La Villa de la Santísima Trinidad, la tercera fundada por los conquistadores españoles en el año 1514, tiene muy bien merecido el título de Patrimonio Mundial de la Humanidad, concedido por la UNESCO en 1988 junto al Valle de los Ingenios.
Hasta en un día lluvioso y sin sol la belleza de Trinidad basta por sí sola para iluminar los ojos de sus visitantes y continuar haciéndose brecha sin titubeos entre los destinos turísticos preferidos de Cuba año tras año, estación tras estación.
Sus calles y edificaciones cuentan una historia que llega casi sin interferencias desde los umbrales del tiempo, hace más de cinco siglos, hasta nuestros días y que cobra vida en la sonrisa y la cordialidad de los trinitarios, en los colores que exaltan sus muros y su geografía.
Y es que Trinidad es sin dudas una de las ciudades coloniales más sugestivas y mejor conservadas de América Latina, también motivo por el cual ha sido la meta elegida en lo que va de año por casi 400 mil turistas procedentes principalmente de Alemania, Canadá, Francia y España, con un incremento del 43% con respecto al 2015.
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