A una semana y media de que el huracán Oscar tocara tierra en Guantánamo el pasado 20 de octubre, continúan saliendo a la luz relatos que exponen cómo el gobierno hizo muy poco por proteger a la población, lo que resultó en el fallecimiento de al menos ocho personas y una gran cantidad de daños materiales.
Esteban Romero, como muchos baracoenses, estuvo en grave peligro por desconocer la llegada del huracán Oscar, que luego se degradó a tormenta tropical, y aunque su familia no sufrió pérdidas humanas, vio cómo la furia del viento y la lluvia arrasaron con gran parte de su sustento y patrimonio.
Sus familiares contactaron a CiberCuba para que esta historia exponga las mentiras del régimen cubano que aseguró estar listo para enfrentar el ciclón, y que, además, ha acompañado al pueblo en todo momento.
Los videos enviados a la redacción fueron tomados seis días después del paso del ciclón, pero debido a las dificultades para restablecer el servicio eléctrico y los constantes apagones, recién ahora pudieron ser difundidos.
Romero vive en la comunidad de El Güirito, en el Consejo Popular El Jamal de la ciudad de Baracoa, y era –al menos antes del huracán– un destacado productor de cocos y viandas.
“Nadie informó de este fenómeno. Se decía que era una tormenta tropical y esas son cosas que aquí pasan como algo normal. Sin embargo, cuando se formó el fenómeno, y hasta este momento, nadie ha venido a ver lo que ocurrió”, expresó Romero, reflejando la frustración de quienes se sienten abandonados por las autoridades tras el paso del huracán.
El señor relató que el nivel del agua subió aproximadamente unos cinco o seis metros: “Llegó hasta el pie del techo”, y mencionó que tapó su carro.
“Se ahogaron todas las vacas, los bueyes de trabajo, los cerdos, los chivos, las ovejas y se destruyó todo, incluidos los caballos y las aves que había en esta casa”, relató Romero, evidenciando la magnitud de las pérdidas que enfrentó tras el paso del huracán.
Al momento de filmar el video, seis días después de que el huracán Oscar impactara el territorio guantanamero como categoría 1, el señor afirmó que nadie del gobierno se había interesado por evaluar los daños materiales que habían sufrido.
“Y todavía aquí no ha venido nadie a ver ni a preguntar cómo se perdieron los animales, cómo nos evacuaron. Una brigada de rescate tuvo que venir a sacarnos de aquí, y nadie ha dicho ni ha visto lo que ocurrió”, lamentó Romero, evidenciando la falta de respuesta del gobierno ante la tragedia.
En el video, Romero mostró las pésimas condiciones en las que vivían, desamparados por el régimen, y los graves daños que sufrió la plantación de cocoteros en su finca, uno de los principales medios de sustento para su familia.
La poca preparación del gobierno cubano para enfrentar al huracán Oscar fue tan evidente que hasta los periodistas oficialistas escribieron crónicas, confirmando que no estaban informados de los planes de contingencia o evacuación para afrontar los daños.
El periodista Jorge Luis Merencio Cautín, que lo vivió en San Antonio del Sur, describió en Venceremos de forma aterradora el impacto de Oscar: “Cientos de lugareños, tal vez miles, sorprendidos por el aluvión, no tuvieron tiempo de salvaguardar los bienes inmuebles más valiosos, ni siquiera los más imprescindibles”.
Su crónica ilustra el caos y la desesperación de los habitantes de la zona, quienes intentaron salvar sus vidas trepándose a techos, árboles y zonas altas para evitar ser arrastrados por las aguas.
“La lucha por salvar sus vidas y no perecer ahogados superaba con creces el precio de lo que atrás quedaba”, relató, dejando en claro que la emergencia los tomó completamente desprevenidos.
Por su parte, Mirna Rodríguez Zúñiga, periodista de la emisora La Voz del Toa, en Baracoa, publicó en el diario Radio Guantánamo su artículo titulado “No fue un Mathew, pero fue un Oscar”.
En este, Rodríguez hace una nota en la que queda claro cómo se enteró del paso del huracán únicamente a través de rumores y comunicaciones entre vecinos: “Después de conocer la noticia, que corrió de boca en boca al no haber corriente, me pasé varias horas de puro ajetreo, asegurando puertas y ventanas, comprando alimentos, abriendo zanjas, uf, terminé un tanto agotada”, relató la periodista que se dio cuenta estar viviendo en un momento la quietud que proporciona el paso del ojo del huracán.
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