Adoctrinamiento en Cuba: Díaz-Canel insta a los niños a seguir la ideología del dictador Fidel Castro

Oficiando de espiritista para la ocasión, dejó a un lado las preocupaciones y ocupaciones que rodean su “Sistema de Gestión del Gobierno basado en Ciencia e Innovación” y sacó las velas y la bola de cristal para explicar a inocentes criaturas la impronta de un demonio en la historia de la nación.


Se cumplen este lunes ocho años de la muerte del dictador Fidel Castro, y el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel no desaprovechó la ocasión para recordar el aniversario haciendo lo que más le gusta a los burócratas del régimen cubano: propaganda y adoctrinamiento.

El “líder” de la llamada “continuidad”, y también primer secretario del Partido Comunista de Cuba, utilizó sus redes sociales para homenajear al dictador con una ringlera de consignas y frases vacías, que acompañó con un video de su reciente encuentro con niños cubanos en Palacio.


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“Nadie diga que no está porque mentiría. #FidelViveEntreNosotros. Incluso entre niños que nacieron después de su partida. Él, como Martí, está en cada idea justa y en cada obra de la Revolución. Y está en el corazón del pueblo de Cuba”, dijo Díaz-Canel en X (antigua Twitter).

Oficiando de espiritista para la ocasión, el Dr. Díaz-Canel dejó a un lado las preocupaciones y ocupaciones que rodean su “Sistema de Gestión del Gobierno basado en Ciencia e Innovación” y sacó las velas, los conos aromáticos y la bola de cristal para explicar a inocentes criaturas la impronta de un demonio en la historia de la nación, y cuál es el camino a seguir para obrar ese maldito portento.

“Yo creo que la continuidad de Fidel no es solo mía, es de todos nosotros. Es mía, es de todos los compañeros que hoy ocupan responsabilidades, es del pueblo y es de ustedes”, dijo el gobernante a los pioneros que le visitaron y le preguntaron cómo se sentía al ser “continuidad”.

Lagrimeante, Díaz-Canel les reveló el primer conjuro para conseguir ese estado superior de maldad: “Cuando lamentablemente tuvimos que acudir y reconocer la ausencia física de Fidel, ¿qué decíamos en esos días y qué seguimos diciendo ahora? ¡Yo soy Fidel! Por lo tanto, cada uno de nosotros es Fidel; cada uno de nosotros tiene ese compromiso, cada uno de nosotros tiene exactamente ese continuo”.

Una vez invocado el demonio, hay que dar un segundo paso para que este tome el control de nuestros actos y pensamientos.

“Entonces, para ser de verdad coherente y honesto con eso que planteamos como convicción de 'ser Fidel', lo primero es que hay que estudiar y hay que conocer el pensamiento de Fidel, qué quería Fidel para Cuba, cómo lo concebía, qué hizo Fidel por Cuba, cómo defendió Cuba”, apuntó el catecúmeno del fidelismo.

Contestadas esas preguntas, hay que abrir las puertas a la idolatría y “ser fieles a ese legado, a ese pensamiento”. Según Díaz-Canel, no conviene “asumirlo como dogma”, sino que hay que “enriquecer ese pensamiento, adaptarlo a las condiciones actuales y llevarlo a las nuevas generaciones”.

Se nota el influjo del maestro en sus palabras: El “dedazo” de Raúl Castro, cual imposición de manos, le reveló que había que ser Fidel, "¡pero no tanto, chico!".

“Por ejemplo, cuando estamos ante situaciones complejas, lo primero que yo pienso siempre es qué haría Fidel en un momento como este. Y ahí salgo a estudiar, a buscar en los libros, en los discursos de Fidel, en las cosas que se hicieron en otro momento”, explicó el estudioso de la obra del hechicero que transmutó el oro en plomo.

Según el recitador que abarca desde el apócrifo discurso de la Historia me Absolverá, hasta el Sutra de la Moringa, mediante esa disciplina se llega al conocimiento de “qué se puede hacer en las condiciones actuales, qué hay que actualizar, qué hay que hacer de manera distinta”.

“Pues una de las cosas que nos pidió Fidel en su concepto de revolución es que cambiáramos lo que debía ser cambiado”, concluyó el “líder de la continuidad”; ese “cuadro” que, sin consignas y sin propaganda, caería en el mutismo, idiotizado.

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Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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