Una de las últimas mujeres “altas” del básquet cubano es nuestra entrevistada de hoy, Marlén Cepeda. Central de buena defensa y ataque, la Nena vive en Miami y trabaja en una escuela. De poco hablar, vaya si me costó convencerla para este intercambio.
¿Dónde vives, en qué se ocupa esta mujer hecha básquet?
Vivo actualmente en los Estados Unidos; aquí como todo cubano me he abierto camino; empecé trabajando en cosas que al principio me chocaban porque de estar viajando el mundo entero y que me conociera mucha gente a estar en un país completamente desconocido para mí y trabajar en lo que apareciera… ¡creo que es el mayor reto en mi vida!
Pero nada… Paso a paso he logrado lo que me he propuesto, me faltan muchas cosas pero sé que las lograré. Ahora trabajo en una escuela; soy asistente del equipo de básquet, se nombra Doral Academy. También soy security.
¿Es mucha la diferencia entre ser atleta a ser entrenadora?
Yo me realicé siendo jugadora; ahora, la experiencia es super linda porque tengo tanto por dentro para enseñar que a veces creo que soy yo la atleta jajajaja, pero bueno es lindo todo lo que vivo aquí a diario con mis niñas.
Ya gracias a Dios y mis santos soy ciudadana de este increíble país, un gran paso para todo emigrante. No soy mamá todavía, Dios no me ha dado esa oportunidad pero bueno, estoy en espera hasta que Diosito quiera.
¿Por qué “Nena”?
Llegué al equipo nacional siendo una niña, de allí sale nena. Las mismas chicas de la selección me nombraron así por ser una de las más jóvenes. Exactamente fue la destacada centro Yaquelín Plutín la que lo hizo por vez primera y ya luego todas le siguieron el ritmo jajajaj.
¿Inicios, barrio, primera cancha, primer entrenador? ¿Siempre te gustó el básquet, eres de la pirámide del alto rendimiento?
Mis primeros pasos no fueron como el de toda una niña que se inclina por el básquet; todo fue algo loco porque no me gustaba el deporte pero mi mamá siempre me decía: “con ese tamaño y ese pie debes ser deportista porque yo no puedo comprarte ese tamaño de zapato” jajajaja y para mí esa frase se volvió un reto.
Mi primer entrenador fue Andrés del Monte, quien me enseñó a amar el básquetbol, del cual no sabía nada, pero poco a poco lo aprendí y amé.
Pasé por la escuelita del básquet cubano en la ESPA nacional. Tres años estuve allí y de juvenil, aún quedándome un año ya pasé a ser invitada y talento del equipo nacional; en aquel entonces equipo C. Antes, había bastante de dónde sacar; existían 3 equipos A, B Y C y en ocasiones hasta D.
¡Cómo cambian los tiempos! Ahora para sacar uno cuesta y… para perder en los Centroamericanos.
Sí, pero en aquellos tiempos la ESPA nacional buscaba en las canteras por todo el país; ahora es bien difícil después de desaparecer todo, no hay canteras Julita.
Llegada al Cerro Pelado ¿cómo fue tu adaptación?
El Cerro Pelado fue una escuela muy fuerte al inicio. No pensaba adaptarme rápido, entrenando entre tantas figuras que admirabas y ahora las tenías a tu lado.
Me sentí extraña pero a la vez super contenta de estar allí, con lo mejor del país; es algo lindo para todo atleta que sueña con llegar a lo máximo de su resultado deportivo.
Jugué con basquetbolistas super altas; mi gran impresión fue en el 2008 cuando fui al Good Like en China y estuve con el Dream Team estadounidense completo. Quedé tan impresionada que mi entrenador me tuvo que gritar en pleno partido porque no atinaba a nada de lo nerviosa que me sentía ¿te imaginas?
Y también recuerdo con mucho cariño cuando fui por primera vez a un torneo en Brasil y no sabía cómo salir del camerino… Muchas cosas fuertes pero lindas en la vida de un deportista.
