La Gran Logia de Cuba ha vivido una serie de eventos turbulentos en los últimos meses que han llevado a esta discreta comunidad a ocupar titulares en la prensa, evidenciándose los conflictos internos en la institución.
Todo comenzó 12 de enero de 2024, cuando se reportó el robo de 19 mil dólares de una caja fuerte en la que se guardaba el Tesoro del Asilo Nacional Masónico Llansó.
El Gran Maestro y copresidente del Patronato de la Logia, Mario Alberto Urquia Carreño guardaba el dinero en su oficina. Publicó un comunicado oficial el 15 de enero, negando su responsabilidad en la desaparición del dinero y anunciando medidas para investigar el incidente.
A finales de ese mes, el Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba expulsó al Gran Maestro, acusándolo de negligencia y mala gestión.
Sin embargo, Mario Alberto Urquía Carreño se negaba a dejar su puesto. En la sesión semestral de la Alta Cámara tuvo que abandonar la sala bajo gritos de "fuera ladrón, usurpador, sinvergüenza, traidor".
La Alta Cámara masónica anunció el 26 de marzo la elección de Juan Alberto Kessel Linares como el nuevo Gran Maestro.
En abril, el ex Gran Maestro Mario Alberto Urquia Carreño, fue acusado ante las autoridades cubanas de apropiación indebida de 2,360 dólares, intensificando la crisis interna de la masonería cubana.
Pocos días después de formularse la acusación formal ante la policía, el Ministerio de Justicia de Cuba intervino y aplicó sanciones a los masones involucrados en los presuntos robos de dinero.
Además, la institución gubernamental suspendió las actividades oficiales y denegó la posibilidad de operar cuentas bancarias a la Gran Logia y al Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba, en respuesta a los acontecimientos en esa entidad.
En junio, la Dirección de Asociaciones del Ministerio de Justicia de Cuba invalidó la expulsión de Mario Alberto Urquía Carreño y lo restituyó oficialmente al frente del Supremo Consejo y de la Gran Logia.
En otras palabras, el gobierno intervino en la Logia e invalidó la decisión del Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba.
Esta situación generó una reacción adversa entre los masones, quienes desconocieron la autoridad de Urquía Carreño y aseguran que lo harán saber al Registro de Asociaciones del MINJUS.
Esta serie de eventos ha sacudido a la comunidad masónica cubana, revelando tensiones internas y conflictos de poder que continúan sin resolverse. Muestra también cómo el régimen extiende sus tentáculos para gobernar incluso en instituciones donde no deberían tener ni voz, ni voto.
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