Alfredo López Valdés, director general de la Unión Eléctrica de Cuba (UNE) no gana para disgustos. En el centro de la diana del malestar ciudadano por los apagones, el directivo es señalado ahora también como responsable de los problemas con el abasto del agua.
“Desde muy temprano el Ing. Alfredo López Valdés, Director General de la Unión Eléctrica, junto a trabajadores del taller Juan Ronda, perteneciente a la Empresa de Mantenimiento a Centrales Eléctricas (EMCE) de nuestra organización, laboran incansablemente para dar solución a la avería en el transformador de Cuenca 3 de Aguas de la Habana, para mejorar el abasto de agua de la capital”, informó la empresa estatal en sus redes sociales.
Las explicaciones sobre el desabastecimiento de agua y las afectaciones al suministro eléctrico son confusas, y parecen responder a una estrategia de comunicación del régimen cubano, que elude sus responsabilidades tras una falsa transparencia informativa, en un intento de amortiguar el impacto del colapso de servicios públicos esenciales.
El jueves pasado, según la empresa Aguas de La Habana, ocurrió un apagón que ocasionó una avería en las instalaciones que abastecen de agua la capital cubana, y como resultado varios municipios dejaron de recibir el servicio.
La falta de fluido eléctrico provocó una avería en el conducto de 78 pulgadas de Cuenca Sur y otras dos en el conducto de 1000 de PAD, explicó la empresa estatal, asegurando que sus operarios trabajaban “toda la tarde noche, madrugada y amanecen en el lugar hasta [encontrar] su solución”.
En ningún momento se mencionó que el supuesto apagón hubiera causado la rotura del “transformador de Cuenca 3 de Aguas de la Habana”. Sin embargo, López Valdés se desplazó este domingo hasta la EMCE para supervisar los trabajos de reparación del transformador de marras.
A finales de julio, un apagón en las líneas de transmisión que alimentan el campo de pozos de la fuente de abasto Cuenca Sur, destrozó la conductora y dejó media Habana sin agua.
En aquel entonces, la Empresa Aguas de La Habana explicó que la falta de fluido eléctrico había provocado una interrupción total del bombeo de manera súbita, que a su vez había causado varios "golpes de ariete" en la conductora principal de dicha fuente, provocando que colapsara por tres lugares.
Se hace difícil entender que el agua dé “golpes de ariete” en una conductora por la que no se bombea agua, ya que un apagón dejó sin suministro eléctrico a una bomba de agua. Pero así lo explicó Aguas de La Habana, dejando la responsabilidad última en el corte de fluido eléctrico.
A comienzos de septiembre, el presidente del Grupo Empresarial de Agua y Saneamiento, José Antonio Hernández Álvarez, reconoció que el abasto de agua está en situación crítica en Cuba pero aseguró que el principal problema son los continuos apagones que provocan fallas en el sistema de bombeo.
Hernández Álvarez insistió en que la crisis del Sistema Electroenergético Nacional (SEN), con múltiples averías en las principales termoeléctricas, es uno de los factores clave que agravan el problema del abasto de agua.
Los apagones interrumpen el funcionamiento de los equipos de bombeo y, al restablecerse el servicio eléctrico, puede tomar hasta cuatro horas presurizar el sistema y reanudar la distribución de agua de forma normal, explicó el directivo.
O sea, los apagones lo mismo provocan “golpes de ariete” que “despresurizan” los conductos de agua. El galimatías de ambas empresas estatales es coherente con el caos que reina en el gobierno de la llamada “continuidad” de Miguel Díaz-Canel.
Actualmente, más de 600,000 cubanos están sin acceso a agua potable. La situación es especialmente compleja en La Habana, donde más de 130,000 personas llevan días afectadas por esa situación.
En días recientes, vecinos de San Miguel del Padrón, desesperados e indignados por la falta de agua durante más de dos semanas, salieron a protestar y bloquearon las calles de sus barrios.
Decenas de residentes de los repartos La Rosita y Siboney se concentraron en las calles a primera hora de la noche en manifestaciones espontáneas. En la Calzada de Güines, la muchedumbre, incluidos los niños, se plantó en la vía e impidió el paso de carros y guaguas.
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