Tengo mucho que agradecerle a mis compañeras de equipo de ese tiempo pero en especial a Yaquelín Plutín, Taimara Suero, Milaisis Duani y Yuliseni Soria, quienes me ayudaron mucho en lo personal y en lo deportivo.
Hago un aparte para la Peca, Yamilé Martínez que, cuando yo rompía en llanto porque me veía impotente para hacer bien las cosas, me decía: “trabaja nena que eso en algún momento sale”…Y así fue que poco q poco llegué hasta donde llegué dentro y fuera de mi país.
¿Mejores entrenadores, esos que no olvidas?
Tengo un entrenador, Eduardo Moya, al que le debo mucho… ¡mucho! Supo lidiar con mi carácter y sacar de mí, mi mejor versión como atleta y el otro es Alberto Zabala, quien también me ayudó mucho. Estos dos técnicos del seleccionado nacional.
De la ESPA nacional recuerdo a Núñez, un moreno de armas tomar, pero nos enseñó que el límite es el cielo; a él le agradezco no sentir temor en una cancha y pelear con quien me pusieran delante porque me decía: “mientras tenga dos manos igual que tú no hay diferencia” jajajaja ¡y es verdad!
Mi descubridor fue Andrés del Monte que me vio en un terrenito cerca de mi casa en Sancti Spíritus.
Naciste en 1985, etapa de oro para el baloncesto cubano: las chicas encumbradas, los varones se defendían sobre todo en el continente. ¡Nada de eso existe! Todo se ha esfumado. ¿Qué opinión te merece el actual desastre, cuando se pierde en Centrocaribes con equipos de quinta categoría?
Si Julita; yo nací cuando el básquet era básquet y viví algunos muy buenos momentos pero también soy testigo del deterioro, del descenso. Perdimos el Centroamericano del 2018 y eso para mí fue la gota que derramó la copa.
Tantos años ganando ese torneo… Me deprimí mucho al punto que empecé a verme fuera de las canchas; aquel adverso resultado marcó mi vida, lloré mucho. Es más, cada vez que lo recuerdo se me hace un nudo en la garganta. Créeme, fue muy fuerte. Ya allí empezaba una etapa nada agradable.
De tus años en la selección nacional ¿algo sobresaliente que recuerdes?
Mira, yo he jugado Mundiales, preolímpicos, Juegos Centro y Panamericanos, torneos por Europa, Suramérica y Asia, y de todos guardo algo, un momento, una jugada, una canasta pero si me matas, concretarlo… ¡ay Julita no te puedo decir! Estuve 17 años dedicándole mi vida al básquet cubano ¿qué no pude hacer?
Eras una pivot muy buena ¿qué te caracterizaba? ¿Te gustaba otra posición, alera pivot por ejemplo? ¿Qué pasa con la escasez de mujeres altas?
Nadie entendía cómo podía saltar tanto si no era de gran talla, pero bueno tenía mis mañas. Sincerándome contigo me encantaba ser ala pivot porque me hubiera gustado jugar desde el perímetro, para lanzar bastante. Por eso disfrutaba la liga nacional cuando las selecciones provinciales me lo permitían porque allí hacía varias funciones jajaja y eso me encantaba.
El tema de las jugadoras altas es que hoy y podríamos decir desde mi tiempo, se ven con más posibilidades de viajes en el voleibol que en el básquet y optan por jugar voleibol. Eso es una guerra campal con nosotros. O sea, sí hay muchachas altas pero para el baloncesto no pasan. Es cuestión de intereses.
Y ahora mucho menos después de desaparecer la ESPA nacional que las ayudaba a perfeccionase. No es menos cierto que hay jugadoras muy buenas, pero no de talla elevada; la situación, como te dije, es peor porque llegan directamente al equipo nacional ¿qué significa eso? que, sin subestimarlas, traen consigo un gran déficit técnico y táctico ¡Ah! Entonces ahí mismo viene el aluvión de críticas a nuestras jugadoras. No es culpa de ellas. La ESPA resulta imprescindible.
