En medio de una crisis energética que mantiene a gran parte del país en penumbras, La Habana acoge la novena edición del Festival de la Salsa en Cuba, un evento que, paradójicamente, se celebra con luces y amplificación sonora en escenarios privilegiados como el Club 500 y el Hotel Memories Miramar de la capital.
El festival, que inició el miércoles 19 de febrero con la presentación de Adalberto Álvarez y su Son, reúne a agrupaciones icónicas de la música cubana, entre ellas Los Van Van, Elito Revé y su Charangón, Alexander Abreu y Havana D' Primera, Maykel Blanco y su Salsa Mayor, Haila María Mompié y Paulito FG.
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Según informaron los organizadores, las jornadas incluyen presentaciones en comunidades de la capital y la participación de artistas de Estados Unidos y Perú, con el objetivo de internacionalizar el evento.
Sin embargo, la celebración del festival en este contexto ha sido duramente criticada, ya que mientras el evento recibe respaldo oficial y acceso a recursos, millones de cubanos enfrentan apagones prolongados de hasta 20 horas diarias, según denuncias en redes sociales y reportes de medios independientes.
La falta de combustible y el deterioro de la infraestructura eléctrica han llevado al gobierno a reducir el servicio eléctrico en provincias enteras, afectando hogares, hospitales, escuelas y centros de trabajo.
La incongruencia de celebrar este evento en una situación de aguda crisis energética ya fue cuestionada en febrero de 2024 por la exintegrante de Los Van Van, Yeny Valdés, quien cuestionó en sus redes sociales la pertinencia del pasado evento.
"No puede haber fiesta cuando un pueblo está sufriendo. Tengan la dignidad de apoyar a los que no pueden bailar con ustedes", dijo la artista a los colegas que participaron en la anterior edición del evento.
En las publicaciones promocionales del festival, músicos como Maykel Blanco, Elito Revé y Los Van Van han celebrado el evento con mensajes de entusiasmo. "Ya arrancó el Festival De La Salsa En Cuba 2025... a disfrutar todo de este gran evento musical", escribieron Los Van Vanen Facebook.
"Espacio de encuentro entre colegas de la música muy queridos y admirados. Lo mejor de la música cubana. ¡UEAAAA!", agregó en sus redes sociales Elito Revé y su Charangón. "Gracias a todos por estar, nos vemos más tarde en el CLUB 500", compartió en las suyas el músico Maykel Blanco, presidente del festival.
Mientras tanto, la realidad fuera de los escenarios es completamente diferente. En redes sociales, cubanos reportan apagones de más de 12 horas en provincias como Santiago de Cuba, Holguín, Cienfuegos y Camagüey, con un servicio eléctrico intermitente y sin soluciones a la vista.
En muchas zonas, la falta de electricidad afecta el bombeo de agua potable, dejando a miles de familias en condiciones extremas.
Además, el precio de las entradas ha generado indignación, pues los boletos individuales cuestan 500 CUP, mientras que un paquete que incluye todos los conciertos asciende a 1,500 CUP, una cifra inalcanzable para la mayoría de los cubanos, cuyo salario promedio apenas supera los 4,000 CUP mensuales. A esto se suma que, en la actualidad, muchos cubanos dependen del carbón o leña para cocinar debido a la falta de electricidad.
En un intento por justificar la realización de eventos de lujo en medio de la crisis, Lis Cuesta Peraza, esposa del gobernante Miguel Díaz-Canel, aseguró en la televisión cubana que estas citas culturales son una "fuente de ingresos vital" para la economía del país.
En su participación en el pasado programa Cuadrando la Caja, la promotora de eventos y funcionaria del ministerio de Cultura defendió que el turismo cultural debe seguir siendo una prioridad y que "estos eventos no pueden ser suspendidos", ya que forman parte de la identidad nacional.
Cuesta también aseguró que existe una "matriz de opinión" en redes sociales que intenta desacreditar estos eventos, comparándolos con festividades populares como las Parrandas de Remedios, la Jornada Cucalambeana o el Festival del Caribe.
No obstante, la diferencia es clara: mientras esos eventos tienen una marcada participación comunitaria y acceso gratuito para el pueblo, festivales como el de la Salsa o los eventos gastronómicos en La Habana están dirigidos a una élite privilegiada, lejos del alcance de la mayoría de los cubanos.
El contraste entre la crisis energética y la celebración del festival expone una clara desconexión entre las prioridades del régimen y la realidad de los ciudadanos. Mientras las autoridades destinan recursos para espectáculos musicales en la capital, el resto del país sigue a oscuras, sin una respuesta concreta a la crisis que afecta a millones de personas.
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