En su más reciente edición, el programa televisivo Mesa Redonda tuvo entre sus invitados a un jurista especialista en las relaciones de Cuba con Estados Unidos que llegó a afirmar que "en Cuba hay más libertad de expresión que en Estados Unidos".
Así lo expresó el Doctor en Ciencias Jurídicas, Profesor Universitario e investigador de las relaciones entre EE.UU. y Cuba, Jacinto Valdés Depena Vivanco, quien generó asombro en la sociedad civil cubana con sus declaraciones, especialmente al contrastarlas con datos y evaluaciones de organizaciones internacionales sobre la libertad de prensa en ambos países.
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"La libertad de expresión… Bueno, nosotros sabemos que ellos mismos… No sé quién dijo: ‘¡No, si en Cuba hay más libertad de expresión que en los propios Estados Unidos!’. Yo estuve una vez comparando los estudios nuestros y, por ejemplo, en Estados Unidos el ciudadano medio tiene mucha menos información que ciudadano medio cubano", afirmó Depena Vivanco.
“¡Sin duda, yo viví ahí!”, exclamó la otra invitada al programa, Johana Tablada de la Torre, subdirectora general de la Dirección de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX), quien estuvo destinada en Washington.
El Doctor en Ciencias Jurídicas volvió a la carga con su labor investigativa: “Incluso, la información que da Estados Unidos hacia el exterior es más más abundante que la que recibe el ciudadano medio alto”. “Eso lo lo conocí a diario y se mantiene”, corroboró la alta funcionaria del MINREX.
El intercambio de "setas tóxicas" tuvo lugar en un programa alucinógeno donde se analizó el impacto de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y sus fondos para medios de comunicación en Cuba, y en el cual Valdés Depena se refirió al papel de EE.UU. en la promoción de medios independientes en la isla, sugiriendo que Washington busca desestabilizar el orden político cubano mediante el financiamiento de la prensa crítica con el gobierno.
Sin embargo, la afirmación del experto sobre la libertad de expresión en Cuba frente a EE.UU. ha resultado extremadamente llamativa a la luz de diversos informes sobre el estado de la libertad de prensa en ambos países.
Organizaciones internacionales que monitorean la libertad de expresión y de prensa han brindado datos que permiten analizar la afirmación de Valdés Depena.
Reporteros Sin Fronteras (RSF), en su Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2024, coloca a EE.UU. en la posición 42 con una situación "bastante buena", mientras que Cuba se ubica en el puesto 173 entre 180 países, catalogado como un país con una situación "muy grave" en términos de libertad de prensa.
Freedom House, en su informe anual sobre libertades políticas y civiles, clasifica a EE.UU. como un país "libre", mientras que Cuba está catalogado como "no libre" debido a las restricciones al ejercicio del periodismo independiente y la censura gubernamental.
La estructura de medios en ambos países también muestra diferencias sustanciales. Estados Unidos posee un ecosistema mediático diverso, con numerosos periódicos nacionales e internacionales como The New York Times, The Washington Post, The Wall Street Journal y USA Today, además de grandes cadenas de televisión como CNN, Fox News, NBC, ABC y CBS, y medios digitales independientes.
En contraste, en Cuba, todos los medios nacionales son propiedad del Estado y responden a su línea editorial. Periódicos como Granma y Juventud Rebelde, así como la televisión y la radio, son dirigidos por el gobierno. La práctica del periodismo independiente es criminalizada y periodistas han sido y son perseguidos o encarcelados por publicar información crítica.
La comparación entre Cuba y Estados Unidos también debe abordar el estado general de los derechos humanos y los regímenes políticos vigentes.
Estados Unidos es una democracia representativa, con un sistema basado en la separación de poderes, elecciones libres y pluralismo político. Los ciudadanos tienen derecho a elegir a sus representantes en elecciones presidenciales, legislativas y locales. Existen múltiples partidos políticos, con discursos diversos y garantías para el disenso y protecciones constitucionales para las libertades civiles.
Por el contrario, Cuba es un régimen totalitario de partido único, donde el Partido Comunista de Cuba (PCC) es la única organización permitida para gobernar. No existen elecciones democráticas competitivas, y los opositores políticos son perseguidos, encarcelados o forzados al exilio. Las manifestaciones públicas contra el gobierno son reprimidas, y la expresión política disidente es castigada.
En cuanto a derechos humanos, también hay diferencias marcadas. En Estados Unidos, aunque existen problemas sociales como el racismo, el acceso desigual a la justicia y casos de brutalidad policial, hay mecanismos legales para denunciar y remediar estos abusos, además de una prensa libre que informa sobre estos temas sin censura.
En Cuba, las libertades individuales son severamente restringidas. Se documentan detenciones arbitrarias, represión a activistas y limitaciones al acceso a internet. Organizaciones internacionales han denunciado prácticas represivas del Estado cubano contra opositores y periodistas independientes.
Las palabras de Valdés Depena en la Mesa Redonda contrastan significativamente con la realidad documentada por organismos internacionales y expertos en derechos humanos.
Mientras Estados Unidos enfrenta desafíos relacionados con la concentración de medios y la polarización política, sigue ofreciendo protecciones legales para el ejercicio del periodismo y la libre expresión.
En Cuba, el control estatal de la información, la censura y la represión a periodistas y opositores limitan gravemente las libertades fundamentales.
Además, la comparación de ambos sistemas políticos resalta el contraste entre una democracia funcional con elecciones y derechos protegidos en Estados Unidos y un régimen totalitario que restringe la participación política y la disidencia en Cuba.
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