El Cártel de Sinaloa financió con millones de dólares la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2006, según revela la Operación Polanco publicada por la Administración de Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos.
El portal de periodismo investigativo ProPublica publicó los resultados de esa pesquisa, donde se señala que el cartel habría aportado alrededor de dos millones de dólares a asesores de campaña del candidato del entonces Partido de la Revolución Democrática (PRD) a cambio de facilitar sus operaciones criminales en caso de que AMLO asumiera la presidencia.
Los hechos iniciaron con una reunión en 2005 en Nuevo Vallarta, Nayarit –cuando López Obrador aún no había alcanzado la presidencia– y que fue del conocimiento de la DEA.
La investigación se basa en la cooperación de un exagente de campaña y un informante clave, quienes proporcionan evidencia de que un cercano colaborador de AMLO aceptó el acuerdo propuesto.
Sin embargo, no confirma si el propio presidente estaba al tanto de las donaciones y el modo en que esos montos se canalizaron con ayuda de un colaborador suyo.
Nicolás Mollinedo, exchofer de López Obrador y colaborador cercano, figura como uno de los implicados en la trama.
La DEA obtuvo información de un exagente de campaña arrestado en 2010 por cargos relacionados con drogas, quien para evadir la cárcel federal proporcionó detalles de las donaciones y grabó conversaciones con Mollinedo, quien dejó de trabajar con AMLO en 2012.
Además de Mollinedo, el actual miembro del partido del presidente, Mauricio Soto Caballero, y el empresario Francisco León García, alias Pancho León, también se mencionan como parte de la conspiración para canalizar fondos del Cártel de Sinaloa hacia la campaña presidencial.
Emilio Dipp Jones, empresario presente en la reunión de acuerdo, también está bajo investigación.
La responsabilidad del Cártel de Sinaloa en las negociaciones recae en Edgar Valdez Villarreal, alias la Barbie y quien fue apresado en 2010, y los operadores financieros Roberto Acosta Islas (alias el R) y Roberto López Nájera.
La operación Polanco fue parte de los esfuerzos conjuntos entre la DEA y las autoridades mexicanas antes de que López Obrador asumiera la presidencia luego de tres campañas presidenciales. La primera, precisamente la de 2006, la perdió contra el panista Felipe Calderón, y la segunda contra el priista Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, los vínculos entre el narcotráfico y el político mexicano han generado escepticismo hacia AMLO y su compromiso para enfrentar al narcotráfico.
Este escepticismo se respalda en la aparente falta de voluntad del mandatario, la cual quedó expuesta poco después de que llegara al poder.
"Primero, dejó de lado a los equipos de comando mexicanos que habían sido el socio más confiable de las agencias de inteligencia y aplicación de la ley estadounidenses. Luego cerró una unidad de policía federal que la DEA había entrenado y examinado para trabajar con los estadounidenses en grandes casos de drogas", sostiene la investigación Polanco.
"La corrupción es una parte tan importante del tejido del narcotráfico en México que no hay forma de perseguir a los narcotraficantes sin perseguir a los políticos, militares y policías que los apoyan", dijo Raymond Donovan, antiguo jefe de operaciones de la DEA, a ProPublica.
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