La activista cubana Diasniurka Salcedo Verdecia dejó un mensaje de fuerza a las madres que le escriben y le agradecen por su labor social en la isla.
"Este mensaje es para todas esas mamis que me escriben al privado y me dicen gracias por ser valiente, gracias por lo que haces por nuestros hijos. Mis amores les cuento que no soy valiente, sencillamente soy una cubana que perdió el miedo, que estuvo 18 meses en prisión y no cambio, porque amo la tierra que me ha visto crecer", dijo la activista.
En el breve texto narra que en su vida ha vivido experiencias muy fuertes que la han marcado, como la pérdida de sus bebés y la muerte de su padre en una cárcel de Cuba.
"Soy una madre que prefirió alejarse de su hijo, mandarlo lejos para protegerlo y a su vez tener más tranquilidad para hacer lo que hago, que no es otra cosa que ayudar y llamar las cosas por su nombre. Soy una mujer que se ha metido tanto en la ayuda social que va teniendo niños sin parirlos, a los cuales amo como míos y no son pocos", comentó.
Diasniurka se define como una mujer amante de la familia, la libertad y sobre todo de Cuba libre. "Defensora de los derechos humanos, pero con gran afinidad a los niños".
Sobre el miedo que sienten muchos cubanos a expresarse y a defender los ideales con los que sueñan señaló:
"El miedo solo está en sus mentes y el amor en el corazón. Con esto les digo que el límite no lo pone la dictadura, el límite está en sus mentes, esa que solo ustedes pueden dominar, porque aquí todas las mamis sabemos lo que toca: ¡DIOS, PATRIA Y LIBERTAD!", dijo.
El mensaje de la activista tiene centenares de interacciones y comentarios de personas que destacan la valía de esta mujer y la admiración que sienten por la labor que realiza en Cuba, a pesar de que vive continuamente bajo la represión de la Seguridad del Estado.
Diasniurka lleva años ayudando a personas necesitadas de su comunidad en Alquízar, provincia Artemisa y de otras regiones del país.
Uno de los casos que atiende desde hace meses es el del niño huérfano Cristopher Olivera Santos, de cinco años. El pequeño está al cuidado de su abuela y lleva años esperando una operación para restituir los daños internos que tiene por haber tomado ácido.
Diasniurka organizó una colecta y viajó hasta el oriente del país para entregar personalmente una casita al niño y a su abuela, para que puedan vivir cerca de un hospital en Bayamo. Muchas personas conmovidas empezaron a enviarle donaciones y han logrado mejorar la calidad de vida del pequeño.
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