Un cubano que fue deportado desde Estados Unidos denunció la vida que lleva en Cuba, solo, sin tener donde vivir y lejos de su familia, y acosado por el régimen.
Sergio Pérez, de 30 años, fue devuelto a la Isla por el gobierno estadounidense junto a 32 compatriotas en el cuarto vuelo de deportación que realizaron las autoridades del Departamento de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) desde abril de este año.
Al llegar a La Habana, las autoridades les dejaron irse a donde pudieran. Sergio, que estaba en Estados Unidos país desde 2019, ya no tenía familia ni lugar donde vivir, así que tuvo que irse durante un tiempo a la casa de unos antiguos vecinos.
A casi tres meses de llegar a Cuba, vive rentado en el El Vedado, La Habana, solo y viviendo con lo que le mandan sus parientes desde Miami.
"Yo aquí no puedo trabajar, no soy alguien bien visto por ellos, soy un deportado de los Estados Unidos, y eso para ellos es algo muy grande. No me van a dar trabajo en ningún lado y tampoco tengo la intención de trabajarle a este gobierno", confesó a El Estornudo.
Tras cuatro años fuera de Cuba, Sergio ha comprobado cómo la vida es mucho más dura, con más escasez, apagones, hambre y tristeza.
"Comprar comida es complicado, porque aun teniendo dinero no aparece la comida. Aquí se vive con lo que aparezca", dijo.
Asegura que la vida en Cuba está muy triste y que él apenas sale, se pasa el día encerrado en la casa hablando con su hijo de 10 años, que se quedó en Miami bajo el cuidado de su abuela, sus tías y otros familiares.
"El niño llora cada vez que hablamos por cámara, está desesperado. Me separaron de mi familia; aquí no tengo nada, me mandaron para un lugar donde no tengo ni casa. Y yo se lo dije a ellos en todas las entrevistas que tuve allá en Estados Unidos, que me iban a mandar para un lugar donde me iban a desaparecer", recalcó.
En sus últimos tiempos en Cuba, antes de emigrar, Sergio Pérez estuvo vinculado con las Damas de Blanco. En agosto pasado, tras salir de la sede nacional de la organización, fue detenido con su primo por oficiales de la Seguridad del Estado y conducido a una estación policial.
"Allí me advirtieron que no podía mantener esos contactos, que ellos sabían quién yo era, y toda una serie de amenazas más", contó.
Desde entonces no han cesado el acoso, las amenazas y la vigilancia del régimen hacia él.
"Esto ha sido así desde que llegué. Yo tengo miedo de mi vida, miedo de no ver más a mi hijo, a mi familia, a mi hermana. Es duro, es bien duro esto que hicieron conmigo", aseguró.
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