El director de Salud Pública de Placetas, Segundo Bravo Martín, debe renunciar o ser destituido por la escasa sensibilidad mostrada ante el desamparo de la familia González-Duquezne. a la que pretendió desalojar este sábado, enviándole a una patrulla de la policía.
La Salud Pública y la atención social son elementos permanentes en la propaganda política del gobierno cubano y mantener a un burócrata despiadado, al frente de un área sensible, compromete la imagen del ejecutivo de Placetas, la autoridad de su presidente e insulta a los vecinos.
La familia González-Duquezne, tras siete años reclamando una solución para su infravivienda, ocupó un local en desuso del sectorial de Salud placeteño, y la respuesta de Bravo fue enviar a CVPs con la orden de impedir el paso de agua y alimentos; pese a que tienen tres niños de 15, 8 y 3 años.
El sábado, Bravo mandó a una patrulla policial con la instrucción de darle un plaza a los González-Duquezne hasta las cuatro de la tarde; orden que fue desautorizada por el presidente del gobierno municipal, Eduardo Rodríguez Cabrera, que convocó a los afectados este lunes y les prometió repararle su vivienda, asumiendo el costo de la madera necesaria y designando a una brigada para acometer los trabajos.
La reacción del presidente del Poder Popular de Placetas será incompleta mientras Bravo no asuma -dimitiendo o destituyéndole- su insensibilidad ante una familia cubana empobrecida y con tres hijos.
La designación de Bravo como director municipal de Salud Pública sorprendió a los placeteños por sus actitudes "corruptas y constantes borracheras", dijeron fuentes del grupo Placetas somos todos, que atribuyeron su llegada al cargo a su amistad personal con el intendente de Placetas, Yoandy Ramírez y el delegado del Poder Popular, Héctor de la Fe Freire.
Bravo llegó a la dirección municipal de Salud Pública de Placetas, tras ser despedido de Cayo Santamaría por un escandalo de corrupción, aseguraron fuentes de Placetas somos todos, que comunicó el intento de desalojo a organizaciones internacionales y a la Red Femenina de Cuba.
Segundo Bravo era el jefe de salud ambiental del centro de Higiene y Epidemiología de la provincia de Villa Clara; encargado -entre otras funciones- de las inspecciones sanitarias a establecimientos estatales y, cuando acudía a los hoteles de Cayo Santamaría, exigían sobornos a los gerentes; a cambio de no multarlos.
La práctica corrupta llegó a la delegación del Ministerio del Interior en Villa Clara, que montó una operación en el pedraplén entre Caibarién y los cayos y hallaron su vehículo cargado de botellas de ron, que luego vendía en Báez; según el testimonio de su antiguo chofer.
Bravo también vendía piezas de carros y ordenaba a su conductor que hiciera de taxi; en ambos casos, a cambio de la mitad del dinero, siempre según la versión del chofer, que dejó su puesto hace poco, tras una fuerte discusión entre ambos.
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