosa- no se le puede perdonar.
Así que lo que no hicieron los Leones del Atlas, se lo hicieron: al '80, Mbappé dio comienzo a unos zigzagueos dentro del área, tiró a meta, el balón se desvió ligeramente y Kolo Muani, que apenas había entrado en el terreno, lo empujó a la red.
2x0 y la calma imperaba en el banquillo de Deschamps. Francia entendió que sobraba asumir riesgos y montó dos líneas bien compactas para dejar que el tiempo se agotara, aunque de todos modos Jules Koundé debió salvar in extremis la diana del posible descuento africano. Las plegarias marroquíes -atendidas frente a Bélgica, España y Portugal- no encontraron respaldo esta vez contra los campeones del mundo en ejercicio.
El domingo, en el Estadio Lusail, Francia lidiará con Argentina y Mbappé con Lionel Messi en una batalla por el tricampeonato.
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