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El cineasta Daniel Ross Dieguez ha lanzado una petición de ayuda urgente para asistir a varias familias de Yacabo Abajo, en Guantánamo, que quedaron sin hogar tras el paso devastador del huracán Óscar.
Este fenómeno natural afectó gravemente a la comunidad, dejando viviendas en ruinas y a sus residentes en condiciones de extrema vulnerabilidad.
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Entre las familias afectadas se encuentran Cándida Ramos Matos, Freddy, Vilma Rodríguez Ramos, Onailis Peligrín Rodríguez, Obrel Pérez Matos y Marta Rodríguez, quienes actualmente dependen de la solidaridad de vecinos para contar con un techo.
Estos hogares temporales, aunque llenos de generosidad, no están exentos de limitaciones, y los damnificados comparten recursos básicos en condiciones de hacinamiento. Han recibido algo de ropa y alimentos donados, pero los insumos siguen siendo insuficientes para cubrir todas sus necesidades.
Ross Dieguez, quien ha estado apoyando directamente a las comunidades más afectadas por el huracán, solicita colaboración para comprar alimentos, agua potable y medicinas.
Para facilitar las donaciones, ha puesto a disposición dos cuentas bancarias: una en pesos cubanos (CUP: 9205 9598 7734 6719) y otra en Moneda Libremente Convertible (MLC: 9235 9598 7084 1579). Además, aquellos interesados en ayudar pueden contactarlo directamente a su móvil, +53 5238 5571, por llamada o vía WhatsApp.
El cineasta realiza entregas presenciales en las áreas más necesitadas, de cada donación que recibe, asegurándose de que la ayuda llegue a los damnificados.
En momentos críticos como estos, la solidaridad y el apoyo externo representan una esperanza para estas familias, quienes luchan por reconstruir sus vidas y superar las dificultades dejadas por el devastador ciclón.
El huracán Oscar tocó tierra en la provincia de Guantánamo el 20 de octubre de 2024. Desencadenó graves inundaciones y crecidas de ríos que afectaron especialmente a los municipios de San Antonio del Sur, Imías y Baracoa.
En solo 24 horas, las lluvias alcanzaron más de 500 milímetros en varias zonas, dejando comunidades incomunicadas y destruyendo numerosas viviendas.
En San Antonio del Sur, donde las crecidas de los ríos Sabanalamar y Los Ciguatos anegaron amplias áreas, muchas personas fueron sorprendidas sin preparación debido a los apagones y la falta de alertas tempranas, lo que causó una situación de caos y desesperación.
La gestión de la emergencia por parte del gobierno cubano fue criticada por la lentitud en la respuesta y la falta de sistemas de comunicación eficientes, agravada por un apagón masivo que afectó a toda la isla.
Al menos siete personas perdieron la vida debido a deslizamientos y ahogamientos, y algunas áreas permanecieron aisladas durante días, complicando las labores de rescate y asistencia.
En Imías, los deslizamientos de tierra sepultaron varias viviendas, aislando comunidades enteras y dificultando el acceso de ayuda humanitaria y atención médica para los heridos.
Las consecuencias económicas también son significativas, con extensos daños a plantaciones de café, plátano y tomate en el Valle de Caujerí.
El Ejército cubano ha movilizado recursos, incluyendo helicópteros, para evacuar a los afectados y distribuir alimentos y medicinas. Sin embargo, las limitaciones logísticas y la falta de recursos han dificultado la recuperación, que se anticipa prolongada debido a la crisis económica que enfrenta el país.
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