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Casi una veintena de personas, en su mayoría jóvenes y niños, participaron en el conteo navideño de murciélagos efectuado en Matanzas, una actividad a cargo del proyecto Cubabat, que trabaja por la conservación de estos animales y sus hábitats.
El biólogo Yoel Monzón González, director de Cubabat, explicó que se instalaron redes para realizar capturas y enseñarles a los niños las características fundamentales de las especies desde el punto de vista morfológico, y el rol que juegan en la naturaleza.
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En total, en la zona de Monserrate atraparon 12 individuos de la especie artibeus jamaicensis (conocido como murciélago frutero grande) y luego devueltos a su hábitat natural.
"Son formadores de ecosistemas. En el caso de los insectívoros consumen grandes cantidades de plagas perjudiciales para la salud humana y la economía del país. Los dispersores de semillas son formadores de bosques, e importantes polinizadores. Toda esa información se compartió con los presentes, que pudieron apreciar cuáles son los métodos, procedimientos y los equipos que se utilizan para el estudio y monitoreo", detalló el experto al semanario Girón.
"Los niños hicieron muchas preguntas y esclarecieron sus dudas. El objetivo de la actividad era precisamente educativa formativa, para cambiar la percepción que se tenía de ellos, y romper los mitos que existían sobre que eran ciegos, enfermos y transmisores de rabia, y animales malignos", recalcó Monzón.
Esta es la primera vez que Matanzas participa en el conteo navideño de murciélagos -la tercera para Cuba- diseñado para la investigación, la educación ambiental y la sensibilización sobre la importancia de estos mamíferos.
Se trata de un evento internacional que organiza la Red Latinoamericana y del Caribe para la Conservación de los Murciélagos (Relcom) en varias regiones del mundo desde hace 11 años y siempre por esta fecha.
En la provincia occidental se han detectado 23 especies de estos animales.
Los murciélagos traen beneficios a los seres humanos y a la economía, pues se alimentan de insectos como los mosquitos y de plagas que afectan a cultivos como el maíz y el tomate.
Pero cuando no hay un control adecuado sobre sus poblaciones en las ciudades, suelen causar problemas en lugares donde habitan personas.
En agosto de 2018, residentes en el municipio de Pinar del Río denunciaron que el cine teatro Praga estaba lleno de estos mamíferos, que volaban sobre las butacas mientras se exhibían las películas.
Jean Freyre, director del Centro Provincial de Cine, explicó entonces que el local era de gran altura y los murciélagos entraron por un lateral. Sacarlos de allí no era tarea fácil, pues existe una indicación del Citma que prohíbe matarlos.
Unos meses antes, el diario Juventud Rebelde expuso el caso de una familia con varios niños que vivía con el peligro de contagio de rabia, debido a una colonia de murciélagos en un local en desuso que colindaba con su casa en Güira de Melena, Artemisa.
La dueña de la vivienda, llamada Gladys Hernández Gómez, explicó que sus nietos desarrollaron reacciones alérgicas y asma, y presentaban erupciones en la piel por los desechos que dejaban los animales, localizados en un local que compartía su techo.
Con el tiempo, los murciélagos empezaron a entrar en la casa de la familia y prácticamente no se podía respirar.
La mujer se entrevistó con el Director de Higiene y Epidemiología municipal y con el director del policlínico. Con su gestión, logró que el zoonólogo del territorio fuera y tomara muestras de la colonia de murciélagos y las enviara al Instituto de Medicina Tropical (IPK), donde determinaron que los animales portaban rabia.
Gladys señaló que llevaba dos años yendo a diferentes autoridades de la localidad y la provincia, y no hacían más que pelotearla sin darle una solución.
En marzo pasado, más de 30 personas, incluidos siete menores, se contagiaron de histoplasmosis, una infección causada por la inhalación de las esporas de un hongo que se encuentre en los excrementos de pájaros y murciélagos.
El hecho ocurrió tras una ceremonia religiosa en las ruinas del cafetal Angerona, en Artemisa, en una zona de cuevas donde hay antiguos depósitos de agua y el suelo está infectado del hongo que causa la enfermedad.
Los afectados presentaron síntomas de cefalea, dolor muscular y fiebre intermitente, y tuvieron que ser hospitalizados.
Las autoridades decidieron remover el suelo con heces de murciélago, evitar la entrada a las cuevas y humedecer las paredes con agua e hiploclorito de sodio.
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