A las especialmente altas temperaturas ―habituales en esta época del año― los habaneros están teniendo que añadir una incomodidad más: la escasez de transporte urbano.
La mayoría de los ciudadanos entrevistados en este reportaje de Cubanet se quejan de la gran demora de las guaguas y del empeoramiento del servicio de los anhelados “ruteros”: un poco más caros, pero donde se viaja con mucha mayor comodidad.
Al gran número de personas que se acumulan en la calle en estos meses ―pues un alto porcentaje de la población tiene vacaciones y quiere disfrutarlas fuera de casa― se une el desespero que genera el calor.
Entre 30 minutos y cuatro horas: no hay límites para esperar un ómnibus en Cuba. Obviamente a ello se une, aunque no se precisa en el reportaje, la “crisis de los boteros”, de semanas atrás, que ha generado cierta inestabilidad en un sector cuentapropista que también contribuye a aliviar el transporte.
Curiosamente, en este reportaje los únicos que no consideran que el transporte esté “del todo malo” o al menos justifican cierta inestabilidad, son un inspector de transporte urbano y un chofer de guagua.
El primero argumenta que por la situación económica del país se hizo una “reducción de combustible”, lo que trajo como consecuencia que el transporte haya empeorado, pero explica que solo será “en estos meses”, lo que se interpreta como "las vacaciones": el momento en que buena parte de la población hace uso del servicio público de transporte también para el esparcimiento.
El chofer del P-14 insiste en el argumento: “se está ahorrando el petróleo para cuando empiecen las clases y la gente empiece a trabajar”.
Lo cierto es que lo habaneros atraviesan una disyuntiva por estos días: salir o no salir a la calle.
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