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El caso Padilla: Una discusión absurda

Cuba es hoy una enorme piedra que habrá que levantar un día para que la podredumbre oculta sea fulminada por la luz.

Heberto Padilla (izq.) junto a Roque Dalton y Guillermo Rodríguez Rivera en La Habana, en 1966. © Wikimedia Commons
Heberto Padilla (izq.) junto a Roque Dalton y Guillermo Rodríguez Rivera en La Habana, en 1966. Foto © Wikimedia Commons

Este artículo es de hace 1 año

En relación a la polémica desatada por el documental de Pavel Giroud sobre el Caso Padilla, algunos alegan de manera categórica: "Material secuestrado por la Seguridad del Estado", cosa que no es tan categóricamente así.

Las latas de la confesión de Heberto Padilla en la UNEAC fueron filmadas el 27 de abril de 1971 por un equipo del ICAIC dirigido por Santiago Álvarez, y ese material ha permanecido durante décadas en el "Archivo Fílmico Restringido" dentro del Archivo de Cortometraje del ICAIC, en la sede de 23 entre 8 y 10, en el Vedado. Por supuesto, que ese material no se divulgase fue decisión del Partido Comunista en contubernio con las máximas autoridades del ICAIC.

En ese archivo también permanecen las imágenes del llamado juicio de Marquitos [Marcos Rodríguez], el delator de Humboldt 7, también filmado en 1964 por un equipo del Noticiero ICAIC y que muy pocos han visto de manera íntegra. De la misma manera, que ha existido un "Archivo Restringido" en el ICAIC, existen en otras instituciones cubanas como Casa de las Américas, Biblioteca Nacional, Universidad de La Habana, Bohemia, Prensa Latina, Estudios Fílmicos de las FAR, por solo mencionar algunos, la existencia de esos archivos que han sido casi imposible consultarlos, pero de los que puedo dar fe de su existencia.

A finales de los años 80 hice una investigación de la imagen cubana en movimiento desde 1906 hasta finales de la década de los 70. Pude consultar y ver todo lo que se ha filmado en Cuba en ese período y me tropecé con ese "ARCHIVO RESTRINGIDO" y las latas de 35 mm con la confesión de Heberto Padilla en la UNEAC. Si los órganos de la Seguridad del Estado hubieran tenido secuestrado ese material, seguramente lo hubiesen quemado hace rato y jamás Pavel Giroud Eirea hubiese podido hacer su documental, ni Jorge Ferrer hubiera podido divulgar íntegramente la confesión del poeta en la UNEAC aquella noche de 1971. De eso estoy más que seguro.

De más está decir que el Caso Padilla ha sido uno de los pasajes más oscuros, vergonzosos y fascistas de nuestra historia. Solo una mentalidad enfermiza pudo concebir semejante circo romano dantesco, que terminó por envenenar y corroer a la comunidad intelectual cubana de entonces. Creo que la película de Pavel Giroud es un aporte al esclarecimiento de la verdad, independientemente de la forma de relatar los hechos. Cada cual tiene maneras diferentes de hacer o de interpretar una película, pero con toda seguridad es también un aporte a la memoria histórica.

No es primera vez que lo digo. Se ha generado una discusión incomprensible, ciega y absurda entre los cubanos por el simple hecho de que algunos no entienden cómo funciona el mundo del cine. Que Pavel Giroud haya podido hacer ese documental revelador sobre una verdad oculta y amarga de nuestra historia, es todo un logro y, por el contrario, los que deseamos una Cuba diferente, deberíamos estar más que agradecidos por ese destape, porque creo en ese principio de que la verdad también nos hará libres.

Cuba es hoy una enorme piedra que habrá que levantar un día para que la podredumbre oculta sea fulminada por la luz. La responsabilidad del ocultamiento de la verdad en la historia cubana reciente es compartida entre las instituciones culturales y no culturales, de sus dirigencias, que crearon dentro de los centros de trabajo esos "ARCHIVOS RESTRINGIDOS", una práctica heredada de los países socialistas, práctica estalinista y fascista, práctica feroz de ocultamiento criminal y deshonestidad.

Es una responsabilidad del gobierno cubano y de los órganos de la Seguridad del Estado, y que habrá que abolir como práctica de la Cuba futura. Es responsabilidad directa de Fidel Castro, la máxima figura que gobernó a pura hoz y martillo, con el poder absoluto, creando uno de los sistemas de control ciudadano más inhumanos y vergonzosos que aún existen en este mundo.

Es una responsabilidad más que directa del Partido Comunista de Cuba, un organismo político corrosivo y de sometimiento ciudadano que ha terminado por destruir y envenenar la nación.

Es responsabilidad también de muchos artistas e intelectuales que hasta la fecha no dicen una sola palabra sobre semejantes acontecimientos indignos; ellos son muy culpables y tienen una gran cuota de indignidad, inmersos en esa podredumbre e impunidad.

Es una responsabilidad compartida, por supuesto, por la sociedad que lo permitió, que aplaudió y contribuyó con su silencio cómplice y cobarde, sobre esos abusos de poder.

Esos son los culpables directos de todo ese espectáculo siniestro que resulto ser el Caso Padilla, así como de un sinnúmero de casos oscuros de linchamientos de ciudadanos de quienes ni siquiera sabemos sus nombres. Esos son los culpables y los creadores de un sistema enfermo y derrotado por el silencio y el miedo, y no un cineasta cubano joven, quien no vivió esos momentos terribles, pero que ha tenido el interés y la responsabilidad de revelarnos esa verdad.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Jorge Dalton

Cineasta cubano-salvadoreño. Presidente de la Fundación Roque Dalton. Reside en San Salvador.


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