El ministro de Salud de Guatemala, Joaquín Barñoya, y el embajador de Cuba en ese país, Nazario Fernández, firmaron un acuerdo de cooperación en salud que se extenderá hasta 2027.
Este convenio busca fortalecer la labor asistencial en Guatemala, especialmente en las comunidades más remotas, donde los profesionales cubanos han desempeñado un papel crucial desde 1998, tras el huracán Mitch.
El acuerdo refuerza las relaciones diplomáticas entre ambos países, pero no está exento de controversias. Detrás de la retórica de solidaridad y colaboración, se encuentra un régimen criticado por su trato a los médicos, quienes trabajan bajo condiciones que muchos consideran formas de "esclavitud moderna".
Estos profesionales cubanos, enviados en misiones internacionales, a menudo ven retenidos sus salarios por el gobierno que se queda con un alto porcentaje del dinero pagado por los países receptores.
El control estricto que el gobierno cubano ejerce sobre los médicos, limitando su libertad y monitoreando sus movimientos, ha sido objeto de críticas internacionales.
La coordinadora de la Brigada Médica Cubana en Guatemala, Mariheta Cutiño, afirmó que más de mil guatemaltecos se han graduado en la Escuela Latinoamericana de Medicina en La Habana.
La realidad que enfrentan los médicos cubanos plantea serias dudas sobre la ética y sostenibilidad de este modelo de cooperación.
Este acuerdo, aunque beneficioso para Guatemala, pone nuevamente en el foco las condiciones laborales de los profesionales cubanos, cuyo sacrificio es utilizado como bandera política por el gobierno de la isla, mientras se les niega la plena libertad y compensación justa por su trabajo.
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