Ya ni la prensa oficialista esconde el grave problema de drogadicción que padece la Isla. Da cuenta de ello el Periódico 26, de Las Tunas, que recogió esta semana el testimonio de un joven que empezó enganchado a pastillas como la carbamazepina y el tramadol, a la marihuana y ahora depende del famoso "químico", una droga sintética, en forma de papel, que en Cuba es más barata que un refresco.
El testimonio de este joven drogadicto cubano, que acaba de comenzar la rehabilitación y que apenas lleva 15 días limpio, es estremecedor. Cuenta que se inició por amor en las drogas, cuando se enamoró de una muchachita de 13 años que ya estaba enganchada y si ella le daba a las pastillas, él también. Se drogaban, dice, antes de ir a la Secundaria. Lo peor es que admite que el suyo no es un caso aislado. "La cantidad de muchachitos jóvenes que le están 'dando' al químico en Las Tunas es altísima", asegura convencido de que quienes sufren la adicción "hacen lo que sea por un papelito".
Como consecuencia de su drogadicción ha sufrido dos paros cardiorrespiratorios a los 14 y a los 16 años, que él atribuye al acto de mezclar pastillas. A los 18 tuvo una embolia que le dejó la mitad del cuerpo paralizado y los médicos sospechan que sufre esquizofrenia sin que hasta ese momento ningún profesional hayan asociado sus problemas de salud al consumo de drogas.
Ahora los estragos se notan bastante. Tiene los dientes desgastados, su capacidad intelectual mermada y un deterioro físico importante, aparte de problemas familiares por el robo constante de dinero para comprar 'el químico', porque cada papelito le cuesta entre 150 y 300 pesos. Él asegura que ha llegado a consumir una media de 57-58 al día. Los pagaba con el dinero que sustraía de su casa y con la ropa y todo lo que le mandan del extranjero.
En estos momentos confiesa que está intentando dejar el químico "por las torcederas que da", pero le está costando. Antes de acudir al médico para iniciar el tratamiento de desintoxicación se 'metió' 14 papelitos del tirón y sólo después se dijo a sí mismo que estaba listo para empezar a dejarlo.
Iniciar la desintoxicación no ha sido fácil porque pese a permanecer encerrado en su casa, conseguía que le suministraran droga por la ventana de su cuarto, mientras él daba su ropa como pago.
Sin embargo, dice a dos periodistas que en estos momentos tiene la voluntad de dejar las drogas y por eso cuenta su historia haciendo hincapié en que ha visto a niños de 12 años comprando el químico; ha visto también cómo un borracho reacciona tras fumarse un papelito; sabe que en esto hay niñas y niños involucrados y por eso advierte al médico del hospital psiquiátrico que lo atiende, que tiene trabajo para rato.
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