¿Qué debe hacerse para recuperar sitiales perdidos?
¿Recuperar? esa palabra es bien amplia. El tiempo perdido no se recupera pero si quieren mejorar deben abrir la ESPA nacional, no sólo para que los jugadores de baloncesto atraviesen las etapas necesarias para alcanzar un crecimiento sino para que los atletas de todos los deportes lo logren. No se puede representar a un país sin base; la cantera debe existir, tiene que existir. Esta es mi humilde opinión.
Esta periodista, también con mi humilde opinión, creo que hace falta una búsqueda de talentos altos, enseñarles a amar el deporte de las cestas, que aprendan el ABC del básquet, que sepan moverse en un tabloncillo y cuando estén maduras que pasen al equipo grande.
Primero cadetes luego juveniles y por supuesto, el apoyo que significa la ESPA, la necesaria escuela de perfeccionamiento atlético sobre la que se edificaron tantísimos atletas que luego fueron esos campeones olímpicos y mundiales de los que nos enorgullecemos.
En fin querida Nena no quiero hablar de ese escabroso tema.
Sí, es lo mejor. Yo viví una etapa de cambio también del básquet donde no creían en nuestro equipo y un entrenador llamado Reinier Panfet me dijo en una conversación: “ustedes harán historia” … ¡y fue así! Fuimos campeonas de América en el 2013; nadie sabía cómo lo hicimos y todas dijimos juntas: “no fue milagro fue trabajo duro”
Más que un equipo éramos una familia con altas y bajas porque en las mejores familias pasa de todo, pero la meta era demostrar a la afición que el básquet viviría una nueva etapa e iba a mantener la hegemonía.
El pueblo cubano es un poco duro en ocasiones, sus críticas son duras pero ¿sabes? Eso nos ayudó a salir adelante y luchar por un resultado.
Tú pertenecías a un equipo provincial que era temido en los Campeonatos Nacionales: Sancti Spíritus.
Ser campeona nacional fue un reto para mí porque me enfoqué en silenciar muchas bocas en la provincia, que sí criticaban mucho pero jamás hacían nada. Les dimos resultados y fuimos felices.
En mi caso logré ser campeona en mi país y fuera de éste ¿para qué sufrir con los que mal dirigen el básquet en el Yayabo? Ha sido muy linda mi vida profesional y con eso me quedo; me gratifica y me da paz. Los buches amargos no vale la pena recordarlos.
¿Qué recuerdas de tu tiempo en las canchas cubanas?
¡Ay Julita! Aquellas canchas repletas de seguidores, esos gritos cariñosos y también ofensivos de cuando se jugaba la liga nacional. Te cuento que en Guantánamo tenía muchos fanáticos y me volvían loca diciéndome cosas.
Al concluir el juego me invitaban “cariñosamente”, ya sabes ¿no?... ¡toda una locura! Desde el cabo de San Antonio hasta la punta de Maisí era una fiesta. Se vivía el básquet y se especulaba sobre la segura cantera de donde saldría nuestro relevo… ¿? Jajajaja
Jugadora adversaria que más te haya impresionado.
Te había comentado la tremenda impresión que me causó el dream team estadounidense: Lisa Leslie, Diana Taurasi, Katie Smith… Oye, el equipo completo. Era un espectáculo, otro nivel de básquet. Recuerdo las risas de las australianas… ¡en fin! Yo viví el básquet a su más alto nivel.
Y de las cubanas ¿cuáles han sido tus jugadoras a seguir?
Yaquelín Plutín y Yamilé Martínez, una basquebolista de alta gama. También admiré mucho a mi coterránea Yamara Amargo, de excelentes manos. Guardo un muy bonito recuerdo de todas y lo que aprendí lo vuelco ahora en mis muchachitas ¡soy feliz!
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